Crítica de cine: La misma sangre

Crítica de cine: La misma sangre

La familia de los secretos y las miserias.

ORIGEN: Argentina/Chile/otros, 2019. DIRECCIÓN: Miguel Cohan. CON: Oscar Martínez, Diego Velázquez, Dolores Fonzi, Paulina García, Luis Gnecco, Malena Sánchez, Norman Briski. GUIÓN: Miguel Cohan y Ana Cohan. FOTOGRAFÍA: Julián Apezteguia. MÚSICA: Luca D’Alberto.

Santiago (Diego Velázquez) intuye que hay algo raro detrás de la muerte de su suegra (Paulina García), víctima de un accidente por demás llamativo mientras cocinaba. Santiago sospecha de su suegro (Oscar Martínez) y apenas tira del hilo van acumulándose las contradicciones, los silencios, el muro de negación que intenta levantar su esposa (Dolores Fonzi) y, finalmente, un camino hacia la verdad. Un camino tortuoso, por cierto, con demasiada basura reunida bajo la alfombra de una familia judía que, de vivir acomodada, pasó a ahogarse en las deudas. Es una buena historia, potente, interesante, tensa, a medio camino entre el drama intimista y el thriller. “La misma sangre” funciona.

Miguel Cohan escribió el guión junto a su hermana, Ana, y al momento de filmarlo apeló al recurso de los múltiples puntos de vista para desarrollarlo. Cohan había demostrado sus habilidades narrativas en “Sin retorno” y “Betibú” -sus anteriores películas- y en la serie “La fragilidad de los cuerpos”, un sólido colchón que lo habilitó a dar el salto hacia desafíos como los exigidos por “La misma sangre”. Ese ejercicio de volver al mismo hecho pero enfocado desde otra mirada suele ser un arma de doble filo. Aquí no se percibe ni repetitivo ni confuso; al contrario, va corriendo velos y exponiendo el dolor, las miserias y los sueños perdidos de los personajes.

Si bien se trata de una coproducción argentino-chilena, con los sellos Patagonik y Rizoma a la cabeza, hay jugadores importantes detrás de “La misma sangre”: Netflix, DirecTV y la productora canadiense Wildhorse. No son los únicos que sostuvieron el proyecto. Está clara la ambición de trascendencia internacional que lleva la película y de allí la elección de la temática, del cruce de géneros y del notable grupo de actores. Oscar Martínez, prolífico a más no poder a esta altura de su brillante carrera, compone a un hombre pequeño, mezquino y frustrado, siempre al límite de su capacidad emocional. Su gestualidad resume la angustia que cruza la película. A la extraordinaria Paulina García, la gran actriz de la escena chilena, le sobran unas pocas escenas para dejar su marca. Velázquez, Fonzi y otro trasandino, Luis Gnecco, completan con solvencia el cuadro.

La violencia, la muerte, las herencias indeseadas y los amores escondidos son temas recurrentes en “La misma sangre”. Es, en buena medida, un ensayo sobre la frustración. A medida que avanza la historia y se desnudan las motivaciones más oscuras el callejón se hace tan angosto que casi no deja lugar para la respiración. El desenlace estaba cantado.

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