Borges, poesía y filosofía

Borges, poesía y filosofía

Jorge Luis Borges es un maestro en introducir lo universal en lo particular y quizás es este juego sutil lo que lo hace complejo y fascinante al mismo tiempo. En sus textos nos ofrece, de modo inesperado, verdades irrefutables. La palabra poética en él sobrepasa con creces la realidad subjetiva para ingresar en lo universal y hablarnos de nosotros y a nosotros mismos. Bajo sus temas literarios, descubrimos -escondidas y tenues– huellas de asuntos metafísicos con temas como el mundo, el tiempo, el infinito, la identidad personal, el lenguaje, lo divino. Esa universalidad es, precisamente, filosofía y arte.

25 Agosto 2019

> A 120 AÑOS DE SU NACIMIENTO

Por Cristina Bulacio

PARA LA GACETA - MOSCÚ

Dios ha creado las noches que se arman/

De sueños y las formas del espejo/

Para que el hombre sienta que es reflejo/

Y vanidad. Por eso nos alarman.

Los Espejos

“La poesía es más filosófica que la historia”, sostiene Aristóteles en su Poética. La historia narra lo sucedido, la poesía, por el contrario, revela lo universal. Y lo universal es tarea de la filosofía. Este poema de Borges lo prueba. El vocablo “reflejo”, como equivalente a la condición humana, alude a una situación universal por todos reconocida: la levedad y contingencia de la existencia misma.

Lo dijimos a menudo, Borges no es filósofo… ¿o sí?

Él hace literatura, trabaja con ficciones. Recurre –con libertad– a paradojas, contradicciones, sinsentidos, con los que siembra su obra y que ningún sistema filosófico soportaría. Sin embargo, produce en el lector la extraña sensación de alcanzar una realidad que no por inverosímil es menos cierta. Las ficciones borgeanas no dicen la verdad, el pacto con el lector lo anuncia: son un juego. A pesar de esa carga lúdica de ironía y escepticismo, revelan, precisamente por ser un juego, una fuerte cuota de verdad. Y ese acercamiento a una verdad ilusoria, ayuda para que la ambigüedad sea la tónica del relato y, por lo tanto, el lector siente que está en tratos con una verdad escondida tras las máscaras de lo ficcional y queda atrapado por ese algo de verosimilitud con que inviste a lo irreal. Y en ese borde en el que se instala Borges se cruzan con maestría, verdad y ficción, filosofía y poesía.

De esta dualidad hablaban los griegos –el término literatura es mucho más tardío– porque tienen en común que, en cuanto son lenguaje, no pueden prescindir de los artilugios de la racionalidad. Borges transita por senderos filosóficos con la aparente intención de jugar con ellos…pero descubrimos, en la universalidad de sus textos, un pensador cuya lucidez le permite tejer con ficciones poéticas mundos de gran rigor filosófico e inusual genialidad.

Realidad, razón y ficción

¿Por qué literatura para hablar de filosofía? Porque literatura y filosofía han confundido sus rutas desde Parménides y Platón, hasta Kierkegaard o Nietzsche. Y también porque la ficción, a la que se creyó propiedad de la literatura, es un notable ingrediente del universo filosófico. Borges lo dijo: la metafísica, suelo nutricio de la razón, es “una rama de la literatura fantástica”. Esta ironía, que pone en cuestión el arraigado prestigio de la metafísica en Occidente, dice algo verdadero.

Se lo lee y cita en el mundo casi con veneración. Su palabra poética, como la de todo poeta mayor –Cervantes, Goethe o Shakespeare– es fundante de una cultura. Borges ha fundado nuestro modo de ser argentinos y también universal, somos sus herederos. Su obra emite un resplandor del que es difícil sustraerse. Transitar por su obra es una celebración de la belleza y del pensamiento; evoca el anhelo metafísico de plenitud que nos habita. Su condición poético-pensante le permite hacer literatura (poesía) y pensar filosóficamente.

En Borges, el borramiento de los límites entre realidad y ficción, y entre filosofía y poesía, desconcierta y encanta al lector. Esa mágica mixtura de racionalidad filosófica e irrealidad, tienen la virtud de alertarnos sobre algunas aporías para la razón filosófica de las que él disfruta; los juegos de inteligencia en las tramas de sus cuentos despierta adicciones en sus lectores.

La obra de Borges tiene un perfil abismal porque crea un interminable juego de verdad y ficción. Y esos juegos son, a menudo, inquietantes respuestas a los antiguos interrogantes de los hombres.

© LA GACETA

Cristina Bulacio - Doctora en Filosofía. Autora de Jorge Luis Borges. Entre el tiempo y la eternidad y de Los escándalos de la razón en Jorge Luis Borges.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios