Casi los lleva el agua en un canal de La Rinconada

Casi los lleva el agua en un canal de La Rinconada

Dos jóvenes de Yerba Buena iban, en la madrugada de ayer, por la avenida Solano Vera cuando se metieron en una correntada y el auto fue a parar a un canal.

A SALVO. Fabricio Angelicola y Agustín McFly Rossi cuentan su accidente. LA GACETA/FOTO DE JOSÉ NUNO A SALVO. Fabricio Angelicola y Agustín McFly Rossi cuentan su accidente. LA GACETA/FOTO DE JOSÉ NUNO
22 Diciembre 2018

Fue una madrugada signada por el frío, los nervios, la oscuridad y el peligro para Agustín Mcfly Rossi y Fabricio Angelicola, dos jóvenes de Yerba Buena que sufrieron un accidente agravado por la tormenta de ayer. A las 3.20 de la mañana, ambos regresaban de una reunión del country San Pablo hacia su casa. Rossi conducía su Citroen c3, por la avenida Solano Vera, cuando al llegar a la altura del 4.000, frente al balneario Toboganes Acuáticos de La Rinconada, cometió “la estupidez de meterse en una correntada, en vez de parar y que pase el agua”, como él mismo cuenta. “Me desesperé cuando vi que el auto flotaba. Decidí abrir las puertas, pero cuando lo hicimos empezó a entrar agua y el auto se iba con fuerza hacia el canal”.

Por el estado de nervios que sufría el conductor, se bajaron del auto sin apagar el motor, que se apagó después de una hora, cuando quedó cubierto por el agua. Fabricio describió: “estaba oscuro, no veíamos la ruta y la intensidad de la lluvia le dificultó (a Agustín) el manejo en la ruta”.

El canal donde fue a parar el auto es el que pasa por debajo del predio de la empresa de Toboganes. Afortunadamente, en el lugar hay una pequeña muralla que limita el terreno y muchos alambres de púas. Esto contuvo a los jóvenes y así se salvaron de ser arrastrados por el agua.

Facundo afirma que sintieron frío por mucho tiempo, porque estaban en medio del agua, aunque no los tapaban por completo. Rossi añadió: “llamamos a mi madre y le dijimos que nos quedaríamos en el mismo lugar que estábamos y que no cometeríamos ninguna tontería”. Los chicos sufrieron un ataque de nervios y la forma de controlar la situación en ese momento fue empezar a rezar y tratar de hablar sobre cualquier tema. Como los teléfonos estaban mojados, corrían el riesgo de que se apagaran y ellos quedaran incomunicados. Los usaron luego como linternas para que los bomberos y la familia supieran donde estaban. Al final, sólo se rompió el celular de Rossi.

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