Esta noche subirán al cerro para rendir homenaje a Nina Velárdez

Esta noche subirán al cerro para rendir homenaje a Nina Velárdez

Para un nuevo aniversario de su muerte se organizó una caminata nocturna.

Cuenta la leyenda popular que cuando se muere un taficeño no se va al cielo, sino que se va al cerro. Cuando murió “Nina” Velárdez, la noticia fue anunciada con la sirena de los Talleres Ferroviarios. “¡La Nina ha muerto!”, decían los vecinos con la angustia atorada en la garganta. Ese día, el viento se llevó la voz que corrió con rapidez por todos los rincones de Tafí Viejo.

“Nina” era la guardiana del cerro; la Pachamama taficeña que recibía en su puesto a todo aquel que se animaba a escalar los prodigiosos senderos del cerro. Su casa estaba a 1.300 metros de altura sobre el nivel del mar, en medio de una pradera con vertiente propia y un fondo de bosques de alisos y pinos misteriosos. No sabía leer ni escribir, pero acumuló una sabiduría ancestral que desconcertaba.

El 28 de septiembre de 2013, a los 93 años, su corazón dijo basta. En su memoria, los taficeños recuerdan a “Nina” de una manera especial. Como cada 27 de septiembre, se realizará hoy la caminata nocturna para llegar a la medianoche al puesto donde “Nina” vivió sus mejores años.

El punto de encuentro será en la esquina de Perú y Uttinger, a las 20.30. La convocatoria fue realizada por Walter Flores, voluntario de guardaparques, que es uno de los guías expertos de la expedición denominada “En memoria de Nina Velárdez”. Se recomienda a los asistentes llevar linterna, ropa y calzado cómodo para escalar el cerro.

El camino está listo para la exploración por parte de los aventureros que buscan el contacto con la montaña. “La dueña del cerro” como le llamaban muchos de los taficeños que la conocieron se llamaba Petrona Lucinda Velárdez. “No tenía documentos, pero ella siempre decía que había nacido en Yerba Buena alrededor de 1920”, recordó Carlos “Tití” Enrico.

La anfitriona

Cuando tenía cuatro años, se fue a vivir al puesto que su abuelo tenía en la cima del cerro taficeño. Allí habitó toda su vida. “Fue una verdadera guardiana de nuestro bosque, al que conocía como nadie. Incluso delegaciones de estudiantes universitarios la visitaban en su rancho para conocer los secretos de esa parte del cerro. Ella fue una anfitriona ejemplar, porque siempre recibía a los excursionistas con empanadas, mate cocido con alpamato (una hierba que le da un sabor especial), bollos y quesillo que ella misma elaboraba”, agrega Enrico. Tanto saber acumuló “Nina”, que la UNT la nombró guardaparques y cobraba una jubilación con esa categoría.

Los últimos años de vida, “Nina” los pasó lejos del puesto. Su familia -un primo y dos sobrinos- y sus amigos le recomendaron que bajara a la ciudad, pero ella no aceptó. Se instaló en una casa al pie del cerro, cerca de la hostería municipal, pero todos los días volvía al bosque. En su momento, el poeta y compositor Osvaldo “Chichí” Costello le dedicó un poema que la pinta en cuerpo y alma: “Es como una sombra lenta que se deshoja en la tarde / volando el verde, pasa la Nina Velárdez / y de noche se le vuela la pena en el horizonte / Nina Velárdez, tu corazón es el monte”.

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