No ver (o ver poco) ya no es el impedimento de antaño

No ver (o ver poco) ya no es el impedimento de antaño

Aplicaciones y dispositivos integran a quienes padecen discapacidad visual, como lo acreditan los casos de dos profesionales tucumanos.

01 Enero 2019

Por Florencia Slame

Existen 253 millones de personas con discapacidad visual (PDV) en el planeta, según un informe de finales de 2017 de la Organización Mundial de la Salud. En ese conjunto hay 36 millones de ciegos mientras que el resto (alrededor de 217 millones) posee diferentes niveles de dificultades para ver denominadas coloquialmente “baja visión”. Este último grupo incluye a quienes, aún con ayudas ópticas, como anteojos o lentes de contacto, no pueden acceder a los procesos convencionales de lectura y escritura.

Si bien el braille representa en la actualidad el sistema más utilizado por las PDV, solo el 10% de los títulos impresos están disponibles en ese formato de lectura y escritura táctil. Se estima que solo usan el sistema braille el 15% de quienes podrían aprovecharlo. Por esa razón, la audición es la herramienta principal de acceso a la lectura para este colectivo. De allí proviene la importancia de las innovaciones tecnológicas destinadas a quienes no pueden ver o ven poco, que en este campo llevan un nombre específico: “tiflotecnología” (“tiflo” significa “ciego” en griego). El diccionario define a esa palabra como el estudio de la adaptación de procedimientos y técnicas para su utilización por los ciegos.

Una autonomía posible

Adrián Bautista y Fabiana Blasco padecen discapacidad visual. Ello no les impidió cursar estudios universitarios en Tucumán y convertirse en profesionales. Ambos son locutores nacionales, y llegaron a realizarse en el campo de la comunicación social implementado los adelantos disponibles, que les permiten insertarse en el mundo laboral y social, y vencer la exclusión y el aislamiento.

“La tecnología que está al alcance de todo el mundo, desde el correo electrónico hasta las redes sociales, ha ayudado años luz a una persona con discapacidad visual”, asegura Blasco. Mucho más lo hizo la tiflotecnología. En efecto, la existencia y el surgimiento de dispositivos y aplicaciones orientados a cubrir las necesidades de las PDV reducen y hasta eliminan las barreras para acceder a información, para vincularse y para trabajar. Esas innovaciones funcionan como una suerte de puente que abre un abanico de oportunidades para mejorar la calidad de vida de quienes no pueden ver en el desempeño de sus actividades cotidianas y en sus interacciones sociales.

“Estas herramientas simplifican los problemas. Son elementales para cumplir con las obligaciones laborales. Antes, por ejemplo, tenía que hacer todo mediante casete, disco compacto o papel, y en resumidas cuentas dependía de que alguien me leyera”, relata Adrián Bautista.

Mandan los “comandos”

Las aplicaciones más empleadas por las PDV son los lectores de pantalla para computadoras como el NVDA (Non Vision Desktop Access) o el JAWS (Job Access With Speech), y el Talkback para celulares. Una vez instalados esos programas, el usuario puede escuchar una voz que reproduce los mensajes recibidos por WhatsApp, o publicados en las redes sociales y en los sitios de Internet. Ahora bien, para lograr una mejor decodificación de toda esta información es necesario, por un lado, que los textos contengan la menor cantidad de gráficos posibles ya que el sistema no los reconoce y, por el otro, que haya comandos. Esto último permite que, mediante la combinación de las teclas de los dispositivos, las PDV sean conducidas a distintos sectores del sitio web y naveguen con agilidad, como sucede en Facebook o en Gmail. “En el sistema operativo de Windows, si apretás la combinación Windows + M se te direcciona al escritorio; si presionas Alt + F4, se cierra la pantalla; si seleccionás Alt + Tab, navegás entre ventanas”, ilustra Adrián Bautista con gran destreza.

El lenguaje HTML (HyperText Markup Language o lenguaje de marcas de hipertexto) también resulta de utilidad puesto que, gracias a él, las páginas web adoptan el formato de texto plano con enlaces. “Entonces, directamente, vos vas bajando con las flechas hacia arriba y hacia abajo, o con el tabulador -otro comando de la PC-, y el lector oraliza todo el texto. Automáticamente, conociendo qué opciones hay, entrás, leés lo que te interesa y listo”, amplía el joven comunicador. Se trata, al fin y al cabo, de soluciones sencillas que no requieren de la adquisición de destrezas especiales, pero que producen un impacto grande -y una diferencia inmensa- para quienes no están en condiciones de leer con sus propios ojos.

