Moldean con cerámica un futuro para madres de San Cayetano

Moldean con cerámica un futuro para madres de San Cayetano

Durante las tareas solidarias que desarrollaba en el sur de la capital, un grupo de jóvenes detectó una necesidad: muchas mujeres tenían dificultades para acceder a un empleo tradicional. Así, se propusieron crear un proyecto para ayudarlas.

MESA REPLETA. Lizondo exhibe las piezas de cerámica recién fabricadas en el taller de la parroquia.  la gaceta / fotos de diego aráoz MESA REPLETA. Lizondo exhibe las piezas de cerámica recién fabricadas en el taller de la parroquia. la gaceta / fotos de diego aráoz
04 Marzo 2019

Un “producto con propósito” es aquel que es fabricado con fines sociales y que pretende fomentar un consumo responsable. Ese es el rótulo que puede ser apreciado en las cajas que contienen a los objetos de cerámica de “El Alfar”, un emprendimiento de carácter social emplazado en el corazón del barrio San Cayetano. La inscripción no es aleatoria: según sus fundadores, resume la misión y la visión del proyecto, iniciado tras la detección de múltiples necesidades en el lugar.

Se trata de un taller de cerámica cuyo objetivo es dar trabajo a las madres del barrio que presenten dificultades para acceder a un empleo tradicional. El origen de la iniciativa se remonta hace más de una década, cuando un grupo de jóvenes sintió la necesidad de dar un paso más en las labores solidarias que realizaba allí. Durante las clases de apoyo y catequesis que dictaban semanalmente en una escuela en las cercanías del Mercofrut, percibieron que muchas mujeres se encontraban en una situación de desempleo. De esa manera, decidieron instalar el emprendimiento en una aula prestada dentro del predio de la parroquia Inmaculada Concepción.

Pedro Lizondo, coordinador general del proyecto, recibe a LA GACETA en el lugar. Ocupaba gran parte del salón una mesa repleta de tazas, mates, macetas y cuencos de cerámica recién fabricados. El joven de 32 años, que es ingeniero en Sistemas de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), reconoce que ni él ni su equipo sabían nada sobre cerámica antes de comenzar con el proyecto. La idea -cuenta- fue de Liliana Yanicelli, una ingeniera industrial que conoció una gran empresa del rubro durante un viaje de estudios a España. Con la información de esa colega, e inspirados por un emprendimiento social de Buenos Aires que realizaba una labor similar, tomaron la decisión de imitar la iniciativa en Tucumán.

Para los jóvenes la principal diferencia con aquel caso era clara: ellos necesitaban que su proyecto social fuera rentable económicamente para subsistir (según Lizondo, el caso bonaerense es financiado por una empresa millonaria). En otras palabras, “El Alfar” debía generar ingresos suficientes para ser capaz de emplear a las madres que, remarca el ingeniero, “son los sostenes de las familias del barrio”. Para comenzar con el emprendimiento, recurrieron hace dos años a un capital semilla (un financiamiento inicial para la creación de microempresas). Una vez que armaron un plan negocios, recurrieron a la ayuda económica y la obtuvieron. Con el dinero, contrataron a una ceramista que los capacitó y compraron los insumos necesarios: un horno, moldes de yeso y barbotina (la materia prima de las piezas de cerámica).

“En el punto de equilibrio”

El emprendimiento de San Cayetano abre de lunes a viernes y, al día de hoy, da empleo a cuatro madres del barrio. Ellas producen 100 piezas al mes, que luego son comercializadas por el equipo coordinador. Según Lizondo, llegar a esa situación fue posible tras años de esfuerzos y de logística. “Nos reunimos con frecuencia para ordenar los números y la semana pasada nos dimos con que estamos justo en el punto de equilibrio”, indica. Entre los planes a futuro, se encuentra la incorporación de más empleadas y una posible ampliación del taller. Asimismo, planean ofrecer cursos de capacitación sobre el moldeado de cerámica.

Los fundadores no perciben ganancias con las ventas de “El Alfar”, y aseguran que tampoco procuran hacerlo. Lizondo expone sus anhelos en estos términos: “no hay como ver un emprendimiento propio que crece. Aún así, esto es de las madres. El sueño real es que nos vayamos y que ellas lo terminen gestionando”.

No hay como ver un emprendimiento propio que crece. Aún así, esto es de las madres del barrio. El sueño real es que nosotros nos vayamos y que ellas lo terminen gestionando.  

LA RECETA DE “EL ALFAR”

1. Para ayudar, es necesario llevar las cuentas claras.
Lograr el objetivo de dar trabajo a madres desempleadas nunca habría sido posible si los coordinadores de “El Alfar” no realizaban un plan de negocios y un estudio de mercado. “Con las cuentas ordenadas les podemos pagar el sueldo”, señala Pedro Lizondo.

2. Entablar alianzas estratégicas con empresas
El emprendimiento social consiguió aumentar de forma exponencial sus ventas gracias a un acuerdo sellado con una concesionaria de autos. Ahora, cada vez que esa empresa vende un vehículo, entrega como obsequio objetos comprados a “El Alfar”. La iniciativa podría replicarse en Salta y Jujuy.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios