Esas redes sociales que transforman la vida

Esas redes sociales que transforman la vida

Llegaron hace unos lustros de la mano de internet y se quedaron, al parecer, por un buen tiempo. Nuevos hábitos culturales

Esas redes sociales que transforman la vida

Mirada que se mira en una pantalla. Piensa. Escribe. Opina. Elogia. Descalifica. Publicita sus parpadeos. Mirada que seduce. Inventa. Busca. Espía. Fantasea. Oculta. Chismea. El lado oscuro de la luna pasa inadvertido. Los espejos de colores del narciso la excitan. Mirada, dueña de un millón de amigos y de ninguno.  Virtualidad imposibilitada de tocar la vida. Mirada adictiva. Un emoticono es alegría, dolor, abrazo, beso... Mirada prisionera de redes que incomunican lo que comunican y comunican lo que incomunican. ¿Paradójica esclavitud donde todo está permitido? ¿El parecer le torcerá el brazo al ser? Me virtualizo, luego existo, ¿esa es la cuestión?

Llegaron de la mano de internet para quedarse. Transformaron hábitos culturales. Aliadas con el teléfono móvil, se han convertido en amigables intrusos en muchas vidas y han construido una legión de adictos que chequean constantemente si tienen una actualización de las notificaciones. Circulan postales de familias reunidas en una mesa, donde cada integrante está “conversando” con su celular, o de una pareja que mientras él la abraza, ella sigue pendiente su pantalla digital. Se habla con el que está lejos, pero no con el que se tiene cerca. Las redes sociales, ¿comunican o incomunican? ¿O ambas cosas? ¿Se estimula el narcisismo a través de las selfies? ¿Favorecen el voyerismo? ¿Acerca a la gente? ¿La desinhibe? ¿Estimula amoríos virtuales, mundos que se inventan, fantasías? ¿Hacia dónde nos conducen?

Un justo equilibrio
Emilse Nieva - Locutora

La transformación que trae consigo la “Aldea global”, no es exclusiva del allá afuera como manifiesta Anthony Guiddens, cala hondo en la principal célula social que es el núcleo familiar. Roza sus estatutos de convivencia, sus valores, su identidad, al individuo en su propia intimidad. Por lo cual tiene desafíos y modelos mentales más abstractos para resolver, que quizás los nativos digitales los decodifican con mayor rapidez que los que tenemos más de 40. Siguiendo a Diego Levis, las tecnologías no garantizan una mejora en las condiciones de vida, existe una brecha económica que es la que permite tener acceso o no a la “Sociedad de la información”. Los medios masivos de comunicación fueron unas de las principales fuentes de transmisión de lo que acontece en el mundo. La gran onda expansiva de comunicarnos con el planeta y diríamos de casi ir borrando las líneas del planisferio lo trajo internet, para conectar en cuatro años a millones de personas. La instantaneidad, el tiempo real, el ahora, el transmitiendo en vivo, caracterizan el modo de comunicarnos. Los hábitos se van mudando de sala, ya no vemos televisión, no escuchamos radio ni leemos diarios  de manera tradicional. Ahora podemos interactuar en redes sociales, opinar y hasta chatear en esta era de híper conectividad. Transformarnos en individuos evolucionados es la tendencia. Lo peligroso de globalizarnos es perder “la identidad”, lo propio, el sello, las huellas. Sentirse seducido por reemplazar lo que no soy. “La tecnología no determina la sociedad, tampoco la sociedad dicta los cambios tecnológicos” (Manuel Castells). Será todo cuestión de un justo equilibrio.

