El drama del paro: tiene dos hijos enfermos y sólo pudo tratar a uno

El drama del paro: tiene dos hijos enfermos y sólo pudo tratar a uno

En el Padilla, los pacientes, los acompañantes y los trabajadores sufrieron un drama por el paro.

CUESTA LLEGAR. Sonia Benítez gastó $ 320 diarios para llegar al Hospital. la gaceta / fotos de hernán miranda CUESTA LLEGAR. Sonia Benítez gastó $ 320 diarios para llegar al Hospital. la gaceta / fotos de hernán miranda
14 Febrero 2019

Zulema Montenegro quedó varada en el Hospital Ángel Padilla. Desde el lunes a la noche está sentada en la guardia con su hijo adolescente, que tiene un grave problema en la boca. Mientras tanto, su chiquito de nueve años espera solo en casa. Él también está enfermo, pero su mamá perdió tres turnos en el Hospital de Niños por el paro de la Unión Tranviarios Automotor (UTA).

“Como no había colectivos, el sábado mi hijo más grande empezó con una infección en la boca y tuvimos que pedirle a un vecino que nos traiga”, se queja Zulema, que después solloza: “mi otro nene también está enfermo, pero no lo pude hacer ver porque por el paro perdimos turnos en el Hospital de Niños. En este hospital no lo atienden y no teníamos cómo trasladarnos de aquí hasta allá. Ahora no sé cuándo nos irán a dar otro turno y tengo miedo de que mi hijito se ponga peor”.

Cuando cuenta su odisea, Zulema está entre angustiada e indignada. “Es una vergüenza, ya no da para más. ¿Qué hacen los políticos que no se ponen...? Además yo no voy a poder pagar un boleto de $ 30, es mucho”, protesta.

El de Zulema no es el único drama humano que viven los pacientes y sus acompañantes en el Hospital Padilla. El marido de Sonia Benítez está internado hace 17 días y ella lo visita a diario. “Normalmente saco abono de colectivo y pago $ 38 ida y vuelta, pero ya pasaron tres días en los que me salió mucho más caro. Pagué autos particulares y gasté en total $ 320 cada día. Me cuesta mucho llegar acá y volver a mi casa, pero no me queda otra. Me parece una injusticia que hagan esto”, lamenta.

Mirta Zamorano y su esposo tuvieron que ir al hospital porque él se enfermó. “Ahora mi esposo está en el médico. Él tiene un autito pero casi no lo usamos por el precio de la nafta y siempre viajamos en colectivo. Hoy gastamos en nafta mucho más de lo que nos hubieran salido los boletos”, calcula. Además, Mirta se queja porque el paro complica a la mayoría de la gente: “yo pienso que esto nos perjudica a todos, a la gente que va a trabajar, a la gente que viene a los hospitales. Pero ¿qué vamos a hacer? Sólo podemos esperar que se arregle esto para que la gente pueda tener cómo viajar, cómo movilizarse. Espero que haya una solución para todo esto. Yo también trabajo, todos trabajamos sin perjudicar a los demás”.

No sólo los pacientes y sus acompañantes tienen problemas para movilizarse hasta el Hospital Padilla. Cristián Rosales, que es chofer de ambulancias, vive en Tafí Viejo y se suele trasladar a su trabajo en colectivo. “Por el paro me trajo un compañero. Los transportistas quieren el aumento del boleto y obligan a UTA a hacer paro. Está todo mal. No pueden estar jugando con los trabajadores, porque el trabajador al fin y al cabo es el que pierde acá”, rezonga. Además, Cristián recuerda la advertencia del intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro, quien amenazó con extinguirles la concesión a las empresas que no circulen. “Espero que Alfaro cumple con lo que dice y le saque la concesión a todos los que están jugando con la gente”, manifiesta.

A PIE. A los 69 años, José Díaz caminó dos horas para ir a trabajar. A PIE. A los 69 años, José Díaz caminó dos horas para ir a trabajar.

En la puerta de la entrada de Emergencias del hospital trabajan dos cuidacoches. Uno es un hombre joven y el otro, José García, tiene 69 años. Con voz queda y gesto cansado, José cuenta que tuvo que caminar hasta su trabajo porque los colectivos dejaron de circular. “Yo soy cuidador de motos y autos acá. Vivo en el barrio Sarmiento y todos los días vengo en colectivo. Demoro media hora. Pero por el paro es el tercer día que vengo caminando. Dos horas camino”, relata. A su edad, José cuenta que le resulta difícil movilizarse a pie, pero no tiene otro vehículo y no puede dejar de trabajar.

Estos testimonios fueron recogidos ayer por la mañana. La medida de fuerza de UTA se levantó a la tarde, luego de que las empresas recibieran los subsidios enviados por la Nación. Sin embargo, nadie le retribuirá al hijo de Zulema los turnos perdidos, a Sonia y Mirta el gasto extra, a José y Cristián los problemas para llegar a su lugar de trabajo.

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