Marcos Novaro: “hay bastante dosis de ajuste de expectativas”

Marcos Novaro: “hay bastante dosis de ajuste de expectativas”

El sociólogo advierte que la elección tiene un contenido ideológico, pero descarta una radicalización de la mayoría.

EL DATO. Según Novaro, por el control de la inflación y del dólar, Macri recuperó buena imagen. EL DATO. Según Novaro, por el control de la inflación y del dólar, Macri recuperó buena imagen.

Marcos Novaro (Buenos Aires, 1965) acaba de publicar Dinero y poder. Las difíciles relaciones entre empresarios y políticos en la Argentina. A pesar de que escribe, investiga para el Conicet y da clases de teoría política en la UBA, también se hace un poco de tiempo para participar de la vida pública del país y firmar, junto con más de 150 personalidades de la cultura, la ciencia y la academia, un documento a favor del presidente Mauricio Macri. En diálogo telefónico con LA GACETA, cuenta que Iván Petrella, el líder de la usina de ideas del PRO, lo invitó a acompañar la solicitada. “Comparto el contenido, a pesar de los errores del Gobierno y de mis críticas”, explica. En esta charla escarba en el contenido de la cada vez más acentuada polarización y llama a no tener miedo. “No veo que los fanáticos sean los tipos que hoy se vayan a llevar puestas por delante las cosas”, transmite.


- El Gobierno mejoró en las encuestas. ¿Hay un cambio en el clima de opinión?

- Es bastante sorprendente el porcentaje, ¿no? No solamente el giro, sino la cantidad de opinión que se movió con muy poco: recuperaron 15 puntos de imagen. Es mucho terreno. Me parece que hay una parte de la explicación que es bastante obvia, que es el cierto control sobre el dólar y la baja de la inflación. Eso está más bajo control. Y también creo que hay bastante dosis de ajuste de expectativas. Hay bajas expectativas y entonces cualquier mejora hace mucha diferencia, porque no es que la gente esté esperando un despegue; no, más bien está esperando que las cosas dejen de empeorar y haya un poquito de luz al final del túnel. Y eso parece que el Gobierno lo puede mostrar. Entonces con poco logran mucho, porque la gente sabe que la situación es muy complicada. Hay una dosis importante de realismo y de resignación, de decir: “bueno, esto va a ser largo”. Esta es una crisis complicada, hay un montón de cuestiones que hay que ver cómo se cambian, cómo se reforman, cómo se mejoran, y algunos cosas antes de mejorar tienen que seguir empeorando. Entonces ante ese panorama, decís: “resignémonos, esto va a ser complicado”.

- Algunos hablan de izquierda y derecha, de autoritarismo y democracia, de populismo y liberalismo… ¿Cómo lo interpretás?

- A mí me parece que la parte positiva de esto es que la polarización algún contenido tiene. No es un capricho de Macri y de Cristina, no es simplemente el capricho de dos figuras que son más o menos iguales. Macri y Cristina tienen algo para decir y dicen cosas muy distintas. Además, la aparición de Pichetto ayudó mucho. Él le ha dado al Gobierno un contenido nuevo, más duro, más combativo, porque ahora se animan a decir cosas que antes no eran capaces de explicar. Esta discusión sobre el capitalismo, donde Cristina tuvo que salir a decir que ella no era anticapitalista, es un efecto Pichetto. Él puso sobre la mesa la discusión sobre el capitalismo con esa palabra cuando dijo: “hay una distinción acá, una pugna entre los tipos que queremos capitalismo y lo que no quieren capitalismo”. Algo de sustancia tiene eso, ¿no? Y además la polarización tiene otros contenidos. Está el tema de la Justicia, donde la puja entre ideas muy distintas se ha transparentado porque Alberto Fernández no ha podido evitar hablar de eso. No solamente al comienzo de la campaña, sino que tuvo que seguir dando explicaciones y va a tener que seguir dándolas. ¿Ellos qué piensan hacer con todos los juicios que hay y qué van a hacer con los jueces que están involucrados en esos juicios? ¿Los van a echar? ¿Les van a hacer juicio político? ¿Los van a correr a un lado disimuladamente? La elección tiene ese contenido y a mí me parece que en ese aspecto la polarización tiene su lógica.

