Acciones y reacciones de una semana amarilla

Acciones y reacciones de una semana amarilla

El exitoso acto del lunes, encabezado por Mauricio Macri en la plaza Independencia, es el hecho político de la semana. Un acontecimiento que ocupó la portada de LA GACETA y se replicó en medios nacionales, donde los funcionarios federales dieron rienda suelta a su entusiasmo. Algunos se emocionaron tanto que apelaron al superlativo “tucumanazo” para destacar, no sin cierta exageración, la multitudinaria concurrencia.

Esta exaltación no es gratuita: no es menor haber concretado un acto de semejante a dos meses de la paliza electoral sufrida en las PASO. Por el contrario, el del pasado 7 no fue un acto derrotista, sino del que (con más emoción que certeza estadística) los movilizados se fueron convencidos de que no todo está perdido. De que aún hay una partida por jugar.

La movilización, además, y para decirlo en términos de cafetín, “le discute la calle” al peronismo. El justicialismo se reivindica como el único capaz de concretar grandes movilizaciones, especialmente después de imponerse en las primarias. Lo que se expresa en la expresión “la calle es del peronismo”. El lunes no lo fue. Y en el PJ local tomaron nota.

Los “no” y los “sí”

La importancia del acto es admitida por el oficialismo tucumano, claro que a regañadientes, lo cual termina expresándose mediante una dialéctica inversa: a los cuestionamientos se los manifiesta de manera positiva, y a los reconocimientos se los expresa negativamente.

Entonces, después de que se convencieron de que había mucha más gente que las “8.500 personas” que la Policía de la Provincia informó a “la superioridad” (ojalá pasen revista a los agentes en servicio con mejor criterio que con el que calculan los asistentes a los actos), los “compañeros” optaron por ensayar asertivamente una teoría de la relatividad restrictiva. Manifestaron que la Capital y Yerba Buena (en la “ciudad jardín” se realizó la caravana de Macri) son “bastiones” electorales de Cambiemos. Remarcaron que en el Gran San Miguel vive un millón de almas, de modo que la afluencia de público debió ser mayor. Consideran que esta última cuestión se magnifica si se considera, además, que muchos de los simpatizantes que participaron del acto fueron movilizados desde el interior provincial y desde Catamarca. Plantearon que la plaza Independencia no estuvo cubierta ni siquiera hasta la mitad y hasta esgrimieron que el escenario se montó en una esquina que “embuda” a la multitud y da la impresión de una mayor concentración. Finalmente, manifestaron que se trató de un encuentro convocado por los candidatos a diputados nacionales sino por el mismísimo presidente de la Nación, de modo que debió ser mucho más masivo.

Luego viene la etapa de “admitir”, aunque sea negativamente. Lo cual, en el lenguaje del poder político provincial, se traduce en que lo del lunes “no fue” un mal acto. “No hubo” poca gente. La convocatoria “no careció” de importancia. El encuentro del macrismo “no resultó” contraproducente. Muchos “no” para una plaza ganada por el “sí” del “sí se puede”.

Hechos, no palabras

Qué todos los entredichos giren en torno del volumen de la concurrencia confirma que la trascendencia del acto radica en el acto en sí mismo. No hubo grandes conceptos políticos en los discursos. Es más, durante largos momentos, ni siquiera hubo definiciones de las pequeñas.

Macri hasta llegó a pedirles a los que acudieron a la cita que el 27 vayan a controlar las elecciones, una cuestión procedimental más propia de un mitin de comité que de un gran acto de campaña en el marco del proselitismo en “las 30 ciudades”.

Sin embargo, la presencia de la multitud fue una incontrastable inyección de entusiasmo. El oficialismo provincial la contrarresta sosteniendo que el resultado de las PASO es irreversible y que Alberto Fernández será el próximo jefe de Estado. Pero la preocupación del peronismo tucumano no está puesta en las presidenciales, sino en el reparto de bancas de la Cámara Baja.

Con los resultados de las primarias abiertas, el reparto de diputados proyecta cuatro para el Frente de Todos y una para Juntos por el Cambio. Pero el macrismo está a 30.000 votos de consagrar un segundo diputado nacional, y de arrebatarle la cuarta banca al peronismo.

El acto del lunes sirvió, sobre todo, para animar a los “amarillos” en esa meta.

Dualidades y perezas

Así como el acto del lunes le arruinó la semana al peronismo, los “compañeros”, que no estaban cruzados de brazos, antes, tampoco se quedaron a llorar plazas perdidas, después.

