Yemen: El triunfo de la barbarie

Yemen: El triunfo de la barbarie

30 Abril 2019

César Chelala - Columnista invitado

El reciente veto del presidente, Donald Trump a una resolución bipartidista para forzar el fin de la participación militar estadounidense en la guerra de Arabia Saudita en Yemen, me recuerda algunas palabras de V.S. Naipaul, el autor nacido en Trinidad y Tobago. En su libro “Una curva en el río”, Naipaul dice: “El mundo es lo que es; los hombres que no son nada, que permiten convertirse en nada, no tienen lugar en él”.

La guerra en Yemen ha alcanzado un nivel de barbarismo como pocas guerras en la historia reciente. Se ha convertido en una pesadilla humanitaria que solo el cese de las hostilidades por parte de Arabia Saudita y la prestación de asistencia inmediata a la gente en Yemen pueden ayudar a resolver. La administración Trump, sin embargo, ha optado por continuar apoyando al régimen saudí.

La asistencia militar de los Estados Unidos toma varias formas. Va desde el reabastecimiento de combustible de aviones saudíes y emiratíes que lideran la campaña de bombardeos en Yemen, a proporcionar orientación y asesoramiento militar a las fuerzas saudíes, y proporcionar combustible y armamento, incluidos misiles de precisión para usar contra los hutíes yemeníes.

La guerra contra los yemeníes por parte de Arabia Saudita viola el derecho internacional y los principios humanitarios básicos. Los años de conflicto casi han destruido el sistema de salud pública del país y han alimentado una crisis humanitaria de proporciones dramáticas. Desde la escalada de la guerra en 2015, el personal médico y las instalaciones de salud han sido atacadas y destruidas. Como resultado, miles de personas han sido privadas de servicios médicos esenciales.

Los civiles yemeníes se ven obligados a viajar largas distancias para llegar a los pocos establecimientos de salud que aun funcionan. Como resultado, las mujeres embarazadas con complicaciones llegan tarde, y las que sufren lesiones graves pierden valiosos minutos de atención. Además, la destrucción del sistema de salud ha provocado brotes de difteria, sarampión y cólera.

De acuerdo con el informe anual de Evaluación de Amenazas en Todo el Mundo, que refleja los conocimientos de la Comunidad de Inteligencia de los Estados Unidos, incluida la CIA, la Agencia de Seguridad Nacional y el FBI, así como muchas otras agencias federales, de casi 29 millones de personas en Yemen, alrededor de 22 millones necesitan algún tipo de asistencia humanitaria.

Entre ellos, 16 millones no tienen acceso a alimentos y agua potable, y más de un millón de yemeníes, en su mayoría niños, sufren de cólera. Además, 5 millones de personas están en el nivel de “emergencia” de alimentos, apenas por debajo del hambre, y hay 2,8 millones de personas desplazadas internamente. Mientras tanto, se necesitan urgentemente medicamentos de emergencia, kits de trauma, kits de enfermedades diarreicas y bancos de sangre, mientras que el sistema de salud pública está en crisis.

La guerra en Yemen es una violación flagrante del principio de proporcionalidad. De acuerdo con este principio, “el daño causado a civiles o propiedad civil debe ser proporcional y no ‘excesivo en relación con la ventaja militar concreta y directa anticipada’ por un ataque a un objetivo militar”. Los ataques saudíes contra civiles y objetivos militares yemeníes hacen una burla de este principio del derecho internacional.

En su mensaje de veto, el presidente Trump dijo: “Esta resolución es un intento innecesario y peligroso de debilitar mis autoridades constitucionales, poniendo en peligro la vida de los ciudadanos estadounidenses y de los valientes miembros de las fuerzas armadas, tanto hoy como en el futuro”. El Sr. Trump también dijo que está de acuerdo con el Congreso en que “las grandes naciones no pelean guerras interminables”. Lo que no dijo es que la guerra en Yemen es una carnicería que le da un nuevo significado a la palabra “barbarismo”.

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