-¿Esto no puede terminar con la mitad del electorado afuera del sistema político?

-Uno quisiera que la polarización se desarrollara y tuviera un resultado abarcador. Es decir, no que gane el 51 % y los otros queden todos afuera. Pero en principio hay una confrontación y hay que ver quién gana. Después hay que ver cómo se incluye a los que perdieron, cómo se los convence, qué se les ofrece para que sean parte del proceso político y no queden afuera. La lógica de la democracia es esa, pero primero hay que contar los números, ver quién tiene más. La competencia es necesaria. Yo no me asusto, a mí no me parece que haya que asustarse con la polarización, porque la mayor parte de la gente está en una posición bastante moderada. No veo que los fanáticos sean los tipos que hoy se vayan a llevar puestas por delante las cosas.

- ¿Los políticos se han ajustado a eso?

- Lo ves un poco en la obligación que tienen todos de moderarse. Había un juego peligroso que hicieron Cristina y su gente después de perder la elección con esa estrategia de resistencia y de ‘cuanto peor, mejor’; pero lo abandonaron en 2017 porque se dieron cuenta de que los llevaba al fracaso. Y desde entonces es más bien el Gobierno el que los pincha. Los pincha con Patricia Bullrich, los pincha con Pichetto y el capitalismo y el anticapitalismo. Pero yo creo que lo cierto es que fue el kirchnerismo el que les abrió la puerta a los antisistema cuando empezó a jugar con romper los límites que hasta para Perón había tenido el capitalismo intervenido y estatizado. Ir más allá de la ley de abastecimiento... Cuando empezaron a jugar con romper esos límites, ahí abrieron una puerta que todavía no se cerró y que es la que le permite a Pichetto decir: “Kicillof es comunista y finalmente ustedes lo estaban diciendo, porque el que inventó el apodo de ‘soviético’ fue Guillermo Moreno”. Entonces ese es un poco el mensaje del Gobierno y tiene su lógica, pero no creo que eso vaya a extremar las cosas demasiado. Me parece que más allá del juego de amenazas, los dos se dan cuenta de que finalmente esto no es Venezuela. Aun cuando el Gobierno juegue con eso, sabe que esto no es Venezuela y que finalmente tiene que pelear con Alberto Fernández, que es un moderado, un tipo que les sonríe a los empresarios y les dice: “conmigo les va a ir mejor”. Yo no veo que eso vaya a cambiar después de la elección. Me da la impresión de que el kirchnerismo va a seguir haciendo ese doble juego, pero no me parece que el Gobierno los pueda empujar a hacer una política realmente antisistema ni tampoco que ellos vayan a pisar el palito tan alevosamente, porque me da la impresión de que han sabido dosificar su propia virulencia.

- Se repite que Alberto Fernández es moderado, pero habla de pedirles cuentas a los jueces, manda a leer a los periodistas, hasta circula un video en el que no reacciona de manera demasiado razonable…

- Bueno, su moderación tiene sus límites. Él es Néstor, si él mismo lo dice: “volvamos a Néstor”. Sí, bueno, pero Néstor era una bestia. Era un tipo que a los periodistas los maltrataba, que creía que la Justicia era su brazo legal, que consideraba que los jueces eran operadores que operaban o bien para él o bien para el enemigo. Esa también es la idea que Alberto tiene. Es un moderado dentro de esta versión kirchnerista del peronismo, que es muy antiliberal. Yo creo que hay tomarlo como lo que es, porque él mismo lo dice. Si él dice: “Néstor es mi modelo”, ya está, ya no hace falta que dé ninguna explicación. Néstor inventó el apriete al periodismo, el manejo de la pauta para premiar y castigar. Entonces cómo te va a asombrar que el tipo finalmente no se banque que los periodistas lo acorralen. No tiene por qué hacerlo, nunca lo hizo. Está acostumbrado a hacer operaciones de prensa. Él entiende así el periodismo.

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