Una vidriera
Juan José Genisans - Periodista-Poeta

Las redes sociales ayudan mucho en actividades como ventas informales, búsqueda de animales extraviados o de algún servicio. Por otro lado, modifican los hábitos sociales, porque se tiende con ellas a estar más pendiente del que está lejos del que se tiene cerca, y en el contacto cara a cara, la comunicación pierde fuerza por la nomofobia, una adicción común entre los jóvenes y los no tan jóvenes. Vivimos híper conectados, esto por un lado es muy útil porque facilita la información que antes costaba conseguir. La persona adicta al celular piensa que tiene toda su vida en el dispositivo, ya que en las redes sociales quedan guardadas imágenes personales. El exhibirlas genera un sentimiento de aprobación y de ser aceptados, más todavía entre los adolescentes. Es una carrera maratónica para conseguir más likes. Facebook, Instagram, WhatsApp y Snapchat son una vidriera, en las que mucha gente muestra solo lo que los demás quieren que vean, buscando una respuesta inmediata y gratificante. Al tener una amplia gama de gente para conocer a través de ellas, las personas con autoestima baja prefieren construir relaciones sociales ficticias, creando un mundo que no es real, pero que creen controlar a diferencia de su entorno, del cual se aíslan. Además, pueden generar celos en la pareja. A consultorios psicológicos llegan mujeres y hombres con su vínculo destruido por el uso desmedido de estas herramientas tecnológicas. Pasó antes con la radio, después con la televisión, lo cierto es que las redes sociales pueden mitigar la soledad, pero no suplen el contacto humano.

Como un grillete
Gloria Olivera - Docente

Accedemos a las redes sociales a través diferentes dispositivos, uno de ellos es el celular que es como un grillete, una cadena con la que vivís, te vas a dormir pendiente y encandilado por la pantalla, expectante a nuevos mensajes, estados, notificaciones, likes y publicaciones, absorbe tu atención no te das cuenta, así vas viajando por el mundo virtual que transforma la comunicación y nuestros hábitos. Ante esta situación que vivimos conectados recuerdo el texto “Aventura en el televisor” (fragmento adaptado de Giani Rodari) que relata la vida de un abogado que  se había apasionado de tal manera por el televisor que ya no atendía a nada y a nadie. No cabe duda que tenía una terrible enfermedad. Un día -no se supo nunca cómo- el abogado se cayó dentro del televisor. Tuvo que pasar allí, tres días, ¡imagínense! Luego por consulta a expertos; el enfermo volvió a la realidad. Las redes sociales están omnipresentes, no las podemos evitar pero sí podemos tomar las riendas. Generan usuarios: consumidores y productores, audiencias  que manejan con soltura la información, ante una pregunta hay varias respuestas o aportes. Así también leemos y aprendemos de otras situaciones, culturas y costumbres. Con las nuevas tecnologías surgen micro emprendimientos, ideas y  productos, el buen uso puede traer muchos beneficios. “Soy como el pez que nada en lo profundo, es bueno saber de todo para vivir en este mundo”.

Ese no lugar
Jorge Montesino - Escritor

A mediados de los 90 en la frontera entre Paraguay y Brasil se materializó ante mí el “no lugar”, también conocido como “o lugar nenhum”. Ese concepto en el que venía trabajando desde la poesía no era algo original sino una analogía sustentada en otro concepto sobre el cual el poeta Manoel de Barros había fundamentado suficientemente. Él afirmaba que la poesía era un “inutensílio”: no servía para nada. Yo había tomado aquello y había enunciado: si la poesía es un “inutensilio", su lugar es el “no lugar o el “lugar nenhum”. En aquella frontera, en aquel “no lugar” no había un límite, ¡había dos! De un lado, una línea indicaba el fin o el principio del Paraguay, y unos cuantos metros más allá otra indicaba el fin o principio del Brasil. En el medio un no lugar. El ingenio popular instaló allí comercios de todo tipo y dio amparo a los que deseaban no ser vistos, aun estando a la vista de todos. ¡Y sin pagar impuestos! Allí era posible dar un paseo ¡al fin! por un lugar inexistente. Réplica anticipada de lo que sucede hoy con las redes sociales: paseamos por un no lugar. Ese “no lugar” donde podemos ser quienes creamos conveniente ser aunque los demás sepan quiénes somos, donde impunemente somos jueces de desconocidos que han cometido terribles atrocidades, donde la veracidad es un bien inexistente, donde podemos ser eternamente jóvenes, stalkear y creernos lo visto, ser trolls del sistema o del antisistema, denunciar y hundir en el oprobio a nuestros enemigos íntimos. Por eso las redes, ese inutensilio, son el “no lugar”, una frontera peligrosa como la de la anécdota. Y quien esté “libre de pecado que tire la primera piedra”.

