Cartas de lectores
05 Septiembre 2018

El discurso de Macri (I)

A los más humildes les dijeron que tendrían pobreza cero, hoy reconocen el incremento de la pobreza en alza; a los jubilados les dijeron que no perderían poder adquisitivo, y hoy perdieron la totalidad de sus ingresos; a los trabajadores les dijeron que eliminarían el Impuesto a las Ganancias, y hoy sus salarios no alcanzan; a la niñez le juraron protección, y les eliminaron las vacunas; al campo le juraron sustentabilidad, y ahora lo exprimen. Para mal, se les ocurrió eliminar dos ministerios emblemas de los gobiernos argentinos. ¿Acaso no sabe el presidente Macri que al país lo sostienen los trabajadores? Recaer en una secretaría de menor rango es un insulto a la clase obrera, que supo conquistar, a través de la Constitución Nacional, virtudes y derechos para aquellos que hacen el esfuerzo diario. El Ministerio de Salud, pilar fundamental donde muchos hombres y mujeres pudieron canalizar las investigaciones y la práctica, donde se forjaron eminencias mundiales de la salud con mencionados reconocimientos, hoy es una mera secretaría, en manos de una ministra de Desarrollo Social con falencias de pobreza. Ojalá los trabajadores, jubilados, padres de familia, los más humildes, los empleados de los ministerios borrados, trabajadores del campo y yo, estemos equivocados. Quienes escuchamos el reciente discurso de Macri, hoy estamos decepcionados, un poco más que ayer.

Williams Fanlo

EI discurso de Macri (II)

Que me disculpen los patriotas, esos que se enfundan en banderas y escarapelas cuando el clarín de alerta resuena ante turbulencias, tormentas y afines, porque lo que voy a escribir no va a agradarles. Muy lejos de la imagen de un Presidente capaz de aguantar malos presagios a su propio coste, con la convicción de llevar a su país a un mejor puerto; con la débil y lastimosa figura esbozada en su discurso, el presidente argentino compró su propio naufragio y con él, el de millones de argentinos. Es curioso que su optimismo se desinflara cuando más debía mentirse, que esa falsa esperanza arrastrada en jirones se esfumara para pedirle a un país que no lo haga sufrir más, a él, no a todos. Más allá de las sillas musicales, de los fantasmas oportunistas que desestabilizan por pensar de más; mucho más allá de un aparentemente generoso filtro de amistades y parientes, y con el único plan de retornar al tributo feudal para salvar su gestión hundiendo más a la gente, este “baño de realidad tardío” debería ser leído como una renuncia por ineptitud para cumplir con el mandato que le fuera conferido. Todo lo demás suena a repetido y gastado. Un comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Argentinas no debe llorar y Macri lo hizo (en su último discurso). Ya no hay respeto para un líder caído.

Karina Zerillo Cazzaro

Árboles huérfanos

Al título de por sí impactante, se suma la edad de 26 años de la joven que escribió carta tan sentida. Aunque nos separan muchísimos años de vida, me uno a su tristeza tal y, con el mismo énfasis, aplaudo su entereza existencial para demandar, a su manera, los arboricidios con que se ejecutan a esos seres tan queridos, respetados, adorados a veces por algunas civilizaciones, necesarios por la Humanidad entera por siglos y siglos y que, hoy, por el más vil mercantilismo son arrancados de nuestro mundo. Sí, de nuestro mundo, reitero, si lo analizamos con crudeza: cada ejemplar ejecutado ya no volverá. Se acabaron los fondos de manzana. Cada cual es dueño de pelar su terreno o su terrenito. Sólo importa su interés. El interés social no existe más. Yo hago mi negocio, el del lado no me importa, que se jorobe. A los proyectistas no les pasa por la cabeza conservar El Árbol, ni siquiera como bien estético, sólo poner cemento porque allí se suman ingresos. Y para qué esperar que lo piensen como bien ambiental (sombra, frescura, oxígeno, calidad de vida). No, desgraciadamente esos son valores de la antigüedad. Pero ¡oh!, paradoja, una joven de 26 años hoy se yergue triste y dolida ante tanta barbarie. Lo que hasta hace pocos años era el orgullo de Yerba Buena, sus arboledas públicas y privadas, ha mutado cual peste en catedrales de cemento que, tarde para nosotros los mayores, algún día no lejano mutarán nuevamente en galpones cerrados, porque los que aquí habitábamos nos habremos ido eligiendo lugares más sanos para nuestros descendientes. Y no vivir como lo estamos viendo, entre un tráfico loco, donde nadie respeta al peatón, donde nadie respeta el estacionamiento, donde andamos sorteando sillas de bares en las veredas, sin poder cruzar las calles, en la inseguridad total, sin tener por dónde caminar, para sillas de rueda ni hablemos, menos para el carrito de los escolares, con perros perversos en cada casa para protegerse del “otro”. Si esto es calidad de vida, queridos yerbabuenenses, que se escriban entonces nuevos códigos de urbanidad. Escribió el distinguido pensador Pedro J. Frías: “No deje que la especulación se apodere de su suelo ni que la comercialización abusiva deforme su centro histórico; haga de la ciudad una prolongación de su vida, pero cuidado: su vida será también una prolongación de la ciudad”. Abrazo y felicito a Ana, que tuvo la valentía de escribir y relatar su dolor. Ya el conformismo silenció muchos corazones.

