Argentina en un orbe enfrascado en batallas bilaterales

Argentina en un orbe enfrascado en batallas bilaterales

PRIMERA CUMBRE EN LA ARGENTINA. Los líderes del G-20 posan en la apertura de la reunión en Buenos Aires: sólo faltó Merkel, por el desvío de su vuelo. PRIMERA CUMBRE EN LA ARGENTINA. Los líderes del G-20 posan en la apertura de la reunión en Buenos Aires: sólo faltó Merkel, por el desvío de su vuelo.

Desde el escalón 19 del sótano de una casa que unos quieren demoler y otros quieren preservar, el protagonista de uno de los cuentos más venerados de Jorge Luis Borges, El aleph, descubre un punto desde el cual es posible verlo todo. “Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos”.

Algo de ese aleph tuvo la cumbre del G20, que entre el 30 de noviembre y el 1 de diciembre reunió a 38 hombres y mujeres de Estado en la Argentina, esta australidad del mundo donde los movimientos políticos se acusan mutuamente de fundir al país y se reivindican cada cual como los salvadores de la Nación. Muchos de los hechos preponderantes del año que termina, y de los que se proyectan hacia el año que comienza, pudieron verse en esa cumbre que paralizó la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Distintos ángulos de los más diversos lugares del orbe, vistos simultáneamente desde un mismo lugar.

Las migraciones

Las olas migratorias se han consolidado como un fenómeno tan vasto y tan complicado que la cuestión ni siquiera pudo ser abordada durante el encuentro de los líderes. Es que no sólo se trata de un desafío económico, social, laboral y de infraestructura para los países donde los que huyen de su tierra buscan un nuevo hogar. También se trata de una encrucijada moral.

La cuestión migratoria, tal y como llegó al G20, presenta dos órdenes de complejidad. Uno, de tipo global, es la manera en que las principales naciones han empezado a restringir sus fronteras para los países pobres. La segunda, de índole individual, refiere a los distintos niveles con que cada potencia percibe la crisis.

Donald Trump llegó a presidencia de los Estados Unidos con la promesa de construir un muro froterizo que, a su criterio, los mexicanos tienen que costear. El mandatario vino al encuentro y, se vería semanas después, trajo consigo ese conflicto. El 30 de noviembre, él y sus pares de Canadá, Justin Trudeau y de México, Enrique Peña Nieto (esa noche retornó a su país para traspasarle el poder a Andrés Manuel López Obrador) firmaron el nuevo tratado de libre comercio para América del Norte, que reemplazó al Nafta. Luego, Trump dijo que los beneficios que reportaba a su país la renegociación con México significaba que ese país estaba pagando el muro.

Esta semana, sin embargo, el Gobierno de EEUU entró en parálisis por falta de fondos, porque los demócratas se rehusaron a ampliar el presupuesto, dado que entre las partidas requeridas por la Casa Blanca figuraban fondos para encarar la construcción del muro.

Océano Atlántico de por medio, Europa continental tiene en las costas del Mediterráneo un verdadero límite donde se enfrentan los valores de la modernidad (libertad, igualdad y fraternidad son los lemas de la Revolución Francesa) contra los intereses proteccionistas. Los seres humanos que huyen de las guerras civiles de África y de Oriente Medio encuentran en esas aguas oprobiosa sepultura. Y, cruzando el Canal de la Mancha, Gran Bretaña votó por retirarse de la Unión Europea (el Brexit) para cerrarse a la migración. Pero los británicos no miran otros continentes, sino el suyo propio: Europa oriental.

EEUU vs. China

La guerra comercial entre China y EEUU, que signó 2018, fue omnipresente en la reunión de jefes de Estado. Hubo gestos de distensión, como la comida que el 1 de diciembre compartieron Xi Jinping y Trump, quienes durante el año se gravaron mutuamente importaciones. Pero debajo había hechos que tensaban las relaciones: ese sábado, Canadá detenía a la directora financiera del gigante tecnológico Huawei, Meng Wanzhou (es hija del fundador) por pedido de EEUU, quien la acusada de haber violado sanciones impuestas a Irán. Otro foco de tensión en Oriente Medio durante el año que cesa.

Por caso, el único sofocón que sufrió el anfitrión Mauricio Macri se dio en este contexto, tras la reunión bilateral que mantuvo con Trump. La vocera de la Casa Blanca, Sarah Sanders, consignó en su cuenta de Twitter que su jefe y el argentino habían expresado durante la charla “su compromiso compartido de enfrentar la actividad depredadora china”. La Cancillería lo desmintió.