El miércoles, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo lideraron un acto masivo en Aguilares, con el legislador electo Sergio Mansilla y la intendenta Elia Fernández como anfitriones. El martes, el vicegobernador estuvo a la mañana en Banda del Río Salí, con el intendente Darío Montero; y a la noche en Simoca, con el intendente Marcelo Herrera. El lunes del acto macrista, Manzur se instaló en Buenos Aires, a pura rosca nacional; mientras que Jaldo visitó Esquina y Mancopa. El día anterior, ambos participaron del festival de Burruyacu, donde además celebraron (postergado), el cumpleaños del intendente Alberto Leal. Ayer fue Alderetes a la mañana y Monteros a la noche, con movilizaciones contundentes.

Todas esas actividades son duales: después de los actos con público, hay reuniones con la dirigencia para planificar la campaña y el control de los comicios. Los líderes locales de Cambiemos, antes y después del acto del lunes, ¿qué proselitismo de magnitud desplegaron? ¿Qué planificaron para sostener el entusiasmo de esta semana? En este punto, a Macri, a quien le cabe la responsabilidad por el resultado de las PASO, no puede achacársele también la pereza de los que sólo hacen campaña con comunicados de prensa.

Ausencia presente

La cuestión adquiere otra dimensión si se tiene en cuenta que, entre las decenas de miles de asistentes, brilló una ausencia: la del intendente Germán Alfaro.

En los desmanejos previos al desastroso resultado de las primarias, la soberbia de la Casa Rosada alimentada por la mezquindad de algunos tucumanos, se le negó al jefe municipal del distrito más importante de la provincia la boleta de Macri-Pichetto, para que su espacio participara con precandidatos. Este fin de semana, encumbradísimos ministros que jamás lo recibieron en Balcarce 50, lo llamaban a cualquier hora para ofrecerle, inclusive, que fuera orador el lunes. Pero amor con amor se paga. El anfitrión de la movilización de la capital no fue a esa fiesta. Envió a su esposa, la diputada Beatriz Ávila, como embajadora de buena voluntad. Si se subía al escenario, Alfaro hubiese sido el tucumano que más tenía para perder ante un eventual triunfo de Fernández-Fernández. Eligió no perder dos veces a manos de los mismos macristas que lo hicieron resignar la posibilidad de sumar una diputación para el Partido por la Justicia Social.

La doctrina “Una de más”

Finalmente, en el entusiasmo del lunes, Juntos por el Cambio cometió un error. Hizo “una de más”. Macri vino en el Tango 01 a una tarde destinada única y excluyentemente a su campaña para la reelección. Su Gobierno, en el orden nacional, y sus referentes en Tucumán, criticaron acertadamente que en el acto de campaña de Alberto Fernández, organizado aquí el 18 de septiembre, se usara el avión sanitario para que la intendenta Verónica Magario viniera y volviera a La Matanza. Los cuestionamientos llegaron hasta el punto de convertirse en una denuncia penal contra Manzur. ¿Pero ahora sí está bien que el Presidente use el avión oficial de la Nación para venir a su propio acto proselitista? Dos semanas de airadas objeciones en contra del uso avión tucumano quedaron estrelladas en un solo aterrizaje del Tango 01.

No se trata (para despejar maniqueísmos) del reduccionismo de pretender que unos y otros son iguales, idea que a estas alturas ofende tanto a los macristas como a los peronistas. No se trata de lo que “son”, sino de lo que “hacen”. Luego: en campaña, no puede haber mensajes ambiguos. Especialmente, para los electores que están fuera de la grieta. Si era populista que Manzur use el avión en campaña, ¿cómo se califica la práctica idéntica en el caso de Macri?

Expectativa de doble filo

De esto deviene una advertencia esquivada: si la lógica radical es que a su coalición le va mejor en las generales que en las PASO, entonces lejos de olvidarse tienen que preocuparse por FR. En las primarias de 2017, logró 30.000 votos… y más de 90.000 en octubre de ese año. Ricardo Bussi estuvo a 4.000 votos de ser electo diputado nacional.

El país se polariza pero Tucumán, desde el retorno de la democracia, no es bipartidista y el bussismo ha sido elegido varias veces como la tercera alternativa para quienes estaban desencantados con peronistas y con radicales.

Aún quedan dos semanas. La suerte no está echada.

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