Buenos Aires, la ciudad vacía

Buenos Aires, la ciudad vacía

La cumbre del G20 modificó por completo la fisonomía de la metrópoli. Calles desiertas y subtes clausurados

Buenos Aires, la ciudad vacía

(Enviado Especial) Los viejos comerciantes tucumanos de origen árabe tienen una forjada convicción: con los proveedores de la ciudad de Buenos Aires hay que negociar los viernes. Ellos asumen que los porteños se desesperan por terminar la semana y salir de la capital, de modo que el apuro por cerrar el trato abre mejores condiciones de negocio.

El de hoy, en contradicción con aquel axioma sirio-libanés, es un viernes sin frenesí en la ciudad más importante de la Argentina. El centro de la CABA, de veredas vocingleras y calles que son un solo crepitar de bocinas, es una cuadrícula de avenidas mustias. El Obelisco, ese fálico ombligo vial y político argentino, presenta una soledad desolada. La Corrientes, desde ese punto hasta el Centro Cultural Kirchner, se convirtió en una peatonal, escasamente transitada. Casi nadie camina sobre sus baldosas con estrellas que llevan el nombre de famosos.

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Por el metrobus 9 de Julio y por el metrobus 25 de mayo sólo circulan uniformados de la policía de la ciudad y de la bonaerense. Por la Juan B. Justo y por la inabarcable avenida 9 de Julio, sólo patrulleros con las luces encendidas de sus sirenas, pero sin ruido: brillaban de azul intenso, pero sin ulular.

Las bocas de acceso a los subterráneos fueron clausuradas, con todas las líneas pintadas de rojo y el anunció unánime de que no prestan servicios.

La ciudad insomne, ayer a la mañana, se dedicó a descansar.

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