Cristina los une

Juan Manzur y José Alperovich se pusieron de acuerdo. Ambos pregonan que Cristina Fernández de Kirchner debe ser quien lidere la oposición y enfrente en las urnas a Mauricio Macri. Coinciden en otra cosa: los dos la negaron y luego corrieron en su auxilio. Primero fue Alperovich. El senador olfateó rápido que por estos lares la ex presidenta es favorita (tiene en la “peor” encuesta 40% de adhesión) y se sacó, no una, sino dos fotos con ella a fin de año. Por ese entonces, el gobernador organizaba el megaacto por el Día de la Lealtad en el que Luis Barrionuevo oficiaba de organizador y ventilaba a los cuatro vientos que la senadora no había sido invitada. El mandatario se convirtió en anfitrión de los popes de Alternativa Federal y parecía colocarse en el centro de la escena de ese peronismo que jura poder disputarle el trono a Cambiemos. Manzur se decía ser el eslabón de unión entre las partes, mientras departía con Sergio Massa, Miguel Pichetto y mandatarios diversos. Era el hombre del momento.

Pero cambió. Las necesidades comarcanas, no las convicciones ideológicas, hicieron que Manzur se deslizara del centro hacia atrás: retrocedió sobre sus dichos, al igual que Alperovich, y reivindicó a su ex jefa. El gobernador dio muestras, como mínimo, de preocupación y, como máximo, de miedo, ante lo que puede significar el apoyo de la ex presidenta para con quien también fuera su líder. Fue ese y no otro el motivo de su recule. Necesita el apoyo explícito de Cristina, cosa que no obtendrá por el momento, según dejó entrever Oscar Parrilli, uno de los hombres de confianza de la senadora. El día después que el PJ local forjara una alianza con la Unidad Ciudadana de José Vitar, el ex secretario general de la Presidencia le bajó el tono al acuerdo: “ese es un grupo de compañeros que se identificaron con Cristina, pero eso no compromete para nada lo que es Unidad Ciudadana; tampoco compromete para nada la posición de ella. Lo que va a pasar en Tucumán no lo puedo adelantar y será una decisión que tendrán que tomar los compañeros que integran UC a nivel nacional y en definitiva Cristina Fernández”. En conclusión, la ex presidenta se mueve en el medio de la grieta “a la tucumana” y ya logró voltear a Manzur de esa “liga” de gobernadores que se amontonaban para darle la espalda hasta hace apenas unos meses. ¿Cómo terminará la historia?

La otra pata de la estrategia del oficialismo es la de la identificación de sus fieles. Los que están por debajo, deben ser súbditos; los que están en igualdad de condiciones, aliados. Si no son lo uno o lo otro, son enemigos a combatir. El “huracán” Osvaldo Jaldo está a la cabeza de esa tarea y arrasa con todo. Quizás con demasiado. La furia de su paso ya dejó fuera a empleados legislativos; a candidatos; a nombres en la lista del PJ; a jugadores de Atlético y a un intendente sin la posibilidad de ser reelecto (en Alderetes). Algunos temen que sus acciones se conviertan en un bumerán impulsado por decenas de heridos políticos ávidos de venganza. ¿Por dónde vendrán los tiros?

Peleados, enojados o dormidos

Mientras el oficialismo no se toma un respiro, en Cambiemos continúan esperando vaya uno a saber qué para poner primera en la campaña. Lejos está el espacio opositor de mostrar candidatos, sentar postura, avisar si habrá internas o empezar a instalar figuras. Por lo pronto, continúa con eternas charlas de pocos para convencer a algunos que lo más conveniente es que muestren unidad, algo que no tienen. Los que participan de esas reuniones sostienen que un sector amplio pide que José Cano no compita por la Gobernación y que se ponga al hombro la campaña. Un pedido similar habría llegado incluso de referentes nacionales del espacio. Cano y sus seguidores no estarían dispuestos a resignar esa candidatura. De ahí el silencio en torno a la fórmula y el tiempo perdido en comparación a los principales contrincantes de cara a los comicios de este año. La alternativa es Silvia Elías de Pérez o Alfonso Prat Gay, que regresó al ostracismo de la mano de los malos números en las encuestas y de sus propios errores. Se cree que será la Nación quien termine definiendo lo que los cambistas tucumanos no logran resolver. ¿Se perdieron?

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