La guerra comercial entre los gigantes recaló en Buenos Aires después de una batalla estremecedora. En noviembre, la reunión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico concluyó en Papua y Nueva Guinea con una novedad alarmante: las 21 naciones reunidas allí no pudieron aunar un comunicado por la falta de consenso entre EEUU y China. Sólo estos dos países concentran el 40% de la economía del planeta.

Pulseadas europeas

El debate en torno de las medidas que deben adoptar las potencias para preservar el medioambiente fue una pulseada importante, pero sin fuerza. El pico de la discusión fue alcanzado por Francia: el presidente Emmanuel Macron amenazó con que su país pensaba dejar de comerciar con naciones que no suscriban al Acuerdo de París. Todo un mensaje para Trump, quien amenazó varias veces con retirar a EEUU de ese pacto. Pero el planteo del francés se vio acallado por las aturdidoras protestas de los “chalecos amarillos”, ese movimiento que ha puesto contra las cuerdas al Gobierno galo.

Los autoconvocados comenzaron rechazando un impuesto que encarecía 4% los combustibles y, luego de la marcha atrás de Macron, terminó pidiendo medidas para conjurar el empobrecimiento de la clases media. Una demanda tan genérica e imprecisa como el derrotero de esa protesta.

El francés no fue el único líder europeo que arribó rengo de poder. La británica Theresa May llegó magullada política por una imprevista derrota ante su par Pedro Sánchez: para que España no vetará la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, ella debió conceder al Gobierno de la península el derecho a evaluar y aprobar los futuros acuerdos vinculados con Gibraltar. Sin embargo, no hizo ni el menor guiño respecto de la soberanía de Malvinas. El Brexit, esa obsesión europea cada vez más apremiante, tampoco falto a la cita argentina.

La incógnita de Brasil

Argentina en un orbe enfrascado en batallas bilaterales

El “fenómeno Bolsonaro” también se manifestó en el G20 y lo hizo precisamente como un fenómeno. Jair Bolsonaro, que en cuestión de horas asumirá como presidente de Brasil luego de ganar las elecciones en las que no pudo participar Luis Inacio “Lula” Da Silva porque está preso (varias instancias judiciales lo condenaron por presunta corrupción), finalmente no vino a la cumbre. Anunció que sí lo haría y luego declinó su visita. Igualmente, su ausencia no impidió que fuese una de las figuras de las conversaciones entre los mandatarios, porque sus entredichos con Macron dejaron prácticamente enterrada la posibilidad de concretar el largamente estudiado acuerdo comercial entre el Mercosur y la Unión Europea. De hecho, la proyección de la Argentina en el propio Mercosur es dudosa porque el flamante presidente de Brasil declaró que esa no es su prioridad. El alineamiento de Brasil con Estados Unidos es una histórica certeza. Ni qué hablar cuando Bolsonaro declara que admira a Trump.

Las proyecciones

La exitosa realización del G20 fue una buena noticia para la Argentina. El país estuvo en la vidriera de las naciones que representan el 85% de la economía mundial. Y salió airosa del desafío.

Las proyecciones que dejó el encuentro dan cuenta de que el país es un socio estratégico para Estados Unidos en su denuncia de violaciones de derechos humanos en Venezuela. “Comparten ambos presidentes (Macri y Trump) lo delicado del hecho de que Venezuela no es hoy un país democrático”, fue la síntesis del canciller Jorge Faurie.

También EEUU apuesta por la potencialidad de Vaca Muerta. “Hay mucha participación de empresas norteamericanas. Nuestra expectativa es incentivar a otras que ya tienen experiencia en la explotación de petróleo y gas”, precisó el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, para remarcar que la situación del yacimiento fue uno de los temas destacados en la bilateral de Macri con Trump.

En cuanto al comercio exterior, las proyecciones para Tucumán en el contexto argentino son diversas. El limón seguirá ingresando al mercado estadounidense, que acaba de abrir sus puertas a las carnes nacionales, lo cual representa una veta potencial a explorar para la producción pecuaria local. En los días previos a la cumbre, había llegado a China el primer cargamento de arándanos procedente de Entre Ríos: allí hay toda una promesa. El ingreso del bioetanol a EEUU, en cambio, aún es un sueño azul, pero lejano.

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