“Las historias escandalosas despiertan mucho interés en un mundo cada vez más complicado de entender

“Las historias escandalosas despiertan mucho interés en un mundo cada vez más complicado de entender

La sensación de espiar vidas emocionantes es lo que nos impulsa a seguir las historias de famosos, sostiene Sarlo. Acaba de publicarLa intimidad pública, libro en el que analiza a los “celebrities” que apelan a los escándalos de la vida privada y hasta a la maternidad con tal de tener su lugar, o de expandirlo, en los medios de comunicación.

DIARIOS. Sarlo no descarta que, en el futuro, haya suplementos Netflix. DIARIOS. Sarlo no descarta que, en el futuro, haya suplementos Netflix.
02 Septiembre 2018

> ENTREVISTA A BEATRIZ SARLO

Por Alejandro Duchini

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

“Lo que me interesa acá es el escándalo de los ‘famosos’, es decir de aquellos que son conocidos pero que no se destacan necesariamente por alguna cualidad relevante. Para dejarlo claro: Mirtha Legrand es una estrella, no simplemente alguien famoso en los medios, durante un período. Algunos episodios de su vida se hicieron públicos (como la muerte de su hijo homosexual), pero no tuvieron ni el desenfado ni el vale todo que caracteriza al escándalo. Muchos condenaron a Mirtha Legrand por su actitud frente a la enfermedad de su hijo y la helada distancia que interpuso con la pareja que lo sobrevivió. Pero esas fueron discusiones psicológicas o morales. La restricción con que la verdadera ‘estrella’ deja trascender episodios de su vida es contraria al desenfado del escándalo”, se lee en La intimidad pública (Seix Barral), el nuevo libro de la ensayista Beatriz Sarlo.

Allí analiza los escándalos de los famosos (no de las estrellas, concepto con el que marca diferencia) e incluye a la maternidad como parte del show: “La comercialización de la maternidad es más aviesa que la del escándalo, ya que complica la imagen de terceros que no pueden decidir por sí mismos. Los bebés son apenas esas superficies redondeadas y enternecedoras apoyadas contra los pechos maternos; la turgencia de la lactancia subraya o, eventualmente, disimula los implantes quirúrgicos. Los bebés son objetos inconscientes de esos videos o fotografías, como si se tratara de jarrones chinos que alguien acaricia por la tersura de su porcelana”, escribe. Estos textuales pueden servir como idea global del gran análisis que hace Sarlo sobre el tema y del cual dialogó con LA GACETA Literaria.

- ¿Por qué escribió un ensayo sobre escándalos de famosos?

- Por el enorme interés que despiertan estas historias banales de amores escandalosos o maternidades que provocan raptos idílicos. Se nota su repercusión en Instagram o Facebook. Puede haber varias razones. La primera es que la forma de entender los grandes problemas se ha vuelto más complicada. Yo leo diarios de papel todos los días y después la web y la prensa internacional y sin embargo no podría explicar la situación financiera. La política se volvió más complicada. Entonces, frente a un mundo cada vez más complejo, estas historias, que tienen la sencillez de los folletines de comienzos del Siglo XX, con un modelo de narración de corta duración temporal, con romances que duran pocos días y con personajes sin complicaciones, sin intensidad psicológica, generan la impresión de que uno espía vidas emocionantes. Y en cuanto a la maternidad, hay sentimiento compartido por muchos, ya que en estos casos la rodea el lujo. Ese mundo de los famosos parece más atractivo que el de la vida cotidiana, el del trabajo, etcétera.

Público y medios

- ¿Los medios difunden estos escándalos porque le gustan al público o el público los consume porque se los dan los medios?

- Los medios exploran qué es lo que tiene una recepción favorable en la gente. Tienen un sistema de exploración que busca aquello que genera más repercusión en públicos diferenciados.

Porque el público no responde siempre del mismo modo. Por eso es imposible saber qué es primero, si el huevo o la gallina. Por supuesto que los medios repiten aquello que sus consumidores confirman. Pero decir que es sólo lo que quieren los consumidores es quitarles creatividad a quienes inventaron determinado formato. Ya sea a Adrián Suar con las grandes novelas o a Rial, que importó el formato Gran Hermano. No cualquiera tiene la capacidad de inventar algo así. O sea que hay una gran capacidad técnica para inventar ciertos formatos y ver qué impacto tienen.

- ¿Al hablar de medios referimos también las redes sociales?

