No se puede saber si estaba bien mantenido el avión

No se puede saber si estaba bien mantenido el avión

“Hay un vacío informativo total (sobre el estado del Beechcraft B-58 al momento del accidente)”, dijo la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil.

TRAGEDIA AÉREA. Los cuatro ocupantes del avión fallecieron en el acto, según informaron desde el Sistema de Emergencia de Tucumán. TRAGEDIA AÉREA. Los cuatro ocupantes del avión fallecieron en el acto, según informaron desde el Sistema de Emergencia de Tucumán.
19 Septiembre 2019

La Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiaac) concluyó que no se puede saber si gozaba de mantenimiento adecuado el avión que se estrelló en la localidad tucumana de El Naranjo en abril de 2018. “Hay un vacío informativo total”, determinó el documento final sobre el accidente emitido un año más tarde. El informe técnico previo elaborado por el organismo que depende del Ministerio de Transporte de la Nación consigna que se consultaron a varios talleres aeronáuticos de uso frecuente por los propietarios de la aeronave, un Beechcraft B-58, pero ninguno de ellos había registrado trabajos para mantenerla. Los especialistas de la Jiaac descartaron, sin embargo, que un problema de origen técnico haya ocasionado el accidente, y apuntaron a las malas condiciones meteorológicas y a la planificación defectuosa del vuelo.

Este informe preliminar fue presentado el 11 de agosto de 2018 y lleva la firma del investigador Hugo J. Seelig. El autor describió las medidas practicadas respecto de la tragedia ocurrida el 10 de abril que ocasionó la muerte del piloto Miguel Urtubey, y de los empresarios José y Álvaro Calliera, y de Javier Zagaglia. El avión de propiedad de la Estancia El Azul SA, establecimiento de la familia Calliera, cayó aproximadamente a las 11.40 y luego se incendió.

Seelig informó que la aeronave impactó sobre la ladera de Medina, una sierra con forestación selvática. “Los extremos de ambos planos del avión chocaron las copas y ramas de los árboles a una altura aproximada de 15 metros y luego se desplazó alrededor de 20 metros hasta que se topó con árboles más robustos”, indicó. El investigador añadió que los restos se encontraron en posición invertida y contra la base de tres árboles: “la cabina y gran parte del fuselaje se incendiaron (...) por la ruptura de los tanques y la pulverización del combustible”. El fuego quemó la documentación de la nave.

El informe de la Jiaac subraya que el Beechcraft B-58 disponía de matrícula extranjera. “En cuanto a su mantenimiento, desde la fecha que ingresó al país en 2016 hasta la fecha del accidente no se obtuvo información que determine si cumplía con el mantenimiento de acuerdo con lo recomendado por las normativas vigentes y el fabricante”, expresa. Y precisa que el avión ingresó a los Estados Unidos proveniente de Sudáfrica, donde realizó la inspección correspondiente para ser matriculado en el país, y, con posterioridad, ingresó a la Argentina con sus certificados y habilitaciones de EEUU. Seelig agregó que, según la Autoridad Aeronáutica Argentina (ANAC), los dueños del Beechcraft B-58 no iniciaron ningún trámite para el cambio de matrícula como tampoco tenían algún permiso especial para mantener el registro extranjero más allá del plazo reglamentario, que estaba ampliamente vencido.

“La operación de la aeronave durante un extendido período de tiempo sin condiciones legales de certificación, con un piloto sin certificación personal, escapó a los mecanismos de vigilancia de seguridad operacional de la ANAC. En este sentido, la operación de la aeronave de manera privada y en lugares más bien remotos son indudablemente factores que dificultan el ejercicio de los mecanismos de supervisión vigentes”, manifiesta el informe final de la Jiaac.

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