La complicidad del letargo

Y finalmente llega 2019. ¡Bienvenidos! ¡Despiértense, es hora de levantarse! Mientras algunos dormían el peronismo nunca dejó de arrullarlos. Da la sensación de que la llegada de febrero pone en marcha el engranaje público y electoral de la provincia. Sin embargo hoy comienza 2019 para todo el mundo menos para el peronismo tucumano. El oficialismo hace rato que largó la carrera. En los primeros metros Juan Manzur y Osvaldo Jaldo han largado en punta. Miran para atrás y aún no ven a nadie. Tienen tiempo. Mientras no les pase como en la fábula de la liebre y de la tortuga no corren riesgos.

Por la fatalidad que suele subirse a turucutu de la Parca o por la picardía de los políticos que quieren llegar antes al lugar de destino, los caminos condujeron al Palacio de Justicia.

Tribunales entraba en el descanso cuando partió Antonio Gandur camino a la eternidad. Tribunales seguía en su letargo cuando Manzur decidió que su fiscal de Estado cambiara el traje por la toga y se convirtiera en el vocal de Corte que ocupará la poltrona que dejó el octogenario abogado. Cuando el mismísimo presidente de la Corte, Daniel Posse, llegó a su despacho tropezó con los muebles que había dejado el extinto vocal. Manzur, el hombre de la paciencia, de las decisiones lentas, quien se caracterizó por tomarse todo el tiempo del mundo antes de hacer cualquier designación en el Poder Judicial, fue tan veloz que podría ser fuente de envidia para el mismísimo Flash. Fue tal el vértigo que muchos terminaron mareados y ofendidos en Tribunales. Sienten que ni tiempo para el duelo tuvieron.

El sueño contagió a propios y extraños. Al Colegio de Abogados lo tomó con las legañas en los ojos y ni hablar de la Facultad de Derecho. Los letrados callaron. Ni aplaudieron ni criticaron la elección de Leiva. Cuando amaneció y mientras se desperezaba, levantó la voz Marcelo Billone quien habló de oportunidad perdida y acusó al gobernador de armar una Justicia adicta.

Tarde. Demasiado tarde.

No sorprende el silencio de los claustros universitarios que suelen mantener el perfil bajo y abstenerse de opinar, pero el Colegio de Abogados ha sido un luchador de causas y un actor principal donde siempre su voz ha sonado alto. Curiosamente, la entidad ha evitado el pronunciamiento. Tanto, que el presidente Billone se ha preocupado por aclarar que habló “a título personal” como si una persona y su cargo pudieran escindirse. La fuerza arrolladora del poder de la Casa de Gobierno ha sido brutal este verano.

La voz del titular del colegio de abogados pudo haber contribuido al debate, al análisis, a la reflexión, y terminó siendo como un simple compromiso o como una palmeada disimulada al poder oficialista. Los abogados también perdieron una oportunidad. El pronunciamiento se convirtió en una gesticulación exagerada sobre un acto enmascarado de normalidad democrática. El gobernador Manzur eligió para un poder que debe controlarlo a alguien que no podrá hacerlo como lo reconoce el mismísimo presidente de la Corte, Daniel Posse.

El despertador

La feria judicial pasó y el pulso de los Tribunales se va a acelerar la semana que viene. No tanto por la asunción del nuevo vocal de Corte sino porque entra en el capítulo final el juicio de Paulina Lebbos. Tras un año de juicio oral los magistrados deberán dictar sentencia. Ellos, mejor que nadie, están cerca de la verdad. No obstante, desde la mirada apriorística de los espectadores de la aberración que es el llamado “Caso Lebbos”, han quedado algunas certezas.

Aparentemente, al tribunal le va a costar encontrar un culpable. De los minuciosos interrogatorios y de los alegatos es difícil poner el dedo acusador sobre alguna persona. Sin embargo, también es harto complicado evitar la convicción de que ese dedo no puede señalar porque ha habido un cuidadoso engranaje para encubrir el asesinato. Eso pasó porque la picardía política del Poder Ejecutivo de entonces aprovechó el letargo de la Justicia.

Un padre obsesionado por saber la verdad como es Alberto Lebbos ha sido el despertador.

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