Misas e Iglesia
09 Septiembre 2018

POLÉMICA

Agradezco al sr. Ignacio Páez de la Torre por concederme como un “privilegio” mi falta de religiosidad (privilegio del cual no dispusieron los Galileo ni Giordano Bruno). Y ante su afirmación de que no supe ver la condición metafórica de ese cura bramando amenazas en el infierno ubicado apenas dos metros bajo tierra, le sugiero que busque en los textos sagrados el lenguaje desnudo del relato directo. Me permito sugerir el de Job, donde el Dios es revelado con sus aristas salientes: autoritario, reclamador de adoraciones humanas, etcétera.

Finalmente mi caracterización de mínima al teísmo eclesiástico, júzguese su volumen: cielo, infierno, culpa, castigo, premio y una voluntad sin límites para domiciliar nuestras almas en uno de esos dos destinos extremos. Una ojeada a la mitología griega quizás le muestre al señor Páez de la Torre que su profusión no le sirvió para lograr niveles sociales equivalentes de influencia.

¿Cómo no admirar que la Catedral de Colonia haya surgido desde esa escasez? Enumerar adictos al clero como hace el señor Páez de la Torre (Agustín, Ignacio de Loyola, etcétera.) no sirve en su favor, pues la lista opuesta alcanzará igual o mayor tamaño.

Y ya que hablamos de tamaños, debo agradecer a muestro crítico su brevedad, aunque cargada de confusiones y alejada del tema central (homilías en la Iglesia). Prejuzgo que no está de acuerdo con la opinión negativa sobre ellas del entonces Cardenal Joseph Ratzinger (más tarde papa Benedicto XVI).

(c) LA GACETA

JORGE ESTRELLA

TUCUMÁN

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