AcroYoga, la nueva técnica que se disfruta de a dos

AcroYoga, la nueva técnica que se disfruta de a dos

Una amalgama de principios de yoga y acrobacia dan como resultado una técnica divertida y profunda a la vez. Tener un buen compañero es la clave.

FUERZA Y ESTIRAMIENTO. La respiración acompaña en todo momento los ejercicios. FUERZA Y ESTIRAMIENTO. La respiración acompaña en todo momento los ejercicios. LA GACETA/FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO

Fue un amor a primera vista. Nació en los Estados Unidos, en los primeros años del nuevo milenio, y se convirtió en la práctica favorita de las celebrities. El Acroyoga es una técnica que cultiva la comunicación y la confianza entre las personas, con todos los beneficios del yoga y la gimnasia. No se puede realizar a solas, requiere necesariamente de un otro, y ahí está la clave: dejar que el otro nos sostenga o levantar su peso de forma equilibrada. Disfrutar. Tensar. Respirar. Sentirse en vuelo...

“AcroYoga es una disciplina nueva que se basa en los principios del yoga, de la acrobacia y del masaje tailandés”, explica Julieta Díaz. “Combina la sabiduría y la conciencia del yoga, la destreza de la acrobacia y la presión del masaje tailandés”, agrega la pionera en Tucumán de esta práctica. La nota se desarrolla en el parque 9 de Julio, en una mañana de sol, encendida por los lapachos floridos. Sol, la hermana de Juli, explica cada uno de los ejercicios.

FORTALECER LA INTEGRIDAD. Un ejercicio donde se trabaja la fuerza y la concentración. FORTALECER LA INTEGRIDAD. Un ejercicio donde se trabaja la fuerza y la concentración.

“El acroyoga nos lleva a mundos infinitos, a encontrarnos con nosotros mismos pero desde el otro. La magia de esta práctica está en el compartir, en la entrega, en borrar la individualidad de cada uno para construir una unidad con alguien más”, describe Juli con una sonrisa blanca.

“No hace falta ser acróbata, cualquier persona puede hacer esta práctica, sin distinción de edad. Los autores de esta fusión entre yoga y acrobacia son Jason Nemer, acróbata, y Jenny Sauer-Klein, que por entonces era estudiante de yoga y de circo. Acroyoga nació de la combinación lúdica de esos conocimientos. En 2006 se realizó, en California, el primer entrenamiento para profesores.

Dos roles esenciales

En la clase hay dos roles esenciales: - El de la base, que es la persona de apoyo, la que sostiene a la otra. - El volador, que es el que está en el aire y es sostenido. El tercero que no siempre está y es el cuidador.

Todas las posturas tienen el mismo fin: trabajar la respiración, la postura, la integración y la entrega, explican las chicas.

Los beneficios

Los ejercicios del acroyoga son la flexibilidad, la fuerza y la conciencia corporal. “El desafío de poder trabajar con otras personas implica destrabar el miedo a que me sostengan o el miedo a sostener o a entregar mi peso a otro. Esta práctica nos ayuda a sacarnos los prejuicios del tipo ‘no, yo soy pesada, a mí no me van a poder sostener’. No tiene que ver con eso sino con superar destrabes mentales”, sostiene Juli, que además practica teatro.

La clase

Las clases no incluyen solamente las posturas, sino ejercicios de relación, respiración, equilibrio y prácticas para llegar al “vuelo”. También incluyen juegos teatrales. Las figuras acrobáticas requieren de práctica pero al tiempo que se las ejercita también se van logrando otras cosas como desbloquear temores, jugar, confiar, descubrirse a uno mismo. Termina con masaje tailandés que busca relajar el cuerpo de las dos personas, pero no es el masaje tradicional en el que vamos tocando con las manos, aclara Julieta.

“A mí me cambió la vida”

Para Sol, Juli es su “gran maestra”. “Mi hermana descubrió esta técnica en una escuela de circo cuando hacía otra disciplina. Ella me enseñó a mí y luego las dos nos formamos en Buenos Aires y en Rosario. Necesitamos viajar constantemente para nutrirnos porque en esta práctica no existe en el Norte”, dicen las primeras tituladas en Acroyoga.

“A mí el acroyoga me cambió la vida”, dice Juli. “Durante varios años busqué un compañero para poder compartir esta disciplina y no lo encontraba, hasta que al final descubrí que mi compañera había estado todo el tiempo a mi lado, era mi hermana”, dice abrazando con la mirada a Sol. “Cuando descubrí que ella era mi ‘base’... nada, amor absoluto”, afirma. “Ahora no paramos de jugar todo el tiempo, ¡hemos vuelto a ser niñas!”, exclama al despedirse.

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