Por Federico Espósito
05 Octubre 2019
Entre la estación Tobitakyu y el estadio Ajinomoto hay dos cuadras de barrio que rebosan de vida cada vez que se juega un partido de la Copa del Mundo. Allí, bajo el implacable sol tokiota se cocinó la previa de Argentina vs Inglaterra, entre barriles de cerveza, disfraces, fotos compartidas, cánticos y hasta un Lamborghini haciendo rugir el motor para delirio de los argentinos, la mayoría de los cuales jamás había visto uno en vivo.
“Es la primera vez que venimos a un Mundial, y la verdad que el ambiente que se vive es único. Además, estamos fascinados con la limpieza y el orden. Ver gente que fuma y tira las cenizas en un papelito para no ensuciar”, comentó Eduardo Aduriz, uno de los tantos tucumanos que arribó a Japón. Su hijo, Esteban Aduriz, estaba tan sorprendido como él. “Ya vimos la torre de Tokio, ahora queremos ir al Monte Fuji. Eso sí, estoy sufriendo un poco porque todo es muy chiquito: las camas, los baños, los espacios”, describió Esteban. De todos modos, ambos disfrutan de la fiesta del rugby. “Una pena que el equipo se haya caído tanto, siendo que hace unos meses andaba bárbaro en el Súper Rugby”, lamenta Eduardo.
Desde Brasil llegaron más tucumanos. Gabriel Sustaita, ex Lawn Tennis que reside hace varios años en Minas Gerais, viajó con su esposa Paola y sus hijos: Silvina, Juan Manuel, Julieta, Máximo y Elena. “Tres de ellos estudian en Tucumán, así que nos juntamos en San Pablo y vinimos vía Dubai”, cuenta Gabriel. “Ya había ido al Mundial de Nueva Zelanda 2011 con mi viejo, el Pelado Sustaita, y ahora se dio la oportunidad de hacer este viaje en familia. Como dice el slogan “once in a lifetime” (una vez en la vida): ¿cuántas veces se va a hacer un Mundial en Japón? Era una gran ocasión para venir y ver algo distinto”, explicó.
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