“La prensa, enemiga de nadie”

“La prensa, enemiga de nadie”

La democracia, la república y la libertad de expresión están unidas de manera indisoluble, hasta el punto de que, si una de esas tres patas flaquea, las dos restantes sin dudas tambalearán. Por el contrario, el fortalecimiento de un aspecto de ese trípode constitucional repercute favorablemente en el conjunto y conduce al crecimiento general de la Nación. Este encadenamiento de valores y principios se advierte en la megacausa de los cuadernos de las coimas, sin duda la investigación periodística y judicial de corrupción de mayor importancia de la historia argentina. El origen de esta pesquisa sin igual obedece a la existencia de libertad de prensa y de expresión, y específicamente al coraje y el profesionalismo de la Redacción del diario La Nación, pero su desenvolvimiento plantea numerosas posibilidades de saneamiento y de curación institucional que en última instancia beneficiarán a la democracia y a la república.

Por ese poder para controlar el poder, la prensa crítica ha sido atacada sin piedad por los gobernantes que rechazan todo límite. Esta realidad no conoce fronteras geográficas y, desafortunadamente, se repite en forma constante: la sociedad tucumana ha presenciado y sigue presenciando esos embates. Los mismos administradores de la cosa pública que rechazan la obligación de rendir cuentas han propiciado campañas de desprestigio contra el periodismo profesional que señala las tendencias y desbordes autoritarios de las autoridades públicas. Esta prédica pretende dejar al ciudadano más indefenso de lo que ya está frente a los poderes inmensos que rigen su vida, y es completamente funcional a quienes buscan sustituir la democracia y la república por un régimen populista y tirano.

Todos los servicios prestados por la libertad de expresión incluso desde antes del establecimiento constitucional de este derecho no han sido suficientes para conjurar los peligros que enfrenta. La intolerancia resurge una y otra vez camuflada con ropajes variados. Más de 350 diarios estadounidenses han llamado esta semana la atención sobre ese fenómeno al presentar la campaña “La prensa, enemiga de nadie”. Se trata de una respuesta editorial coordinada a las agresiones del presidente Donald Trump, quien en repetidas ocasiones ha señalado que el periodismo que critica sus acciones no es enemigo de él sino del pueblo que lo ha votado. En el mensaje que publicó en la edición del 15 de agosto, en el contexto de la movilización liderada por The Boston Globe, The New York Times recordó que contar las noticias en una sociedad abierta y libre es una tarea que puede generar tensiones y conflictos. “Los Padres Fundadores de nuestra nación creían por su propia experiencia que un público bien informado está mejor equipado para enfrentar la corrupción, y en el largo plazo, para promover la libertad y la justicia”, dice el editorial “A free press needs you” (“La prensa libre te necesita”). El diario neoyorquino recordó que ya en 1964 la Corte Suprema estadounidense había afirmado que la discusión pública es un deber político, y que ese debate tenía que ser desinhibido, robusto y amplio, y bien podía incluir ataques vehementes, cáusticos y de algún modo desagradables para el Gobierno y los funcionarios.

The New York Times manifestó que en 2018 algunas de las hostilidades más dañinas proceden de las propias autoridades del Estado. “Criticar a la prensa por los errores que comete en el desarrollo de su tarea es correcto. Los periodistas y editores son humanos, y se equivocan. Corregir y rectificar la información imprecisa forma parte de su trabajo. Pero insistir en que las verdades que no gustan son ‘noticias falsas’ es peligroso para la democracia. Y llamar al periodismo ‘enemigo del pueblo’ es peligroso y punto”, expresó el diario. El Globe fue todavía más claro: “la grandeza de un país depende de que la prensa libre pueda cumplir el rol de decir la verdad a los poderosos”. Y añadió: “etiquetar a la prensa como ‘enemiga del pueblo’ es tan antipatriótico como peligroso para el pacto cívico que hemos compartido durante más de dos siglos”.

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