13 Septiembre 2018
Analfabetismo vial, el consumo de bebidas alcohólicas, el exceso de coraje o de imprudencia, la falta de respeto por el otro, irresponsabilidad, indiferencia por las consecuencias que puede ocasionar una transgresión, ausencia de temor ante la muerte ajena o propia, son tal vez algunas de las causas por las que se registran tantos accidentes en nuestro país, muchos de ellos, con víctimas mortales. Las estadísticas reflejan a menudo un panorama sombría, que lejos de modificarse, empeora.
La Superintendencia de Seguros de la Nación indicó en un informe reciente que cada 24 segundos se registra un choque en la Argentina. En 2017, se registraron 1.247.279 siniestros viales con destrucción parcial del vehículo y 33.347 con destrucción total. Señala que se contabilizaron 1.280.626 accidentes en calles, avenidas, autopistas y rutas del país, sobre la base de la información que aportaron las compañías de seguros durante 2017, a un promedio de 3.508 por día, es decir un episodio vial cada 24 segundos, según el informe.
Según la estadística de la asociación civil Luchemos por la Vida, en 2017 hasta el 11 de enero pasado, se habían registrado 7.213 decesos y Tucumán había aportado 395 víctimas, prácticamente la misma cantidad que durante 2016, cuando se registró un total de 7.268. Ello implica que un poco más de 600 personas perdieron la vida por mes en todo el territorio argentino durante 2017.
En enero pasado, el Observatorio de Seguridad Vial del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV) informó que la mortalidad en siniestros viales se había incrementado en un 9,2% entre 2016 y 2017. La siniestralidad vial grave (episodios que registran como mínimo un lesionado grado 3, o sea, con fractura) había crecido un 21,5% en el período evaluado. La morbilidad vial, que se refiere a los lesionados graves había presentado un incremento del 16,6% entre un año y otro.
“Luchemos por la vida” había señalado ya en 2015 que los accidentes de tránsito en la Argentina constituían la primera causa de muerte en menores de 35 años, y la tercera sobre la totalidad de la población. Las cifras de muertos eran elevadas, comparadas con las de otras naciones, llegando a tener 8 o 10 veces más víctimas mortales que en la mayoría de los países desarrollados, en relación con el número de vehículos circulantes. Se considera que la velocidad es una de las causas principales de muerte por accidentes viales. Muchos argentinos creen que 120 km/h no es una velocidad elevada, sin embargo, se sabe que a más de 90 km/h un vehículo es cada vez menos gobernable. A mayor velocidad, mayor es la distancia que se necesita para detener el vehículo; más graves serán las consecuencias ante cualquier falla mecánica.
Pese los resultados de las estadísticas son alarmantes, no parecieran incomodar a las autoridades, que no han podido o querido diseñar a lo largo de estos años una política de Estado en materia vial que, por ejemplo, obligue a cualquier persona que quiera obtener la licencia de conducir a pasar por un curso exigente con evaluaciones eliminatorias. Salta a la vista que en la incultura vial, los controles poco efectivos y las sanciones se cobijan los accidentes, razón por la cual las autoridades deben dejar de mirar de reojo esta realidad que se lleva la vida de muchos comprovincianos.
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