Nos comunican mal
Patricia Acosta - Locutora/Periodista

Si te aísla de tu entorno, es una interferencia. No hace mucho vi por internet un video hecho por una ONG -no recuerdo de qué país, pero estoy segura de que no era argentino- en el que se veía a un joven, siempre con la atención puesta en su celular, en distintas escenas en las que pasaban cosas, para él, inadvertidas. En cada escena, había otras personas, en especial una. La historia se completa cuando el que ve el video es testigo de todo lo que pudo pasarle (y no le pasó) si le hubiera prestado atención a su entorno. Y el espectador concluye que este joven solo transcurrió por su vida… ¡sin vivirla! Parece una postura extrema, ¿no? Yo también lo pensé de ese modo al principio. Cuando un producto tecnológico sirve, colabora con las actividades cotidianas es una herramienta. Ahora, cuando ese dispositivo se entromete en la vida de las personas y dificulta la interacción con el otro, impide el contacto visual, dispersa la percepción, entonces, deja de ser una herramienta para transformarse en una interferencia. Es ruido que contamina la otra red social: la que integramos afuera del celular y solo advertimos al levantar la mirada. Sin duda, las redes sociales (virtuales) inauguraron otras formas para ponernos en contacto. Pero nos comunican mal o, lo que es lo mismo, nos incomunican. En la era de las comunicaciones vivimos híper conectados, pero incomunicados y eso va contra la naturaleza sociable del ser humano. ¿Cómo transformar el pensamiento en destino sin la palabra que se exprese en acción; sin la acción que se manifieste en conducta?

El empoderamiento
Coqui Sosa - Folclorista

Las redes sociales son la verdadera revolución y permiten el “empoderamiento” de la sociedad. “Mostrarse al mundo” sin censura, “sin red”, sin “una línea editorial determinada”, una verdadera revolución: no es discutible, pero es urgente  corregir y enmendar el uso útil y responsable. Uno no va por la vida abriendo la ventana, mostrando su desnudez, insultando, agraviando. Las redes sociales deben comunicar, unir, compartir experiencias. Una selfie es “estar como en la postal comprada, con la excepción de que uno “está incluido”… “capturar un momento”, pero con uno adentro... y compartirlo con los amigos es maravilloso. Hace años inventé la “Mano viajera”, una serie de imágenes antecesora a la selfie, que tenía como intención “mostrar mis viajes… “conmigo incluido”. Uno no se hace “voyeurista” por usar Facebook o Instagram, es una extensión de la realidad, lo lleva o no adentro cada uno. Acerca y muchísimo… desinhibe… sí… muchas veces quizás en forma descontrolada. Es fundamental tomar dimensión que al compartir una opinión o una imagen lo hacen con millones de personas: “la red lo guarda todo”, todo queda en la “Nube”.  La Ley de Gravitación Universal de Newton expresa que “todo lo que sube, baja”. Pensar que lo que uno sube, bajará con la misma intensidad. ¿Uno tendría una relación con alguien que quizás ni siquiera tuvo contacto físico o visual alguna vez? “Los amoríos” vienen de larga data, antes eran “reales”, hoy son “virtuales”, nada cambia, el que toma ese camino de alguna manera lo tiene definido, no es culpa de las “redes”. Si lo hacemos con conciencia y con valoración, la red nos acerca a la eterna búsqueda de ser humano: hacia la libertad.

