Peligro de grieta peronista en medio de un “Déjà vu”

Peligro de grieta peronista en medio de un “Déjà vu”

Como se define como movimiento, hoy es posible pensar en varios peronismos en el futuro, especialmente después de la foto de los cuatro del jueves. Ahora bien, ¿será Manzur capaz de promover otra opción justicialista el 17 de octubre? ¿Es lo que quiere? Él asegura que no, que su intención es más sentimental que política. Pero la celebración de la lealtad vendrá con condimentos agrietadores en las filas del PJ, especialmente después de que aparecieran aquellos cuatro sonrientes. Massa, Schiaretti, Urtubey y Pichetto aceleraron los tiempos de definiciones y de reacomodamientos al mostrarse como una alternativa opositora a Cambiemos, excluyendo a Cristina. Vetó el ingreso “K” al espacio, con la excusa de que son una tercera posición frente al macrismo y al kirchnerismo. Ni yanquis, ni marxistas. Por esta conducta, en adelante cualquier foto será una alternativa, pero deberá confrontar con aquella, y ser más potente.

Prohibir la admisión de la ex presidenta es plantarse en contra del kirchnerismo fanatizado, que por cierto ya salió a hablar de traidores y de grupo de perdedores. Sin embargo, la postura de los cuatro jinetes se puede dar de bruces con la de Manzur, que pergeña un 17 de octubre con “todo el peronismo”, incluyendo a los cristinistas recuperables, principalmente los que en la provincia lo vienen acompañando a través de Unidad Ciudadana.

Entonces, la conmemoración de la fecha por parte del tucumano, y a partir de la irrupción de “los cuatro”, puede convertirse en una amplia unidad peronista o en la generación de otro espacio nacional del PJ para enfrentar al Gobierno nacional. Hasta horas antes de aquella imagen que provocó un revuelo mediático, la pretensión del titular del PE se agotaba en mostrar el poderío del Peronismo Federal con mandatarios provinciales, intendentes de todo el país -especialmente de Buenos Aires- y sindicalistas nacionales de peso. Después de “la alternativa” en foto, la iniciativa de Manzur es una apuesta de riesgo por las consecuencias a partir de las ausencias, pero también de las presencias. Casi un trampa. Manzur dice que no hay vuelta atrás, que habrá diecisiete.

Cruces y sonrisas

Nadie puede garantizar que el tigrense, el cordobés, el salteño o el rionegrino vengan a participar de una movida aún no formalizada que puede resultar paralela a la de ellos -y con objetivos diferentes- ya que no querrían toparse con cristinistas, aunque sea con los reciclables, o con los moyanistas confrontativos. Ellos alientan un perfil dialoguista, pero con un mensaje opositor no combativo.

Entonces, qué quieren ser y cómo mostrarse ante la sociedad es la disyuntiva que en el fondo puede separar más que aglutinar a la oposición peronista. Puede derivar en más de dos visiones, u opciones.

Desde esta perspectiva, en vez de inquietarse por lo que generó aquella imagen como alternativa de poder, el macrismo podría sonreír porque observaría cómo se quiebra el justicialismo en tres fracciones: la de los kirchneristas, la de los cuatro adelantados y la que pueda surgir eventualmente en Tucumán dentro de 17 días, más abarcativa y ambiciosa; si ocurre por cierto. Mejor que pelear entre tres, es hacerlo entre cuatro. Divide, o deja que lo hagan solos, y sonreirás.

En ese marco, la intención de Manzur de festejar un 17 de octubre amplio, “con todos”, constituye una apuesta de riesgo, porque puede ser una trampa colectiva o una gran oportunidad personal. Al tucumano, cuando se le pregunta si dejará afuera a los “K” responde evasivamente, limitándose a apuntar lo que es obvio: que el 17 de octubre es una fecha del peronismo, de todas las expresiones. El gastronómico Barrionuevo deslizó que es una convocatoria a los que no tienen prontuario. Más claro, imposible. Manzur no dice lo mismo. O lo calla. El peronismo, como lo dijo el gremialista, empieza a movilizarse; la pregunta es si confluirá en un espacio no kirchnerizado -aunque más no sea sumando a los cristinistas desencantados o perdonables- o si generará más de una alternativa electoral.

Manzur, pese a que le aconsejan desactivar el encuentro, confía en la buena intención de su propuesta, la de aglutinar al Peronismo Federal, representado con gobernadores, parlamentarios e intendentes; y con el sindicalismo de la mano de Daer, con quien mantiene una excelente relación. Hace poco el sindicalista estuvo en la cena que Manzur le ofreció al embajador de Estados Unidos en la Casa de Gobierno. Se menciona más la presencia de gremialistas de las 62 Organizaciones que de la CGT, y se hace hincapié en eso: el sentido de la representatividad cambia si se habla de una u otra entidad sindical.

Manzur mantiene contactos fluidos con Massa, y menos con el presidente del bloque peronista del Senado y con sus dos pares, con quienes parece más distanciado producto de la cercanía obligada de Schiaretti y de Urtubey con el poder central. Es que las necesidades económicas marcan dependencias, las mismas que hacen que otros les griten traidores.

