El agite de los bonos

El vapuleado Julio Antonio Miranda había logrado lo que nadie en 18 años: sacar de circulación los odiados Bonos de Cancelación de Deudas (Bocade) con los que los tucumanos perdían dinero, independencia para utilizar sus ingresos y tenían una dependencia casi absoluta de la usura para convertirlos en moneda nacional. Fue en 2003 y el entonces gobernador hablaba de que se habían derribado varios mitos con el cambio por pesos de los 166,9 millones en bonos. Por ese entonces se decía de todo de Miranda, entre otras cuestiones, que había emitido más Bocade de lo que la ley permitía y que “habilitaba” que hubiera en circulación truchos. “Creo que el ciclo de los bonos se cerró definitivamente. Ahora lo importante será mantener el equilibrio fiscal y evitar incurrir en nuevos endeudamientos”, decía su secretario de Hacienda, Eduardo Jairala, con la sapiencia del hombre de carrera en el Estado que aún asesora al Poder Ejecutivo desde el Ministerio de Economía.

Pasaron casi la misma cantidad de años desde que dejaron de circular los bonos (16) que los que estuvieron en circulación (18) y ahora se volvió a hablar de ellos. No de que Tucumán emita cuasimoneda, pero se los mencionó y, como estudia el psicoanálisis, el peso de las palabras siempre es potente y nunca es casual. El primero que mencionó el tema fue el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, quien sostuvo: “hay provincias que están pensando en la cuasimoneda: no tienen crédito, están endeudadas, no emiten pesos pero tienen que seguir pagando los sueldos. Si el Gobierno nacional sigue acorralando a las provincias, no hay dudas de que a una medida así o similar van a tener que recurrir las provincias”. Inmediatamente aclaró que Tucumán no analiza emitir bonos. Luego lo siguió Juan Manzur, pero con un tono más cercano al de una expresión de anhelo que al de una certeza: “vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que los bonos no vuelvan a Tucumán”. Inmediatamente después aclaró que él no piensa ahora en esa medida.

¿Por qué mencionaron la cuestión Manzur y Jaldo?

Por varios motivos. El principal no es justamente económico-financiero sino más bien político, y el principal destinatario por tener que regresar a ese maldito sistema de monedas espurias es Mauricio Macri. De paso, se ayuda Alberto Fernández criticando el plan económico nacional. También ayuda puertas adentro y va con mensajes para la tropa propia y para los empleados públicos. Para los dirigentes peronistas es aclararles que tendrán que militar en serio de cara a las presidenciales, es decir, sin dinero y pateando la calle. Una suerte de “no pidan plata que no hay”. De hecho, días después de esas declaraciones, el vicegobernador juntó a los legisladores de su espacio -muchos de los cuales son líderes territoriales de fuste- y les transmitió directamente esa orden.

Respecto de los trabajadores estatales, el agite del fantasma de los bonos buscó aquietar reclamos que puedan ir más allá de la cláusula gatillo, que ya tiene a maltraer las finanzas oficiales. Por otra parte, hablar de que otras provincias ya piensan -y seguramente- emitan bonos habla de lo bien que hizo los deberes Tucumán, que no necesita recurrir a esa “herramienta”. Es parte de un discurso que el oficialismo comarcano viene instalando desde hace tiempo: somos una isla en medio del desierto nacional.

En tercer lugar, hablar de los Bocade deja abierta la puerta para utilizarlos si allá lejos y en el tiempo hacen falta. Se dirá que se advirtió, que no se quiso, que Tucumán fue la “última”, pero que Macri no dejó opción... Es bueno hablar de algunos temas, aunque no sean tema.

El Macri de Blasco

¿Gonzalo Blasco asesora a Macri? La ironía viene a colación de la propuesta del productor agrario tucumano (emulada y luego retractada por el legislador Luis Brodersen), de pagar un bono de $ 5.000 a sus empleados como “incentivo” si el Presidente llega al balotaje electoral, y de la medida que analiza el Poder Ejecutivo Nacional, de que por decreto se pague un bono similar a todos los empleados del sector privado. Casualidades para el revuelo político.

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