"Tampoco tan grandes": el reencuentro de una familia poco convencional

"Tampoco tan grandes": el reencuentro de una familia poco convencional

Lola (Paula Reca), una treintañera con trabajo estable y que está por casarse, se entera de que su padre, a quien siempre creyó muerto, acaba de morir en Mar del Plata. Lola debe viajar en forma urgente a esa ciudad para arreglar los detalles de su herencia. Una serie de vicisitudes la obligan a recurrir a Teo, su ex novio (Andrés Ciavaglia), a quien no ve hace tres años, para que la lleve. Teo es también un treintañero en plena crisis existencial al cuidado de su hermana Rita (María Canale), que está en rehabilitación por drogas.

En Mar del Plata, Lola conoce a Natalio (Miguel Ángel Solá), el ex marido de su padre, de luto por la pérdida. Los cuatro emprenden un viaje inesperado hacia Bariloche en el que deberán enfrentarse a sus mayores incapacidades y que fundamentalmente los hará madurar de una vez por todas.

Aunque Solá no es el personaje protagónico, tiene efectos determinantes en la vida de Lola. Y además se trata de un papel infrecuente en la filmografía del actor. En una entrevista con el diario Página/12, Solá dijo que le pareció divertido encarnar a Natalio. “Un juego de lo que es el desencuentro del amor en gente joven y la pérdida del amor en una persona que, a pesar de querer ser jovial, está mirando la parte de la soledad de la vida”, resumió. Además dijo que le interesaba hacer algo diferente a lo que había hecho hasta este momento en cine.

El actor considera que el personaje es gracioso por la circunstancia. “No es que intente hacerse el gracioso. Tiene salidas que son humorísticas pero que él considera normales. No creo que intente causar gracia sino que el humor de las situaciones sale de él”, señaló.

Pérdidas que lastiman

Por otra parte, admitió que las muertes en las familias son muy traumáticas. “Yo perdí a mi madre a los 20 años y al resto de mis parientes en los siguientes siete -recordó-. Éramos una familia grande y hermosa, llena de arte, de alegría de estar juntos y, de golpe, se fueron muriendo. Pero, además, se fueron muriendo de maneras muy duras. Las muertes duras tienen mucho que ver con lo que hacen en el entorno. Lastiman mucho”.

En su opinión, las muertes a veces ayudan a crecer a los deudos y en otras ocasiones no. “A veces, hunden mucho a las personas que tienen que remar contracorriente mucho tiempo para poder asumir las cosas -indicó-. Yo sí sé que en lugares supuestamente más atrasados, los ancianos siguen teniendo una enorme importancia en la vida del entorno, de la familia, Acá no sé. Acá se ha ido desintegrando el vínculo”.

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