El dilema de los Panamericanos

El dilema de los Panamericanos

22 Julio 2019

Por Sebastián Fest

Especial para LG Deportiva

LIMA - Las Olimpíadas llegaron sólo dos veces a Latinoamérica (México 1968 y Río 2016); pero cada cuatro años la región tiene la sensación de vivir unos grandes juegos: los Panamericanos. Hablar de ellos como mini Juegos Olímpicos es justo, porque hay miles de atletas, hay grandes estadios, hay mucho público, hay horas y horas de televisión y hay muchas -seguramente demasiadas- medallas. Lo que no hay son patrocinadores; no al menos en el volumen en que Panam Sports necesitaría, no a la altura de lo que los Panamericanos aparentemente merecen.

Lima -capital del un país obsesionado con el fútbol, y en el que el polideportivo pasó históricamente por el voley, por el tenis y por ciertos deportes de lucha- está decorada de carteles publicitarios que anuncian los Juegos que comienzan el viernes. “Jugamos todos” es el lema de la campaña que busca captar público para las competencias, una de las dudas que abren los Juegos en un Perú de tradición olímpica limitada. ¿Hay interés suficiente entre los peruanos por los Panamericanos?

En marzo de 2018 el deporte panamericano vivió en Punta del Este un momento clave, un punto de inflexión: la era de Mario Vázquez Raña (ya fallecido en aquel momento) y sus estertores llegaba a su fin. Había que elegir un nuevo presidente, y los candidatos eran tres: Carlos Nuzman, el líder de Río 2016 -hoy en prisión domiciliaria por el escándalo de sobornos en la elección de Copenhague 2009-, José Joaquín Puello, el hombre que organizó en Santo Domingo unos inolvidables Panamericanos en 2003, y Neven Ilic, presidente del Comité Olímpico Chileno (COCH).

No le faltó emoción a la elección en Uruguay, porque Nuzman e Ilic empataron en votos por detrás de Puello. El joven Ilic ganó aquel desempate y luego se impuso al veterano Puello por apenas un voto.

“Me encontré con una organización, la Odepa, completamente detenida en el tiempo, algo que era propio de un ex presidente que tenía 82 años. Muy ordenada, pero necesitada de modernizarse”, explicó Ilic. Cuando dice Odepa se refiere a la Organización Deportiva Panamericana (PASO, en inglés). Una de sus primeras medidas fue cambiarle el nombre para pasar a utilizar un solo idioma y hacerlo más “marketinero”: Panam Sports.

“Hoy las instituciones apuestan al marketing, a la juventud, que es un mercado muy difícil, con formas muy distintas a las que teníamos nosotros de acceder a la información. Por eso cambiamos el logo, cambiamos el nombre. Es un público que nos veía cada cuatro años, pero no en redes sociales o en la televisión con frecuencia. Es increíble pensar que una institución como esta no tenía sponsor, el ex presidente no lo consideraba necesario”, añadió el chileno.

Los sponsors siguen sin llegar en la dimensión que Ilic imaginaba y Panam Sports necesita, pero la mera acción de guglear el nombre de la organización muestra un cambio, con una web moderna y bien estructurada. Vázquez Raña, que con aciertos y desaciertos hizo de los Panamericanos un evento tan grande como personal -según muchos expertos, los mejores Juegos regionales del planeta-, no tenía siquiera una dirección de email para la organización: los correos electrónicos salían del servidor de OEM, la Organización Editorial Mexicana, enorme cadena de medios propiedad del mexicano, que décadas atrás compró incluso la hoy extinta agencia de noticias United Press International (UPI).

Ilic está hoy en otra cosa. Creó, siguiendo la estela de Jacques Rogge, los Juegos Panamericanos de la juventud, cuya primera edición se celebrará en 2021 en Cali, y durante los Panamericanos de Lima intentará acerca a deportistas y público permitiendo el acceso de los espectadores a la villa olímpica, toda una novedad respecto de ediciones anteriores.

Pero los Panamericanos necesitan avanzar en muchos sentidos si aspiran a sobrevivir en un panorama mundial saturado de eventos deportivos.

Son muchas las preguntas abiertas.

¿Cómo ganar más patrocinadores? ¿Tiene sentido mantener deportes como el bowling, el fisicoculturismo, la pelota vasca o el squash, que ni fueron ni son y, casi con total seguridad, ni serán olímpicos? ¿Por qué no adaptar el programa y el formato de disciplinas en cada deporte al de los Juegos? ¿Cómo convencer a las federaciones deportivas de que convertir a los Panamericanos en la gran plataforma clasificatoria para los Juegos del año siguiente es una buena idea? Y la quizá más difícil, por no decir inviable, de todas: ¿cómo convencer a Estados Unidos y Canadá de que no envíen equipos clase C o D a los Juegos?

Ilic tiene en la cabeza todas esas preguntas y unas cuantas más. Y el recuerdo siempre presente de Vázquez Raña.

“Cuando llego hace 12 años a la presidencia del COCH, llego porque el presidente anterior había tenido algunos problemillas con don Mario. Cuando asumo la presidencia, lo primero que hago es llamar a esa gran autoridad. Le comento humildemente, ‘don Mario, soy Neven Ilic, el nuevo presidente del Comité Olímpico de Chile, lo llamo para presentarme’. ‘Mira, yo no tengo nada que hablar con los chilenos’, me dice, y me corta. Un par de meses después me presentan a (el uruguayo) Julio Maglione (presidente de la Federación Internacional de Natación, FINA), le comento que quiero trabajar por el deporte y que Mario me cortó el teléfono. Julio se movió y a los dos meses Vázquez Raña me recibió en México. Durante la primera hora me midió y luego me dijo ‘mira, no pareces tan malo, te voy a dar un par de oportunidades y vamos viendo’. Después de un tiempo me fue abriendo puertas, me trató muy bien”.

Vázquez Raña ya no está, las puertas a abrir son todas de Ilic y el gran desafío quizás no sea Lima, sino Santiago 2023, los Panamericanos que, en una apuesta a largo plazo, Gerardo Werthein, presidente del Comité Olímpico Argentino (COA), le cedió a Chile. Será recién entonces ahí, en su ciudad, donde el jefe del deporte panamericano podrá demostrar cuánto hay de Panam Sports y qué queda de Odepa en sus Juegos.

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