El viaje (poco) placentero

Fabiana Blasco y Adrián Bautista coinciden en que, desafortunadamente, la mayoría de los sitios web no están adaptados a las necesidades de las PDV. En las antípodas de esos espacios excluyentes están, por ejemplo, las ediciones digitales de algunos diarios, como la de La Nación, que disponen de un enlace que anuncia “si usted usa lector de pantalla, haga clic aquí”. “Esa opción es una forma simple de adaptar la información, aunque no es muy utilizada en páginas turísticas, periodísticas o comerciales, ya que habilita a acceder automáticamente a la versión digital adecuada a las condiciones de navegación de las PDV”, explican.

La experiencia más compleja espera, paradójicamente, al momento de hacer compras de viajes, que deberían ser las transacciones más placenteras. Bautista y Blasco advierten que las páginas de turismo resultan inaccesibles en muchos aspectos. “Sacar un pasaje se convierte en una tarea muy complicada como también lo es conocer las características de los alojamientos. Esto porque las imágenes ilustrativas no cuentan con descripciones verbales”, señalan. Blasco precisa que, a su juicio, el problema radica en que los creadores de estos sitios no proyectan como potenciales consumidores a las PDV. Este déficit sólo puede ser subsanado con alguien que vea y lea por quienes no pueden hacerlo por sí mismos.

Complemento del bastón

Múltiples dispositivos pueden hacer más sencilla la vida de las PDV pero, en muchos casos, son caros y, por lo tanto, inalcanzables para la gran mayoría. Adrián Blasco explica que existen unos lentes llamados “Orcam” que actúan como asistentes inteligentes: describen el contexto circundante y potencian la función que cumple el bastón tradicional. Una variante novedosa de este instrumento vibra a medida de que la PDV va aproximándose a cosas o personas. “Con el bastón tradicional se percibe solo lo que hay en el suelo por donde se pisa, pero no lo que está de la cintura para arriba”, advierte Fabiana Blasco.

Un ejemplo de aplicación sofisticada accesible es el GPS gratuito para personas ciegas llamado “Lazarillo”, que está disponible para Android. Pero su uso presenta un problema adicional: Adrián Bautista menciona que hay que estar con el celular en la mano y con los auriculares puestos, y que en Tucumán ello implica una gran inseguridad. “Corres el riesgo de que te asalten”, añade con criterio de realidad. Blasco menciona otra herramienta más reciente: un lector de billetes llamado “Zing” que puede instalarse gratuitamente en los teléfonos móviles.

Salir del propio mundo

Más allá de las máquinas está la solidaridad y la posibilidad de ponerse en el lugar del otro. Bautista opina que muchos ayudan a las PDV a cruzar la calle o a llegar a un lugar. Pero también está convencido de que falta conciencia. A veces la “mano” consiste en algo tan simple como no estacionar la moto en medio de la vereda. Blasco describe: “la gente va en su mundo con el celular, escribiendo mientras camina, entonces no te ven, te chocan y, encima, ponen cara de reproche. Aunque no los veas, sentís una mirada que te increpa con un ‘¿no me viste?’”.

Las ciudades han incorporado algunas prestaciones destinadas a quienes no pueden valerse de su vista, pero pueden hacer mucho más. Las PDV enfrentan una odisea a la hora de transitar por la provincia. Bautista se ilusiona con la posibilidad de acceder a información sobre el transporte público, como sucede en Buenos Aires. Entre muchos otros factores de riesgo, inciden negativamente el estado de las veredas; las obras en construcción sin señalización; los obstáculos dejados en el camino (postes de luz, motos mal estacionadas, toldos, ventanas que se abren hacia afuera, aparatos de aire acondicionado ubicados a baja altura, cestos de basura, etc.), y la falta de semáforos adaptados y de rampas.

Así como sigue habiendo un grado alto de desconsideración y exclusión, también es evidente que los tucumanos están más preocupados antes por integrar a los PDV. Para eso hay una regla básica: “la persona ciega debe tomar a quien se ofrece a ayudar del hombro o del brazo, y siempre el guía debe ir un paso adelante para anticipar las barreras”.

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