- Está todo unido. Las plataformas están mezcladas. Lo que sucede en la televisión puede ser comentado en una plataforma, y el videíto de una plataforma después puede ir a la televisión. Excluyo los programas de mucha producción, como los de Suar, que a uno le pueden gustar o no, pero tienen una estética televisiva. Lo que digo es que las plataformas comparten esas historias. El público está muy fraccionado.

- ¿Cuántos programas de TV vio o cuántas revistas leyó para formarse en estos temas?

- Cuando uno hace una investigación tiene dos caminos. Una investigación académica hubiera sido hacer un corpus exhaustivo: seguir un programa dos meses, seis meses, o seguir algo en Facebook. Serían los típicos trabajos de sociología de la cultura. Pero no hice eso. Escribí un ensayo. Por lo tanto, lo mío fue un corpus combinado: iba encontrando. Me había interesado en el tema un año atrás. No quería tener centenares de escándalos para ejemplificar. Quería pensar este modelo folletinesco y escandaloso.

- ¿Cómo le surgió el tema?

- Estaba en uno de esos domingos en los que no tenía nada que hacer: ya había ido al cine o al teatro y se me apareció la palabra “escándalo”. Se ve que me había estado trabajando la cabeza. “Voy a escribir sobre el escándalo”, me dije. Lo de la maternidad apareció después. Acababa de terminar mi libro sobre Saer (Zona Saer), lo más refinado de la literatura argentina, y se me apareció eso. Las cosas en la cabeza funcionan en varios planos. A veces en planos invisibles y después aparecen.

- Así como éstos escándalos pasaron a ocupar un lugar de referencia en los medios, ¿imagina una sección dedicada enteramente también al divertimento de Netflix?

- No sería nada raro dedicar una sección a Twitter o Netflix. Los medios de papel hacen una búsqueda de aquello que puede contener a sus lectores. Los diarios siempre buscan un contrato con su público para dar respuesta a sus intereses. Por eso no es raro que los diarios le den importancia a las redes sociales, porque saben que su público está en las redes sociales. Viajo todos los días en transporte público y encuentro siempre gente leyendo Facebook. El 70% lee Facebook. El otro día, en el subte, un señor de unos 50 años me dijo que me leía siempre. Le pregunté dónde. Y me contestó: “Acá”, mientras me mostraba su teléfono.

DIARIOS. Sarlo no descarta que, en el futuro, haya suplementos Netflix.- DIARIOS. Sarlo no descarta que, en el futuro, haya suplementos Netflix.-

- ¿Podría ser algo similar a lo que ocurrió, por ejemplo, con el diario Crítica, a comienzos del siglo pasado, cuando empezó a darle lugar al fútbol?

- Empezó a darle importancia al boxeo y al fútbol. Los diarios importantes no tomaban al boxeo. Pero no es comparable lo de hoy con aquello. En ese momento empezaron las páginas de deportes. Primero sólo con las carreras, algo muy bien estudiado por Sylvia Saítta (en su libro Regueros de tinta. El diario Crítica en los años 20). Después siguieron los deportes y el fútbol en los diarios de élite. También fue Crítica el primero que dio trascendencia a las noticias policiales. Al mismo tiempo se formaban los periodistas especializados, los periodistas de secciones. En bastante poco tiempo surgió aquello. No digo que no pueda existir un suplemento Netflix. Pero hoy miro el suplemento papel de Clarín espectáculos y lo que ocupa más lugar son las películas que se estrenaron este jueves. Películas del Gaumont, por ejemplo. Entonces, para encontrar Netflix tengo que recurrir a una lupa. No digo que será siempre así. A lo mejor dentro de diez años hay un suplemento Netflix. Los suplementos siguen con el interés de mantener a sus lectores en el papel y en la web.

Escándalos no deseados

- En La intimidad pública marca diferencia entre lo que se considera una estrella y un famoso.

- Mirtha Legrand llega a la alfombra roja de un teatro y no tiene que buscar al fotógrafo. Porque el fotógrafo está allí para ella. O Susana Giménez. Pero cuando llegan estas protagonistas secundarias, son ellas quienes tienen que ocuparse de estar en los objetivos de estas cámaras y asegurarse luego de que esas fotos salgan. Elizabeth Taylor y Richard Burton tampoco buscaban el escándalo, por ejemplo. Es más, ellos se escapaban de los fotógrafos.

- El ex candidato a presidente Daniel Scioli fue, entre otros políticos, protagonista de un escándalo mediático. ¿Cuál es la presencia de los políticos en la temática?

