Actores con libretos gastados

El escenario ha cambiado pero los actores todavía no lo saben. Lo peor no es que aún tienen en sus manos un libreto viejo. Lo peor es que el público ya está sentado. Y conoce la obra, pero los actores, no.

En los últimos años la cabeza del argentino es un descalabro. Ya era difícil andar saltando la grieta entre kirchneristas y macristas, donde más de un amigo o familiar se nos cayó dentro, cuando se nos abrió la otra grieta, la transversal, la que parte en dos las generaciones y las tradiciones: la de verdes y celestes. De esa nadie se salva. Para Macri “era un debate que nos debíamos”, o quizás él lo debía para poder anudar ciertos acuerdos internacionales. Igual era un debate que se venía y que lógicamente abrió las puertas de infierno que a los nuevos gobernantes les toca cerrar. ¿Se verá esto reflejado en las urnas? ¿Habrá un voto celeste o un voto verde? Los analistas políticos no lo creen. Los temas que les preocupan a las mujeres no llegan a las encuestas ni a las plataformas partidarias. Quizás porque todavía mantienen cierta coherencia con el modelo social dominante, que algunos llaman con rimbombancia “modelo cultural hegemónico patriarcal y heteronormativo” y para otros es mundo machista a secas.

Temas como el aborto, el aumento del femicidio, la educación sexual en las escuelas y la droga en los adolescentes más pobres ¿estarán presentes en las plataformas electorales? ¿Les conviene a los candidatos hacer gala de sinceridad, a sabiendas del electorado que quedará fuera de esa postura? Basta recordar el largo silencio del senador José Alperovich que no se animaba a decir que estaba a favor de la legalización del aborto y terminó votando en contra, para saber que no. “Con aborto no te voto” les advirtieron los “pro vida” a legisladores de todos los partidos. Ese es el punto: la preocupación por el aborto, la perspectiva de género y la violencia contra la mujer atraviesan todos los espacios políticos. Pero nadie lo registra en sus plataformas electorales. ¿Para qué? Si total los argentinos votamos con el bolsillo. O con el estómago (voto cautivo, el de los planes sociales), o con el hígado (voto castigo). ¿Cuándo votarán con la cabeza? ¿Cuándo exigirán de los candidatos una plataforma realista para poder cotejar con las de otros candidatos?

Este año votarán los chicos nacidos en 2001. Entre ellos, los que sufrieron los años de la desnutrición, los que no murieron, como aquellos 21 chicos que estremecieron al mundo. Para dar una idea de número, sólo en 2004 había un padrón con 36.000 desnutridos. Ellos votarán este año a la conducción del país. Los que puedan llegar a las urnas, porque muchos de los desnutridos de ayer son los adictos de hoy, y en sus mejores momentos limpian parabrisas en las avenidas.

El voto millennials es toda una incógnita. Esta generación que participa de marchas, que se expresa por las redes sociales, que denuncia, que disfruta y que promueve la hibridación cultural, es quizás el segmento más difícil de medir, porque participa en la vida política ignorando a los partidos políticos, al menos los tradicionales. En Tucumán han surgido y se han fortalecido muchos grupos feministas partidarios adonde acuden chicas de entre 15 y 36 años. Han estado todo el año luchando por sus ideas, no apoyando a ningún candidato.

Los jóvenes son más libres, no se atan a pesadas estructuras partidarias. Pero mientras los políticos discuten candidaturas ellos unen fuerzas que les permitan sentarse en un mano a mano a discutir con “los viejos” los temas que a ellos les interesan. No son los únicos fuera del redil. Los grupos denominados “pro vida” también se unen bajo un mismo pensamiento, sin banderías partidarias. A nivel nacional ya se formó el Frente Federal Familia y Vida y, en la provincia, el partido Por la Vida, fundado originalmente por un pastor evangélico, busca luchar contra el aborto y la llamada “ideología de género” desde cualquier plataforma que coincida con sus intereses. Saben que no van a llegar a la gobernación, pero, al menos, quieren mostrarse como posible “coto apetecible de caza” que obligue a los candidatos mejor posicionados a negociar con ellos ideas y, por qué no, algún espacio en los ministerios de Salud o Educación. Es hora de actualizar el libreto. No sea que el público se levante y se suba al escenario a protestar y que continúe la obra que ya conocemos.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios