La escuela como centro de la actividad del pueblo

La escuela como centro de la actividad del pueblo

El docente Orlando García, elegido “Maestro Ilustre”, cuenta cómo es la vida en El Bañado, Quilmes, en los valles Calchaquíes.

Orlando García llegó a los valles por necesidades laborales y los convirtió en su lugar en el mundo. Enseña Tecnologías diversas en la escuela 217 de El Bañado, en Quilmes, labor por la que fue designado Maestro Ilustre 2018. Dice que llegó a la docencia “primero, por la necesidad de trabajar. Después me ha gustado mucho el contacto con los chicos, poder aprender muchas cosas, porque soy de llegar a un lugar e interesarme por la comunidad y ver cuáles son sus cosas para destacar, sobre todo lo que es la cultura y las riquezas que tiene. A partir de ahí trabajo con los chicos y de ahí ha salido todo lo que es ‘el maestro Orlando’, como me dicen ellos”.

-¿Cómo llega a la materia Tecnologías diversas?

-Estaba trabajando como maestro de grado y quería titularizarme en esa escuela porque conocía a la gente, pero no llegaba con el puntaje y el cargo de Tecnologías diversas podía tomarlo en El Bañado; entonces en el año 97 me tuve que decidir porque ya se estaba complicando acá el ingreso a la docencia. Ha sido para bien ser maestro de Tecnologías diversas porque me da mucha libertad y puedo trabajar con los docentes de grado para apoyar en las materias.

-¿Cómo es un día en la escuela?

-La escuela inicia sus actividades a las 8.30; es de jornada completa. A la mañana son las materias curriculares, Lengua, Matemáticas y Ciencias, y por la tarde, especialidades: Educación Física, Tecnologías diversas, Tecnología agropecuaria, Plástica. Una vez que finaliza, a las 16.40, tiene albergue, donde los chicos se hospedan de lunes a viernes.

-¿Son muchos chicos?

-Ahora, como ha bajado la tasa de natalidad en esa zona, en la primaria son 36 alumnos de primaria, 15 de nivel inicial y 35 alumnos del secundario. Antes eran más de 100 alumnos; las familias tenían cinco, seis hasta 10 hijos; son las mismas familias pero ahora son más chicas.

-La comunidad tiene una historia muy fuerte con los Quilmes. ¿Cómo es la vida cotidiana?

- Cuando he llegado no era tanto el aprecio que tenían por la parte cultural, pero hoy le dan un valor muy grande y eso influye en toda la actividad escolar porque la ceremonia a la Pachamama se mantiene año a año. Todas las actividades dan la vuelta en lo que es la cultura; por ejemplo el maíz, la algarroba, todos los productos que se obtienen a partir de esta materia prima son primordiales en la zona.

-Usted ha formado un museo en la escuela.

-Sí, con aporte de los vecinos a raíz del hallazgo de unas piezas arqueológicas dentro del predio escolar en el año 97; justo cuando he llegado un compañero quería nivelar un terreno y había una lomada de arena; la han emparejado y han salido un puco y dos urnas funerarias. El año pasado se ha hecho la inauguración. Cuando lo tengamos terminado la gente va aportar piezas que tienen en sus casas. Queremos que el Ente de Turismo nos considere dentro del circuito turístico y por eso estamos preparando a los chicos para que sean pequeños alumnos guías.

-¿Su materia crece con la introducción de las computadoras para los chicos?

-Sí; había un proyecto Prise desde del Ministerio de Educación y habíamos presentado para enseñar desde computación y procesador de texto, Excel. Habíamos ganado un concurso y compramos dos computadoritas, que eran pocas, porque generalmente los grupos son de 10, 12 hasta 15 alumnos -porque están asociados desde primero y segundo, tercero y cuarto, quinto y sexto-. Nos dábamos maña, como se dice, para poder aprender a manejar el Word, que es importante para que los chicos aprendan a escribir y a producir sus textos. La Fundación Ruta 40 nos consiguió los materiales para armar un aula interactiva, con 12 notebooks, pizarra y cañón proyector. Hace dos años el Ministerio de Educación mandó el carro ADM, aula digital móvil, y con eso están trabajando los chicos.


-¿Los chicos se adaptaron?

-Sí, son una luz; aprenden rapidísimo; uno les facilita el mayor tiempo que puedan para que la aprendan a manejar y que sepan instalar el cañón; les enseñé a hacerlo a la hora en que necesiten hacer alguna presentación. Lo mismo que el equipo de audio. Todo eso lo operan ellos.

-¿Cómo se va a integrar el museo?

-En la inauguración hemos presentado todo lo que la gente sabe hacer en base al maíz y a la algarroba. Mazamorra, locro, varios productos en base al maíz, y otros con la algarroba han presentado licores, alfajores. Todo el mundo ahora está buscando esos productos, que son sanos y tienen bastante poder nutritivo. Tenemos otro tallercito, que es dulces artesanales con frutales como membrillo. Otro grupo trabajó mostrando la riqueza de los petroglifos. Y los chicos de inglés mostraban palabras del kakán, algunas quichuas, que están incorporadas al lenguaje del valle. Los miércoles hacemos un tallercito, haciendo conocer de dónde viene la idea del museo y después trabajar con cerámica, hilado y tejido. Hay muchos recursos, por ejemplo cestería; poleo, simbol, y paja, que la gente de Tucumán no usa; sí la de Cafayate y la de Santa María. El simbol está en el río desde Quilmes hasta Colalao y nosotros no lo aprovechamos; la paja está en el cerro y el poleo en los bosques de algarrobo.


-¿Hay diferencias entre la escuela urbana y la rural?