- Scioli estaba retirado, una vez perdidas las elecciones, para cuando apareció lo de su novia modelo embarazada. El político trata de evadir este tipo de escándalos. Por supuesto que el que se mete con Xipolitakis (en alusión a José Ottavis) sabe que el escándalo es ineludible. Scioli mientras hacía campaña trató de eludir los escándalos. O Palito Ortega, que fue un señor. Porque los políticos tratan de evadir esas cosas, dado que la gente quiere elegir a alguien serio. Los políticos o deportistas que se dedican a la política, como Palito o Reutemann, son serios. No quieren hacer trascender su vida privada. Puede estar el caso de Macedo, la mujer de Urtubey, que se sacó una foto embarazada, pero que no era escandalosa. No creo que los políticos busquen estos escándalos. Pero cuando aparecen tratan de aplacarlos.

- Martín Lousteau es otro de los políticos que se vio envuelto en un escándalo.

- Ése no fue un escándalo buscado. Fue lo contrario. Eran dos personas que tenían el derecho de hacer lo que se les diera la gana y un paparazzi les sacó una foto. No hago juicios éticos sobre nada y espero que no se hagan juicios éticos sobre mí.

Escribir

- ¿La pasa bien al escribir?

- Me gusta escribir, por lo tanto con los libros que escribo la paso bien. Escribo muchas horas por día. Notas periodísticas, tres o cuatro al mes. Y un libro cada dos años, más o menos. No soy de esos que dicen que sufren al escribir ni tengo el problema de la página en blanco. Puedo escribir bien o mal, que lo dirá quien me lea, pero como actividad, es mi preferida. No me gusta hablar en público: lo que prefiero es escribir. Después, los temas son los que me convocan. Desde hace tiempo escribo sobre los temas que me llaman. El libro sobre Saer se le ocurrió a una editorial chilena que me propuso justo lo que yo no me había dado cuenta que quería escribir. Eso es lo que se llama tener un buen editor, tanto en el periodismo como en la industria editorial. Cuando la propuesta es inteligente es porque da justo en el deseo de la persona. Para escribir La ciudad vista, me pasé cinco años vagando por Buenos Aires. En estos tiempos yo escribía en la revista Viva. Y de repente la idea del libro apareció sin que supiese que aparecería. Simplemente apareció y la escribí. Cada libro tiene una microhistoria diferente.

- No hace mucho la entrevisté y me dijo que escribir una novela no estaba en sus planes. ¿Sigue con la misma idea?

- Sigo pensando lo mismo. El ensayo es una forma que me gusta mucho. Me siento cómoda en esa escritura, muy interesante para el Siglo XX, con grandes maestros. Es un género de la escritura por sí mismo. En segundo lugar, es un momento tardío. A escribir ficción se empieza temprano. No es algo que se descubre a los 70 años. Es imposible. La literatura de ficción y la poesía funcionan desde temprano. Tengo esa convicción. Mientras que el ensayo aparece más tarde porque uno tiene que liberarse de las normas académicas, de la escritura académica, y se necesita un lugar para liberarse. Tuve la suerte de hacer muchas notas en periódicos y tener muy buenos editores, gente que supo ver sobre qué podía escribir. Si no es difícil liberarse de la escritura académica.

-¿Le gustó el discurso que dio sobre el articulismo Jorge Fernández Díaz, al incorporarse a la Academia Argentina de Letras?

-Me gustó mucho porque busca una palabra para definir al articulismo y le da una dignidad. Habló de los artículos de costumbre del Siglo XIX. Las palabras siempre sirven para pensar y para dar dignidad a aquellos objetos de pensamiento que uno tiene. Si uno dice “dos tipos que se agarran a trompadas y se matan entre sí” es una cosa, y si dice “dos tipos que se boxean”, ya es otra cosa. La palabra boxeo convierte eso en un deporte. Me gustó su intervención y la teoría que desarrolla sobre el articulismo, que practica, además de ser un gran novelista. Me sentí representada por sus palabras.

-¿Tiene algún libro pensado para escribir?

-Ay, no, no. Dejemos que el tiempo acomode las cosas. O como le encantaba decir a Saer, que acomode los melones.

© LA GACETA

PERFIL

Beatriz Sarlo fue profesora de Literatura argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y dictó cursos en universidades norteamericanas como Berkeley, Columbia, Minnesota, Maryland y Chicago. Fue miembro del Wilson Center en Washington, “Simón Bolívar Professor of Latin American Studies” en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, y en 2003, miembro del Wissenschaftskolleg de Berlín. En sus libros ha aborado temas de literatura argentina, nacionalismo cultural y vanguardias, cultura urbana y cultura popular. Desde 1978 y hasta 2008 dirigió la reconocida revista de cultura y política Punto de Vista.

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