El sur norteamericano, un territorio revisitado por las ficciones contemporáneas

El sur norteamericano, un territorio revisitado por las ficciones contemporáneas

Green Book, la película ganadora del Oscar, y la serie True detective nos introducen en un ámbito impregnado por el racismo, un terreno explorado por Faulkner, O’Connor y Twain, un espacio fértil y a la vez complejo. Por Pablo Nardi para LA GACETA.

07 Julio 2019

Las escenas son similares: siglo pasado, sur de Estados Unidos. Un hombre estadounidense y un hombre afroamericano, compañeros de trabajo, viajan en una ruta desértica y discuten. El conflicto sube de tono, levantan la voz. El afroamericano da por terminada la discusión: dispuesto a bajarse, le ordena a su compañero blanco que detenga el auto. Su compañero accede de mala gana y dice: “Cuidado: si ven a un negro merodeando en la ruta, podés recibir un tiro”, advierte.

Curiosamente, el actor afroamericano es el mismo: Mahershala Ali. En Green Book, la última ganadora del Oscar a mejor película, Ali es un músico eminente de Nueva York que decide hacer una gira por el Sur profundo. En la tercera temporada de True Detective, Ali es Wayne Hays, detective del estado de Arkansas que investiga la desaparición de los hermanos Purcell.

En pleno gobierno de Donald Trump, cuyos votantes pertenecen principalmente a regiones industriales de Estados Unidos, el Sur y el Medio Oeste vuelven a estar en el centro.

El mismo Sur rural, esclavista y agrícola que el respetado músico de Green Book, Don Shirley, recorre para completar su gira. Una vez allí, recuerda sus orígenes: negros segregados, golpeados, víctimas del abuso policial. La película propone dar una vuelta de tuerca al racismo de los años 60 a través del vínculo entre Don Shirley y su chofer blanco, Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), un hombre pobre, de familia italiana, nacido y criado en el Bronx. “Vos sos negro de piel, pero pareciera que el negro soy yo”. Don Shirley, enojado, se baja del auto. Vallelonga sale a buscarlo por miedo a que lo que pueda ocurrirle a un negro solitario en pleno Sur. Luego, la historia demuestra que ningún afroamericano, por más adinerado y culto que sea, escapa al racismo.

En True Detective, el fondo es mucho más sutil. El plan original era que el protagonista fuese blanco, pero Ali logró convencer al director de que la historia ganaba si el policía era negro. Y así fue: al thriller policial y psicológico se le suma un espesor social; las entrevistas a vecinos y a los padres de los desaparecidos revelan de a poco un pueblo donde el racismo llega a niveles que perjudican el caso, donde la relación entre Hays y la comunidad dibuja un entramado influido por las tradiciones y el predominio de la religión.

Forma y fondo

Con una línea literaria que incluye a Faulkner, Flannery O’Connor y Mark Twain, es más que justificable que otros artistas centren su interés en un territorio tan fértil pero a la vez tan complejo. Es lo que ocurre en Sur y Oeste, el diario de viaje de Joan Didion. La escritora de California publicó sus anotaciones inéditas sobre su road trip por los estados de Misisipi, Alabama y Luisiana realizado en la década del ‘70.

En uno de sus viajes, Didion recuerda que en Durham existía “un día al año en que los negros empujaban a los blancos por la calle. La gente evitaba ir de compras al centro el Día del Empujón, que era un martes o un miércoles”. También recuerda que el dueño de una radio local se enorgullecía porque ya no había “negros hostiles que trabajen contra la armonía racial”.

Sin embargo, el diario de Didion muestra que el Sur no se limita a la segregación y el racismo. Un hombre con gorro de golfista que en plena calle principal de un pueblo dispara con su escopeta a las palomas, comercios atendidos por familias tradicionales que resisten como pueden al avance de las corporaciones como McDonald’s, peleas domésticas que terminan a puñaladas a la vez que se erige el orgullo de la familia como grupo social predominante: son postales que en conjunto dan cuenta del espíritu sureño.

La dispersión de las notas de Didion funcionan allí donde Green Book presenta un escenario bueno en su propuesta pero lineal en su ejecución. La forma se funde con el fondo: las notas inacabadas y los diálogos inconclusos son quizás la mejor manera de representar una imposibilidad: lo vasto de un territorio que, a pesar de toda tentativa, y ahora más que nunca, sigue escapando a toda representación acabada y definitiva.

© LA GACETA

Pablo Nardi - Periodista cultural.

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