Misión en marcha: convertir El Cadillal en un lugar al que den ganas de ir

Misión en marcha: convertir El Cadillal en un lugar al que den ganas de ir

Ayer fue la prueba de fuego de las nuevas instalaciones del entorno del dique Celestino Gelsi.

NO MÁS BASURA. Empleados de turismo reparten bolsas y recogen residuos. la gaceta / foto de franco vera NO MÁS BASURA. Empleados de turismo reparten bolsas y recogen residuos. la gaceta / foto de franco vera
21 Enero 2019

“Señor, por favor, tiene que bajar el volumen de la música. Es la nueva disposición”. El cuidacoches, con una remera de la comuna de El Cadillal, se pone firme. Tres amigos arriba de un auto con parlantes a la vista, refunfuñan y bajan el volumen... hasta que el cuidacoches se aleja. Más firme, el cuidador insiste. La situación termina en una negociación: se puede escuchar música, pero a un volumen que no moleste.

Todo eso sucede en el nuevo estacionamiento de la zona de playas del dique Celestino Gelsi. Por ordenanza, ahora los vehículos llegan hasta ese sector y pagan $ 30 por todo el día. Ya nadie, excepto los que tengan embarcaciones, puede acercarse con rodados. “El Cadillal tiene que volver a ser de las familias”, le dice el muchacho que cuida los autos a LA GACETA.

Ayer fue el verdadero debut de este plan que el Ente de Turismo ha llamado “el nuevo Cadillal”. El sábado los nuevos servicios (foodtrucks, juegos inflables para chicos, un mirador en altura, un tráiler con una experiencia 360° sobre el NOA, entre otras propuestas) ya estaban funcionando, pero la prueba de fuego iba a ser el domingo. Hay cosas que no cambian nunca: ese es el día preferido en la villa náutica.

“Nosotros venimos siempre que podemos y la verdad se ve un cambio grande. Hay muchas cosas para hacer, hay mucha gente, pero al mismo tiempo se puede andar con tranquilidad, porque está bien cuidado”, dice Héctor Miranda (52 años), mientras recibe una bolsa para tirar los residuos. “Esto también es importante, que cuiden el tema de la basura, porque a esta hora El Cadillal solía ser una mugre... esperemos que esto dure”, agrega el hombre. Él había ido con dos matrimonios amigos y sus hijos, llevaron mesas de camping y reposeras y se instalaron a pasar el día a la orilla del lago.

A metros de ellos sonaba la música del club de playa que instaló el boliche Recórcholis. Un poco más allá, los camiones de comidas y bebidas, con un patio al aire libre para sentarse a comer; estaba repleto de gente que iba y volvía. Y en uno de los muelles, los barcos y los kayaks partían a hacer recorridos por el espejo de agua.

“Es para aplaudir lo que hicieron. Limpiaron toda la basura y removieron las grandes piedras que impedían circular, entonces la gente se acerca más a la orilla del lago”, celebró Sandra, una de las colaboradoras del puesto de Sergio Wilde, donde se pueden contratar paseos en barco ($ 200 por persona, media hora) o alquilar kayaks ($ 200 por dos personas, $ 250 por tres, también media hora).

Cayendo la tarde, el reggaeton se cambió por música en vivo. El grupo Purij con sus sonidos andinos se subió al escenario, y los que estaban sentados haciendo picnics comenzaron a levantarse para bailar. “Así, no dan ganas de irse más de acá”, se escuchó entre el público.

Galería 14 fotos Nuevas sombras y recreaciones para los visitantes. FOTO LA GACETA/ FRANCO VERA
Nuevas sombras y recreaciones para los visitantes. FOTO LA GACETA/ FRANCO VERA
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Nuevas sombras y recreaciones para los visitantes. FOTO LA GACETA/ FRANCO VERA
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