Cartas de lectores

- Fundación de Monteros (I)

En agosto pasado, hace pocos días, por medio de LA GACETA se recordó a Monteros por su nuevo aniversario, con varias publicaciones pero con el mismo fin: recordar la historia e inicios de este pedacito de tierra tucumana. Quisiera rescatar algo que también es parte de su historia más reciente: su festival “Fortaleza del Folklore. Monteros canta a la Patria”. Y, al decir eso digo: Trío San Javier (tucumanos ellos) que popularizaron el tema “A Monteros”, que se convirtió en su emblema que hoy canta al país. Mis líneas van dirigidas a Pedro Favini, su autor, como también autor de “La Oma”. Él ya no está, desplegó sus alas. Por eso mi homenaje. Tucumán es Trío San Javier. Monteros, forma y formará parte por siempre del latido de la tierra tucumana.

Margarita Poggi de Bottone

- Fundación de Monteros (II)

Adhiero a Arturo Dionisio Zelaya, carta del 03/09/19, sobre la Fundación de Monteros. Manifesté (en “Los Primeros Habitantes”, 2003) a personas y a dirigentes de Monteros que la historia de Monteros es anterior a 1754. La doctora Ana María Lorandi (“El Tucumán Colonial y Charcas”, 1997), que comenzó estudiando a Tucumán junto al antropólogo Alberto Rex González, analizaba que cuando el 24 de septiembre de 1685 se realizó el traslado de San Miguel Tucumán, que había estado en Ibatín durante 120 años -casi siete generaciones de tucumanos-, hacia el lugar llamado La Toma, la mitad de la población no se trasladó a la nueva ciudad. Estaban bien establecidos con sus fincas, sementeras, animales, que vendían muy bien al Virreinato de Perú. Varias familias se habían establecido en la antigua merced de don Diego González de Tapia, “las tierras de Tapia”, entre los ríos Tejar (Pueblo Viejo) y Mandolo (Romano), principalmente don Francisco de Leorraga, quien en 1676 compró esas tierras a doña Juana Romano. Se sumaron los Aragón, los Díaz Bernio, Román Pastene, los Olea. Corroborado e investigado por las doctoras López y Rivas (“Asentamientos y pueblos rurales de Tucumán”, 2016), conocemos más detalles y nombres de estas tierras que pertenecían al curato de Chicligasta. Dicen que recién en 1711 se las conoce como de “los Monteros” por un vecino de apellido Montero, “que allí convivían españoles, indios, mestizos, esclavos y libertos”. Que límites indefinidos dieron lugar a pleitos. Que en 1711 y 1726 se reunieron en la ya llamada “estancia de los Monteros” a cuatro pueblos de encomiendas, y que ese caserío fue el más importante de la zona. López cuenta que “en 1719 se hablaba del milagro de Nuestra Señora del Rosario en ese lugar, llamado paraje de la Capilla de los Monteros, donde en 1745 se prohibieron las fiestas parroquiales, eran 15 días de excesos, embriaguez, juegos y pendencias”. Que ya había desacuerdo entre las estancias de Leorraga y la de la Compañía de los Monteros situadas en el mismo terreno. En 1735, en el padrón de este paraje está registrado don José Monteros, fletero con mulas. En 1744 se la conocía como “estancia de los Monteros”, a nombre de tres oficiales: Nicolás, Francisco y Gerónimo. En 1747, para no tener conflicto, por mediación de Felipe de Alurralde, los Monteros y sus vecinos decidieron comprar a Baltazar de Leorraga estas tierras, las que fueron pagadas en mayo de 1754. En agosto de 1754, el Cabildo procedió a la mensura y amojonamiento en tierras de esas familias, Monteros, Sosa, Olea, Roble, Carrasco y otros, que ya vivían y hacían el pueblo de “los Monteros”.