PUNTOS DE VISTA

Lo que suele brillar es lo efímero
Osvaldo Aiziczon - Psicoanalista

Las redes solo tienen sentido en la medida que existen los pescados. Pescados sociales, quiero decir. Y tienen características casi deportivas, sin clara diferencia entre uso y abuso. Es que la relación entre lo importante y lo divertido lejos está de definirse. A veces son leídos como opuestos y pocas veces como complementarios. El silencio es el ruido del secreto, materia ausente en las redes sociales.

Lo que suele brillar es lo efímero y pasajero, aquello que hace ver a los ciegos, oír a los sordos y hablar a los mudos. Una fiesta interminable donde hasta los patovicas represores participan. El control de calidad se vuelve imposible porque la densidad temática es masiva, y los vínculos confusos. Y porque la calidad importa poco. Es tan gozoso llegar a ciertos destinos que la repetición del camino promete igual o mayor satisfacción. Y ahí  queda el pez atrapado por la precisión de su necesidad.

En las turbulentas aguas del deseo interesa saber en qué momento el consumidor se vuelve adicto. Allí, donde el dios Todo abre sus mágicas góndolas, en el mismo escenario la dependencia se repite usted sabe: si el famoso vaso medio vacío y medio lleno fuera medio vaso también estaría medio vacío.  De repente la catástrofe: “¡se cayó el sistema!” “¿Dónde, dónde?”, preguntan los traumatólogos afligidos. Es que la vivencia de pérdida es violenta y da inicio al famoso síndrome de abstinencia que convierte al usuario en un virus con hambre. Muchos reprochan a su celular su dificultad  para reparar ausencias. Odian sus límites. No saben, acaso, que, a modo de semáforo social, el celular organiza encuentros, desencuentros y reencuentros.

El adicto se parece mucho a un adolescente enamorado, aunque hacer el amor con un celular sea todavía un poco complicado… La problemática de tragar sin masticar presenta a menudo que logrado el “cómo” queda disminuido el “qué”. Quiero decir que sigue siendo recomendable pensar lo que se lea y también lo que se escriba. La convocatoria en la red es fantástica porque tiene fantasmas que aparecen y desaparecen. Que unen y separan, que comparten y alejan. ¡Por fin se puede comentar sin saber!

HUMOR ON LINE

Por Alberto Calliera - Humorista

- Consejo: Nunca compre un celular más inteligente que usted-

- Cuidado, el ratón de la PC puede contagiar hantavirus.

- Era tan pobre que su computadora no tenía virus, sino vinchucas.

- ¿Vivimos en una civilización digital o digitada?

- (Un celular a otro): ¡Qué barbaridad, no se puede conseguir ni un usuario inteligente!

- Internet es inmortal… y eso me asusta.

- Dios perdona los pecados, las redes sociales no.

- El problema de Facebook es que hay mucha face y poco book.

- A veces los romances virtuales terminan en embarazos reales.

- ¡Confíe en internet, no se deje engañar por la realidad!

- Antes la gente se confesaba en la iglesia, ahora en Facebook.

- Padre, quiero confesarle mis pecados. - No es necesario, ya los he visto por internet.

- Yo leo las noticias en papel para entender las que vi en el celular.

- Ahora, el celular es el chupete de los niños.

- Advertencia: Vosotros que entráis a las redes sociales, perded toda esperanza de salir.

- “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos”, pero siempre seremos jóvenes en nuestro perfil de Facebook.

- Era tan descarado que nunca aparecía su rostro en las selfies.

- La mayor ventaja del celular es que se pude conversar con alguien sin percibir su mal aliento ni el olor de la transpiración.

- El Undécimo Mandamiento: “No desearás el celular del prójimo.

 - “Muchas cosas pierde el hombre que a veces las vuelve a hallar”, mas si pierde el celular jamás lo vuelve a encontrar. 

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