El tigrense podría venir a la provincia el 17, convencido de que es el más presidenciable -hoy por hoy- que el resto de los compañeros de la foto, e incluso de los que podrían asistir al encuentro, como Florencio Randazzo, por ejemplo. Las ausencias debilitarían el lanzamiento del “Peronismo Federal” como una alternativa de poder frente a Cambiemos, principalmente a partir de aquella imagen; las ambiciones y los egoísmos marcarán la cancha.

La apuesta a la unidad de Manzur, después del retrato colectivo que causó un revuelo interno en la oposición, puede no resultar como pretendía al margen de la fecha. Puede agrietar más que acercar; he ahí el nuevo reto que surge para el tucumano: cómo no fracasar en su convocatoria, cómo evitar que más que unir, divida. No era su objetivo, pero las circunstancias cambiaron los ejes políticos desde el jueves pasado, cuando otros se le adelantaron y dieron un mensaje que descoloca sus propósitos. Hay que repartir de nuevo y jugar de otra manera, y en medio de la crisis económica, de la discusión del Presupuesto nacional y de la necesidad de que la Nación no siga recortándole recursos a partir del ajuste.

En 2000 aconteció algo similar a lo de hoy: el entonces gobernador Julio Miranda sentó en una misma mesa, en Tucumán, al ex presidente Menem, a los gobernadores peronistas Romero, Reutemann, Ruckauf, Rodríguez Saá, De la Sota, Insfrán, a senadores, a gremialistas -entre ellos a Barrionuevo- y a muchos líderes del PJ con la excusa de su primer año de gestión, aunque en el fondo los motivaba la preocupación por la crisis nacional y la gestión de la Alianza que ya rumbeaba hacia su propia desintegración. Los peronistas pregonaban en ese tiempo rebajar los impuestos, respetar los sueldos, darle mayor capacidad adquisitiva al mercado interno y ampliar las exportaciones al mundo. Sostenían que el Presupuesto no debía perjudicar a las provincias, que la carga impositiva en un momento de recesión no serviría para resolver los problemas. Déjà vu.

De la Sota promovía una disminución de la presión tributaria para movilizar la economía. En esa oportunidad se homenajeó a un ex gobernador fallecido, Amado Juri; hace poco murió el cordobés, quien recordaba en su libro “Quiero y puedo”, de 2015, que los gobernadores por la crisis de 2001 se reunían reiteradamente en la sede del CFI. Como sucede ahora. “En aquel entonces nos encontrábamos todas las semanas en el CFI. Los gobernadores pasábamos tanto tiempo en la Capital Federal como en nuestras provincias, tratando de ver qué hacíamos para evitar que el país se cayera”, relató. En esa ocasión, Menem, además de adelantar que se casaría con Cecilia Bolocco, apuntaba que el peronismo unido era una alternativa para ganar las próximas elecciones.

Veinte años no es nada

LA GACETA titulaba el 1 de noviembre “El PJ se mostró unido para volver al poder”. Por la cumbre en Tucumán, la Casa Rosada no dejó de preocuparse la cohesión de la dirigencia justicialista; escribía el cronista del diario. “Las provincias no pueden pagar el ajuste”, decía Gioja. Ese diario de hace 18 años cobra vigencia, como si en el país nada distinto pasara. Veinte años no son nada. Esa fue la mejor hora de Miranda que, por su exitosa convocatoria, se consolidaba como dirigente del PJ en el plano nacional, lo que ocurrió mucho antes de los casos de desnutrición infantil. Valen, incluso, los conceptos de un columnista gaceteril de esa hora: “si bien no se puede llegar al extremo de decir que Miranda le hace un favor a De la Rúa mostrando unido al PJ -porque mucha gracia no le debe hacer a la Alianza observar la capacidad de reacción del justicialismo-, se puede afirmar que para el equilibrio institucional de la Nación es importante que se compense la debilidad de uno con la fortaleza de su contrincante. Pero para sumar y no para dividir”.

Consultado Miranda, dice hoy que hay diferencias entre una y otra época, hasta entre él y Manzur, y sostiene, además, que la única forma de salir de la crisis es entre todos. Es más factible salir si no hay egoísmos, afirma.

En el próximo 17 de octubre, a 18 años de aquella cita, Manzur no parece estar en condiciones de mostrar un peronismo unido, en especial -como se dijo- desde aquella foto que provocó una divisoria de aguas. En adelante, será casi una obligación mostrarse como alternativa porque no se podrán eludir los motes y los encasillamientos gracias a Massa, a Schiaretti, a Urtubey y a Pichetto. Si bien Manzur habla con todos e invita a los peronistas -su teléfono no descansa-, las ausencias pueden decir más que las presencias en función de la unidad que pretende; a la vez que las presencias pueden consolidar un espacio alternativo nuevo, diferente por su intento abarcativo. El tucumano no parece dispuesto a ejercer el derecho de admisión, menos en un día especial de la liturgia peronista, donde se apela al sentimiento generalizado de los justicialistas, a las lealtades.

Frente a esta situación, Manzur ¿estará dispuesto a mostrarse con el líder de un espacio nuevo? o ¿sólo pretende estar en una mesa chica de las decisiones del grupo opositor? El problema es que los que podrían ser sus socios ya armaron una y fuerte, y han salido a jugar solos, sin otra compañía. Y esperan que Manzur y el resto de les sumen, y sólo porque dieron el primer paso. Se le adelantaron y dejaron al tucumano en una incómoda posición para el 17. A ver con qué “foto” resolverá el desafío.

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