La NBA no es perfecta
RESPONSABLE. Popovich evitó hablar de las figuras de EE.UU. que faltaron. RESPONSABLE. Popovich evitó hablar de las figuras de EE.UU. que faltaron.

Por un lado están los elogios, la admiración que produce el compromiso colectivo de la formidable selección argentina de basquetbol que define hoy ante España el Mundial de China. Y, por otro, un debate más internacional: la sorpresa de que uno de los finalistas, justamente Argentina, haya llegado a la instancia decisiva del Mundial FIBA sin tener en su plantel jugadores de la todopoderosa NBA. “Eso demuestra que la NBA no es perfecta”, se ríe Andrés Nocioni, especialmente porque Facundo Campazzo, afirma, tiene todo para jugar en esa NBA que, pese a los cuestionamientos de estas horas, sigue siendo el circo máximo del basquetbol mundial.

La NBA, está claro, desairó al torneo de China. Primero porque de 35 jugadores seleccionados originalmente apenas cuatro fueron a China. “Fue una decepción. No se puede evitar notar y recordar con quién creíamos que íbamos a la guerra y quién no apareció”, dijo Jerry Colangelo, director de USA Basketball. Una de las príncipales bajas fue la de LeBron James, que tenía que cumplir compromisos comerciales para filmar Space Jam 2. LeBron tenía que elegir entre Bugs Bunny y su selección. Eligió Bugs Bunny. El parcial 32-7 al que lo sometió Serbia el jueves pasado tal vez sea la humillación máxima en la historia de la selección de Estados Unidos con jugadores NBA. Ese partido terminó siendo derrota 94-89 y Estados Unidos cumplió así su peor actuación de siempre, séptimo puesto, aunque clasificado al menos para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde la historia, seguramente, será otra. Vayamos sabiéndolo.

Más que las derrotas, sorprendió Estados Unidos por el juego insólitamente pobre de los minutos finales de la primera caída ante Francia y del primer cuarto del partido siguiente contra Serbia. Es cierto que era una selección C de la NBA. Pero, aún así, asombró ver errores tan básicos. Y sorprendió mucho más si advertimos que en el banco de la selección de Estados Unidos estaba un tal Greg Popovich, el DT multicampeón con “Manu” Ginóbili en San Antonio Spurs, la franquicia de juego colectivo más admirado en la historia reciente de la NBA. Y que el asistente de Popovich era Steve Kerr, acaso su gran heredero, técnico de Golden State Warriors. Fue la demostración de que ningún entrenador, por brillante que sea, puede ser un mago si los ejecutantes, los jugadores, no logran estar a la altura de la exigencia.

Popovich había sido técnico asistente de Larry Brown en dos fracasos previos del llamado Dream Team. Sexto en Indianápolis 2002 y tercero en Atenas 2004. Más allá de sus anillos NBA, para Popovich dirigir a la selección es un compromiso alto. Fue militar. Siente como un honor representar a la Nación. Siempre sospechó que su no designación como DT titular cuando cesó Brown se debió a esos fiascos de 2002 y 2004. En su lugar, fue designado Mike Krzyzewski, responsable de todos los oros siguientes, Juegos de 2008, 2012 y 2016 y Mundiales de 2010 y 2014. Al designar a Popovich en 2015, la Federación de Estados Unidos creyó que los mejores jugadores querrían seguir jugando para la selección. No fue así. Kawhi Leonard, Stephen Curry, James Harden, Anthony Davis y muchos más dijeron no, además de LeBron, comprometido con Bugs Bunny. Ese fue el primer golpe. El segundo fue el Mundial en sí mismo. Pero Popovich siguió siendo el mismo de siempre: “Hablar de los jugadores ausentes -afirmó tras la primera caída ante Francia- es una falta de respeto para las demás selecciones y para mis 12 jugadores que sí aceptaron venir al Mundial”.

En rigor, le faltaron jugadores NBA a las principales selecciones del Mundial. A Canadá, inesperadamente eliminada en primera rueda, le cumplió sólo uno de sus 15 NBA. Y el otro punto es que la propia NBA, al globalizarse, perdió también algo de su talento local. El mejor defensa de la última temporada fue un francés (Rudy Gobert), el mejor jugador un griego (Giannis Antetokounmpo), el mejor novato un esloveno (Luka Doncic) y el de mejor evolución un camerunés (Pascal Siakam). El título, además, fue ganado por la única franquicia que reside fuera de Estados Unidos: Toronto Raptors, una de cuyas principales figuras es el español Marc Gasol, gran rival para Argentina en la final de hoy en China. La NBA cuenta con 108 jugadores internacionales que representan a 42 países. Una cuarta parte del total.

Globalizada, la NBA despreció además al Mundial. La final de China habla español. Y no tendrá jugadores negros, una rareza si hablamos de básquet. Los aficionados más defensores del basquetbol de la FIBA resaltan entonces que sus juegos más tácticos superan a un show más individualista de la NBA. Se pueden abrir muchos debates, por supuesto. Pero si Estados Unidos arribaba a China con LeBron y compañía casi nadie duda que el Mundial habría quedado en manos de la NBA.

Y no habría debate si FIBA o NBA, torneos, además, que tienen reglamentos distintos, un dato más para afirmar que resulta imposible comparar cuestiones del basquetbol con el fútbol, como muchos han hecho en estas horas. Bienvenida la comparación si ayuda a crecer. Distinto si el elogio a uno es utilizado solo para despreciar al otro. Como sea, China celebra hoy la vigencia eterna de Argentina en deportes colectivos. Trabajo de equipo. De eso se trata el basquetbol.

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