-Sí hay muchas diferencias. Depende mucho de la actividad del docente no dejar a los chicos que se quedan un poco atrás del grupo y darles el apoyo; no nivelarlos, como se decía antes, sino que ellos puedan acceder a todos los conocimientos. Entonces, depende mucho de los docentes que los chicos estén bien, o más o menos, o mal.

-¿Cómo es el trato al docente rural?

-El docente en el campo es muy respetado. Cuando llegué era joven y me decían “señor maestro”. Me llamó mucho la atención que la gente tenía tanta educación y respeto al maestro. Trabajar en El Bañado no es lo mismo que en algunas de las ciudades porque los chicos son diferentes, muy respetuosos, muy accesibles. (En el valle) no ha habido agresiones a docentes.

-¿Hay sentido de identidad en los chicos?

-Se identifican como descendientes de los Quilmes. No era así antes, no valoraban mucho la herencia arqueológica. Hoy los padres y los chicos se identifican como originarios.

-¿Usted encuentra un vínculo más cercano entre lo que hace la escuela y lo que se puede ver como futuro para los chicos?

-Sí, las escuelas son como el centro de toda la actividad del pueblo. En El Bañado la escuela les brinda agua a los vecinos. Tienen un pozo comunitario ahí. Esas cosas de integrar a los padres también en el trabajo, que los chicos conozcan qué hacen y que puedan participar en las actividades, que puedan enseñar ellos, favorece el desarrollo de la educación. Hay que incluirlos a los padres, sobre todo la gente que sabe hacer cosas, como los artesanos.

-¿Cómo se imagina el futuro en el valle?

-Estamos viendo que hay que enseñar mucho en el cuidado del medio ambiente, sobre todo en el uso de los elementos descartables; hay que concientizar a los chicos y a los grandes de que deben tener un lugar donde depositar la basura o bien clasificarla. Queremos que los chicos vean que eso en realidad tiene mucho valor; tirar una botella plástica contamina pero si uno lo recicla es un recurso económico para la familia. Tratamos de lograr que la gente preserve el medio ambiente no cortando tantos árboles, plantando más que cortando. El valle tiene el problemita de que no tienen gas; usan garrafa y dependen mucho de la leña, por eso nos preocupa que el pequeño bosque de algarrobo ahí se lo tome y se lo haga leña. Queremos que la gente economice; nosotros también estamos aprendiendo a economizar los recursos para que el día de mañana el valle siga valle, no esté destruido, no se quede sin bosques.

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Orlando Américo García

En la Escuela 217 “Ángel María Soria” de El Bañado, Quilmes, enseña Tecnologías diversas, que abarca robótica, programación, cerámica, artesanía, riego y la formación de un museo escolar. En el Día del Maestro, en reconocimiento al trabajo, dedicación e innovación en la enseñanza, recibió el premio “Maestro Ilustre”.

Vestigios del pasado: todo el valle, un gran yacimiento arqueológico

“Donde uno camina encuentra restos de cerámicas, restos de viviendas, puntas de flechas. Toda la extensión de Tucumán, desde el Shincal hacia el Norte, todo lo que es Cafayate y más, es un yacimiento arqueológico grandísimo. Quilmes es una partecita pequeña. Tucumán tiene una gran riqueza desde un yacimiento La Vuelta al Río (Catamarca) Yasyamayo, en dirección de Hualinchay; una franja que tiene restos de animales y plantas fosilizadas. Y después tiene un camino con piedras dibujadas, petroglifos, en el límite con Salta hasta el Rincón de Quilmes. También, el bosque de algarrobos, muy importante en el valle de Tucumán, que hay todavía porque en Catamarca se ha desmontado todo y Salta está desmontando”.

Prácticas

-¿Qué usos hubo de la tecnología?

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- Trabajamos a partir de un  proyecto de la Feria de Ciencias, en programación y robótica. Hemos hecho una maqueta con sensores, una placa Arduino y una bombita que activaba el riego cuando necesitaba la huerta; ahí hemos estado haciendo programación en lenguaje de Arduino con scratch Makeblock y pilas bloque, que uno va programando con pequeños bloques y va realizando acciones un personaje dentro de la pantalla. Hemos hecho una pequeña viña con cabezal de riego, goteros autocompensados y tenemos una parcela de frutales con mangueras y gotero; y la parcela de huerta tenemos con cintas de riego, y desde un cabezal se va a manejar toda el agua para que se riegue cuando haya necesidad.

- Es una zona de poca agua…

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-Sí también es un proyecto de la escuela hacer que los vecinos tomen conciencia del sistema de riego que tienen ellos, que es de inundación y necesitan mucha agua y ahora no hay tanta; ahora con el sistema de goteo en una semana hemos podido regar todo. Antes con la manguera uno hacía un surco y no llegaba ni a 20 metros el agua porque es un suelo arenoso; entonces el agua se insume mucho. Hay también un invernadero que hemos hecho con Pro huerta y con Fundación Ruta 40 y ahora tenemos que conseguir la media sombra para volverlo a habilitar.

-¿Hay otras experiencias?

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-Sí, en el trabajo de la cerámica hemos tratado de ver cómo los antepasados hacían sus vasijas. Hemos ido hasta Entre Ríos en un proyecto de Feria de Ciencias. “Cómo se hacían los pucos” era el nombre del proyecto; en realidad cómo los antepasados habían clasificado vasijas para ceremoniales, otras de adorno, otras de cocina, y las urnas. Y vimos que ellos usaban la greda, la arcilla del río o la que está en Cafayate para hacer las vasijas finas... y las de cocina o las que necesitaban más resistencia las hacían con la arcilla que está en la parte alta del cerro.

-¿Hay una época especial?

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-Tenemos que trabajar desde agosto hasta abril. El invierno es muy frío, se parte la cerámica. Y para los chicos es frío el barro, las manitos se les parten.

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