Nunca digas nunca

Nunca digas nunca

Pionero en el camino de la fuerza bruta, Taffaja cuenta su historia: “jamás darse por vencido”.

Nunca digas nunca

Después de estrecharnos las manos, un pensamiento vintage llega a mi cabeza. “A vos te conozco de antes”, le digo casi en tono de broma a quien compartiré varios minutos de su pasado, de su presente y de sus sueños a futuro. Aunque no le había dicho nada todavía, esa fue la primera de dos veces que vi sonreír a un Jorge Taffaja tan inmenso como la imaginación puede llevarte cuando después de pasarte su nombre de pila te comento que el amigo es atleta strongman. Es decir, un deporte de fuerza bruta que busca explotar hasta el infinito del poder de fuego de quienes lo practican. “Sos igual a Zangief”, le digo como buscando un acto reflejo de sorpresa en su respuesta. Ni ahí. El “Oso” no tiene idea quién es Zangief, protagonista de rol del videojuego “Street Figther”, boom en los ’90, con película incluida. Pésima, por cierto.

EL CAMBIO. Las imágenes, un “antes y después” de la transformación de Jorge. EL CAMBIO. Las imágenes, un “antes y después” de la transformación de Jorge.

La diferencia de edad entre entrevistador y entrevistado lo dice todo. Taffaja todavía espera saber bien quién es Zangief. Le digo: un ruso que revolucionó “Street Figther” a partir de otra propuesta, de lucha cuerpo a cuerpo y al suelo, y no con tanta patada voladora o bolas de fuego o hielo.

Lo que sí le cuadra a Taffaja de Zangief es esa parte de la lucha. Fuera del contexto del videojuego, este gigante de 1,70 metro y 130 kilos conoce bien lo que es pelearla. Aun cuando lo patearon -mentalmente- en el piso, Jorge jamás dijo basta. “Desde que empecé con esto, lo único que escuché fueron críticas o gente que me decía que no servía para esto; que no podía dar con la talla...”. Cada respuesta que sale de este enorme ropero va dirigida hacia un infinito donde habitan viejos fantasmas. Su mirada está, precisamente, dirigida a un punto ciego. No me mira a mí ni tampoco al que está haciendo fierros cerca suyo, y saludó hace segundos. Taffaja se centra en su propio mundo y hacía allá manda todo lo que no le sirve.

Nunca digas nunca

Jorge no siempre fue la mole que es hoy. “Desde que tengo uso de razón me gusta el deporte individual, por decirlo de alguna manera. De chico hice artes marciales, taekwondo, yudo y después empecé a interesarme por el culturismo, en el que tampoco encontré lo que yo quería”, recuerda. “No tenía ni estatura ni peso para meterme en eso, me decían”, cuenta casi mordiéndose los labios. De ser una persona casi escuálida, de 60 kilos, comenzó él mismo una transformación física, cuyo destino era uno exclusivo: convertirse atleta de strongman. “Al principio fui sacando ideas de cómo entrenarme en revistas o internet; también algunos culturistas me ayudaron. Los que habían hecho en su momento ejercicios de fuerza... Ya son 13 los años que practico este deporte, tres como profesional, podría decirse, y todo lo que siento es satisfacción. Y no siento satisfacción por saber que soy el mejor, que soy el rey de la región y seguramente del país. La siento porque llegué a donde hoy estoy gracias a que jamás me di por vencido. Eso, te pido que lo remarques, por favor. Porque este es el mensaje que me gustaría dejarle a quienes se rinden antes de empezar a buscar su sueño. Que la peleen, que nunca digan basta”. Como todo orador ante una multitud, Taffaja, encendido, ratifica con hechos que su batalla dio frutos. “Como a todo aquel que no se rindió”, repite quien durante el verano fue profeta en su tierra, con la competencia de strongman que se hizo en El Cadillal, y de la que se fue con un récord increíble: 500 kilos en yugo (traslado de peso muerto). “Fueron cinco metros increíbles”, se regocija tocándose las rodillas, ahora un poco cansadas después de semejante esfuerzo, acá en casa y hace un par de semanas atrás en Bolivia, donde volvió a dejar en alto el nombre de la provincia. “Sí, pero llegué un poco más cansado. Este deporte requiere de su buen tiempo de recuperación. Lo que hacemos es extremo”, sostiene el “Oso”, hoy en busca de gente que desee estrecharle una mano, en pos de ir por el gran sueño de sus sueños.

Nunca digas nunca

“Tengo nivel para competir con los mejores, tengo nivel para ser profesional. Lo soy, sí, pero sin carnet, y ese carnet sólo se consigue en Ohio, Estados Unidos, donde está la madre del deporte, la Strongman Corporation. Bah, lo puedo conseguir también en México. Cerca de fin de año habrá un torneo importante allá. Si termino en el podio, quizás mi suerte cambie”, asegura.

Nunca digas nunca

El “allá” de Jorge es tan lejano como ir a pie hasta Japón desde Tucumán. “No dispongo de los medios. Tengo amigos que colaboran conmigo, pero lamentablemente no me alcanza. Ojalá alguien puede ayudarme”, pide quien entrena en el Gimnasio Coliseo (Lincoln y pasaje La Plata), un lugar hecho a pedido de la gente. Su dueño, Guillermo Gutiérrez, se prometió algún día tener su propio gimnasio y darle así la posibilidad a gente sin recursos de poder entrenarse gratis. Hoy el costo del gym es de $ 250, pero debido a que a la vuelta pusieron otro y el dueño se estaba fundiendo. No iba nadie. “Entonces decidimos pautar una cuota mensual igual”, explica Gutiérrez, un crack, la verdad.

Gracias al “Loco” Gutiérrez, Taffaja y varios de sus pupilos trabajan a pleno en sus instalaciones, con los materiales que el mismo Guillermo hizo en su metalúrgica, y que son vitales para mejorar las técnicas de los gigantes.

Código postal

Una curiosidad: la primera competencia en la que se presentó Jorge fue en Pampa de los Guanacos, un pueblo de Santiago del Estero con no más de 6.000 habitantes hoy. “Era ir hasta Santiago capital, tomar un colectivo y hacer 1.000 horas en otro, por caminos de tierra. No importó. Fue mi primera vez. Terminé noveno de 10, muy bueno para mí. Eso me empujó a ir por más”, acepta el “Oso”, cuya debilidad es el sánguche de milanesa. “¿Viste esos que se venden por metro? No me lo como todo, eh. Dejo un pedacito, pero lo dejo para no quedar como angurriento”.

Fuerza y esfuerzo

A diferencia del culturismo, strongman es de fuerza bruta y no tan estético.

Jorge Taffaja lo practica desde hace 13 años. Es profesional hace tres.

Su meta: México, hacer podio y recibir su carnet.

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