Lucía Benjamina Mercado


- Las otras madres

Una vez más viene a mi memoria al conmemorar el Día del Maestro, a recordar también como “El día de las otras madres”. A una madre nunca se la olvida, aunque físicamente no puedas estar con ella. Así, a pesar de mis seis décadas vividas, puedo encontrar aún sus nombres en mi mente y sus abnegadas vocaciones de educadores. Ahora y siempre comprendí esa abnegación de que eran y serán las otras madres. Para mí así lo fueron, porque llegaron hasta conocer que nos faltaba atar el cordón de nuestros zapatos, y sino podíamos desinteresadamente se inclinaban a atarlos. Vaya mis recuerdos y saludos a la maestra Lolita Figueroa. La tuve desde jardín hasta el tercer grado; a la señorita Gray en cuarto y quinto grado, y a la majestuosa, a la que nos hablaba ya del futuro, la señorita Dorna Sainz en la escuela Patricias Argentinas. Al nombrarlas se me escapa ese lagrimón de alegría y amor por esos seres que marcaron no solamente mi vida, sino que me enseñaron a marcarlos en todos mis sucesores.

Cacho Coronel

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- El vandalismo y los gobernantes

Ante el inentendible -¿o sí?- vandalismo imperante y que azota cada rincón de esta castigada provincia, cabe preguntarse qué causas lo originan. Tal vez una de ellas es lo que la sociedad observa atónita: una desigualdad que se evidencia cada vez más, hasta asemejarse a un sistema de castas. Sin espíritu de defensa alguna de determinado estamento, cabe preguntarse si aquella no es la principal. En una provincia donde las instituciones hacen agua por doquier, donde el nepotismo y el amiguismo servil asquean a la comunidad, donde los representantes del pueblo gozan de privilegios irritantes en época de crisis, donde nadie habla de crear fuentes genuinas de trabajo y que los habitantes cuenten con una merecida y necesaria educación, no resulta difícil entonces encontrar el motivo de tanto desquicio social. Y ni hablar de la seguridad. Es imperioso igualar con un verdadera inclusión que conlleve la tan mentada, y reitero, e imprescindible educación, para ver dentro de varios lustros los resultados, que nos hagan parecer una región medianamente civilizada. Reza un dicho: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, lo que obedecen pierden el respeto”.

Ramón Alfredo Maldones


- Los más infelices del mundo

La encuestadora Ipsos Gobal Advisor decidió medir el grado de felicidad y bienestar de los países del mundo y ubicó a la Argentina en la cola de los países felices. Nos sigue España. Es decir, somos los más infelices del planeta (panorama tucumano de Guillermo Monti, LA GACETA 06/09/2019). Ser infeliz significa “no tener suerte, estar en desgracia, ser triste”. Con tales negatividades, estamos propensos a la depresión. ¿Y quién tiene la culpa de esto? Tal vez los continuos desaciertos, o la incapacidad de gobernantes y/o asesores, la falta de responsabilidad, de seriedad o dignidad en los encargados de todo nivel en la conducción del poder. Si aceptamos alegremente este vergonzoso apelativo de “infelices”, será un duro y oprobioso sinceramiento que, por lo menos, debería tirarnos a la cama. ¿Con qué cara vamos a contarles a nuestros nietos, que la “gloria” que invocamos al cantar el Himno Nacional estamos todavía lejos de alcanzar? ¿Por qué? Cuesta decirlo, pero ahí va: por nuestra propia testarudez.

Darío Albornoz


- Básquetbol argentino

Como tucumano y deportista quiero expresar mi profunda satisfacción y alegría por el excelente desempeño que viene demostrando nuestro seleccionado argentino en el Mundial de Basquetbol. Estos resultados no sorprenden. Se deben, fundamentalmente, a la gran política que viene desarrollando, desde hace mucho tiempo, su dirigencia, como también a la aplicación de dicha política por parte de la conducción técnica y de sus protagonistas principales, nuestros queridos basquetbolistas. No recuerdo ningún hecho que amerite comentarios negativos que pueda manchar la trayectoria de nuestro basquetbol argentino. Con lo expuesto, quiero resaltar la trayectoria del presidente de la FIBA (Federación Internacional de Basquetbol), nuestro querido contador público nacional Horacio Muratore. Gracias a su gran trabajo y gestiones en el mundo, nuestro basquetbol pasa desde hace un tiempo, por el mejor momento de su historia. Nosotros, como tucumanos, debemos estar por demás orgullosos de que quien maneja los destinos del basquetbol a nivel mundial, desde el año 2014, sea un gran dirigente y excelente persona y que, para orgullo nuestro, ¡sea tucumano!