Manuel Sancho Miñano

Ómnibus a Tafí Viejo

Estoy totalmente de acuerdo con la carta del lector Jacinto Barrionuevo (2/9) en la cual solicita a los empresarios de las líneas de colectivos interurbanas Nº 130 y Nº 106, que hacen el trayecto Tafí Viejo-San Miguel de Tucumán. ida y vuelta, mejorar, a saber: a) la infraestructura de los coches; b) que la frecuencia de espera, entre un colectivo y otro, sea más corta; c) utilizar coches que se adapten a las personas con problemas de discapacidad. Considero también muy importante lo solicitado al intendente, en cuanto a mejorar la iluminación en el tramo de la ruta provincial Nº 315, sobre todo en la calle principal del barrio San Antonio de Padua que actúa como vía de egreso e ingreso a los barrios: San Antonio de Padua, Tafí I y Tafí II. Por último, deseo felicitar a los vecinos del barrio San Antonio de Padua quienes, por sus propios medios, instalaron una casilla para un vigilante, a fin de proteger al mismo de la inseguridad que hoy se vive en todo el país.

José Suárez

Cirugía compleja y novedosa

La cirugía de Norwood, para resolver una patología cardíaca congénita compleja, era y lo es todavía patrimonio de centros altamente especializados. Con beneplácito leí en LA GACETA que fue realizada en el Servicio de Cardiología del Hospital de Niños, por lo cual lleguen a todos sus integrantes mis congratulaciones. Hoy en día, las cardiopatías congénitas, sobre todo las que fueron operadas en la infancia y que no eran complejas, llegan a la edad adulta y con ello pasibles de presentar las distintas situaciones de salud, que ello implica (embarazos, deportes, adaptación psicosocial, patologías de esa edad, etcétera). Esto ha creado un nuevo problema: formar médicos en una nueva especialidad que son las cardiopatías congénitas del adulto, y que en todos los congresos de la especialidad son motivo de diferentes presentaciones y discusiones. La tecnología actual, en sus diferentes formas, seguramente permitirá en un futuro que patologías más complejas, como la de esta bebé (quien fue operada en el Hospital de Niños), pase a integrar ese grupo de adultos. Hasta entonces, y dentro de las limitaciones que esa cardiopatía compleja y tratamientos secuenciales le permitan, sean para sus padres y familiares un motivo de alegría y esperanza. Nuevamente felicitaciones a los integrantes del Servicio de Cardiología del Hospital de Niños de Tucumán.

Mauricio Osatinsky

Salta 351- 5° ”A”
San Miguel de Tucumán

Desprotegidos

La Ley 8.276 de “Prioridad y preferente atención”, sancionada por la Legislatura de Tucumán, determina: Artículo 1°: Dispónese que en todas las áreas destinadas a la atención pública, dependientes de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de la Provincia, y en todas las empresas privadas que presten un servicio público, será obligatorio otorgar prioridad y preferente atención a las mujeres embarazadas, personas con discapacidad, enfermos oncológicos y personas mayores de setenta (70) años. Art 2°: Para la acreditación de la discapacidad, los beneficiarios de esta Ley deberán presentar... en el caso de personas mayores de setenta (70) años, con su documento nacional de identidad. Una ley que honra a la Legislatura por su contenido humanitario, y redundante creo, porque la atención preferencial a las personas con cierto grado de vulnerabilidad debe nacer del corazón de quien está detrás del mostrador, que no siempre está dispuesto hacerlo, como me tocó vivir en carne propia el 28 de agosto pasado, a las 11 horas. En Mesa de Entradas de la oficina de Anses en Concepción, cuando la señorita encargada se burló de mí y en forma irrespetuosa me mandó a la fila, recurrí al policía de la Federal, y fue peor el remedio que la enfermedad, porque primero no me atendía y cuando lo hizo fue para ordenarme que vaya a la cola donde había más de 40 personas. Le hablé de la ley y de que soy un anciano de 84 años, con problemas de movilidad, y que no podía hacer cola. Me respondió: “si no hace la cola se retira del local”, y tuve que retirarme sin hacer el trámite. Como vemos, no sólo hay un desconocimiento de la ley sino, lo que es peor, un desconocimiento de lo que es un trato humanitario. Por eso le sugiero al señor ministro del Interior que, a través de municipios y comunas rurales, se impriman volantes con el contenido de la ley y se coloque en todos los lugares donde se atiende al público, como ordena la misma normativa provincial. Por muy buena que sea la ley, si no es conocida es letra muerta y no aporta beneficios.

Carlos Héctor Álvarez

Lo creó un ingeniero

A la nueva Argentina la creó un ingeniero y, la verdad, le salió un monstruo que come los aportes que cobran los ciudadanos y posen en dineros y bienes. Los dejó sin órganos vitales, o sea indefensos y en coma, con una herencia que para saldar deudas pasarán muchos años. La terapia será casi eterna. Las generaciones que vienen buscarán salvarla. Dios será testigo y nosotros no veremos al país floreciente y con grandes cambios. Sólo vivimos el presente nefasto y desolador panorama, para los que seguimos creyendo, esperanzados.

Carlos Rubén Ávila

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