El “Santo” no pudo romper el maleficio en San Martín

El “Santo” no pudo romper el maleficio en San Martín

El empate lo castigó y prolongó la racha nefasta del “Santo” contra Chacarita.

HOMENAJE. En el estadio de San Martín, en sus paredes hay una gigantografía que recuerda al inefable Carlos Balá.  HOMENAJE. En el estadio de San Martín, en sus paredes hay una gigantografía que recuerda al inefable Carlos Balá.

Otra vez San Martín no pudo cantar victoria en San Martín. El empate lo castigó y prolongó la racha nefasta del “Santo” contra Chacarita, al que jamás venció en rodeo ajeno. Chacarita es el corazón de San Martín desde su inauguración, el 8 de julio de 1945. Su estadio, ubicado a unas 20 cuadras de la avenida General Paz, fue el destino final de un largo deambular para el club “funebrero”, desde su nacimiento en el barrio homónimo en la Capital Federal.

Cuando dejó el barrio de Villa Crespo -último domicilio previo, justo en el lugar donde ahora se levanta la cancha de Atlanta-, salió ganando en varios sentidos: su caudal de socios aumentó considerablemente: San Martín no contaba con un equipo de fútbol en su geografía, por lo que la gente de la zona adoptó rápidamente al “Tricolor”.

En la década del 40, sobre los terrenos donde hoy se erige el “estadio sin nombre” (se llama “de Chacarita Juniors”) existían un hipódromo y un velódromo. Con el paso de los años, no pudieron cumplir con el objetivo de construir la “cuarta tribuna” y cerrar el anillo, aunque sí cambiar los viejos tablones de madera por cemento con muchos escalones en alto (y una capacidad de más de 25.000 espectadores).

Aunque no pudo cumplir con ciertas expectativas de crecimiento, y en las últimas décadas careció de largas permanencias en Primera división, los fanáticos del “Funebrero” tienen de qué estar orgullosos: aquella estrella conquistada en 1969 -una rareza absoluta por entonces que un equipo chico gritara campeón-, con una mítica goleada 4-1 sobre River en cancha de Racing incluida.

IMPECABLE. Un ingreso al estadio. IMPECABLE. Un ingreso al estadio.

Mientras San Martín llegaba al estadio, con la expectativa de romper el maleficio en su localidad homónima, por el sector de prensa caminaba a sus 89 años Miguel Perticone, hijo de uno de los fundadores del club, Nicodemo Perticone. Don Miguel recuerda todavía una batalla de antaño, una visita a La Ciudadela a principios de los 70, en que se desató una batahola y jugadores y dirigentes del “Funebrero”, según sus palabras, literalmente debieron huir ante la amenaza de un ataque. Eso fue antes de que las barras bravas de ambos clubes “hicieran la amistad”.

“Chaca” tiene muchos hinchas ilustres, quizá ninguno como el inefable Carlitos Balá, quien desde uno de los paredones externos del estadio sigue preguntándole a niños y grandes “¿qué gusto tiene la sal?”

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