Rodolfo Emilio Castillo


- Sarmiento en San Pablo

A 131 años de la muerte del prócer Domingo Faustino Sarmiento, me parece oportuno recrear algunas páginas que redactó en su visita al ingenio San Pablo de Tucumán, en el Censor del 4 de agosto de 1886, en adelante. Apuntaba que sobre el perímetro de la fábrica había un santuario y las ruinas del viejo edificio industrial anterior. Hablaba del antiguo Pino Histórico que, en la tradición, daba sombra en sus meditaciones al general Manuel Belgrano. La escuela Paulistana era un galpón con galería, en donde se enseñaba gramática, geografía, historia y ortografía. El maestro a cargo recibía el pago de $ 2 por parte de la compañía azucarera. Tenía ayudantes mujeres que enseñaban a coser. Sarmiento apuntaba y exhortaba a los educandos a leer y a escribir: recomendaba dos libros de origen norteamericano traducidos al castellano. La mayoría de los alumnos eran hijos de los 300 aborígenes tobas que trabajaban en diferentes tareas. Los niños sólo sabían contar hasta cuatro, porque carecían de vocabulario para indicar otro número. Estos eran disciplinados en la parte laboral, porque un indio mayor los hacía andar en dos grupos: unos hacían el trabajo grosero y duro de la caldera a leña y el canchón, estibando caña de azúcar; los otros, los más inteligentes, estaban dentro de la fábrica operando maquinaria francesa. El trabajo requería brazos responsables e inteligencia para ayudar a las máquinas y darles dirección a las grandes mecánicas de un ingenio. El testimonio del dueño del establecimiento dice que los tobas eran mansos, bondad de carácter, alegres, trabajaban de buena voluntad y orden. Finalmente, una asociación de ciudadanos tucumana que hace base para ayudar a la difusión de la enseñanza, daba a Sarmiento, el 12 de agosto de ese mismo año, un diploma como miembro honorario de la Asociación Amigos de la Educación Popular.

Federico Maximiliano Herrera


- Café de Los Inmortales

En la carta del lector Mohfaud del 06/09/2019, con el mismo título de la que acá escribo, hay una confusión de fechas y de estilos de poetas que, estimo, es preciso aclarar. El lector dice que el negocio se inauguró en 1924, y que entre los clientes, todos autores de letras de tangos, se encontraba Rubén Darío (él sí que es inmortal), lo que es imposible, ya que el egregio Rubén (foto) había fallecido el 6 de febrero de 1916. Tampoco fue enterrado en La Chacarita, ya que Darío murió en León de Nicaragua. El exquisito poeta vino a la Argentina en agosto de 1893, como cónsul de Colombia (pese a ser nicaragüense), por un acuerdo político del ex presidente de Colombia, Rafael Núñez. Al año siguiente suprimen la plaza y comienza a trabajar como colaborador del diario La Nación. A fines de 1898 partió hacia España como corresponsal de La Nación. Regresa a la Argentina en 1910, invitado al Centenario de la Revolución de Mayo y, según veo, fue su última visita a nuestro país. Nunca estuvo emparentado con el tango.

Mario Figueroa

Pje. Santos Dumont 1.826

San Miguel de Tucumán

Las cartas para esta sección deben tener un máximo de 200 palabras, en caso contrario serán sintetizadas. Deberán ser entregadas en Mendoza 654 o en cualquiera de nuestras corresponsalías haciendo constar nombre y domicilio del remitente. El portador deberá concurrir con su documento de identidad. También podrán ser enviadas por e-mail a: [email protected],  consignando domicilio real y N° de teléfono y de documento de identidad. LA GACETA se reserva el derecho de publicación.

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