Nicaragua está en peligro de volverse una nueva Venezuela

Nicaragua está en peligro de volverse una nueva Venezuela

Los mandatarios Maduro y Ortega son vistos como dictadores por la comunidad internacional y ambos países enfrentan severas crisis.

SEMEJANZAS. Ambos presidentes tildan a los opositores de “terroristas”.  SEMEJANZAS. Ambos presidentes tildan a los opositores de “terroristas”.
03 Agosto 2018

De Sara Barderas, DPA.-

WASHINGTON, Estados Unidos.- Nicolás Maduro y Daniel Ortega son acusados por la oposicion y actores internacionales de gobernar dictatorialmente. Venezuela protagoniza la mayor crisis de la región americana. La de Nicaragua acaba de entrar en el escenario. ¿Sigue Ortega el guión de Maduro? ¿Está Nicaragua en camino de convertirse en una nueva Venezuela?

Algunas claves para establecer una comparación pueden buscarse en cuestiones como el manejo del poder y del control de Estado sobre las instituciones y organizaciones, la reacción ante las protestas y reclamos sociales y la mirada internacional sobre ambos países.

Control estatal

“Maduro y Ortega fueron elegidos democráticamente pero han usado su posición para tomar el control del gobierno e instituciones clave”, dice Michael Shifter, presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano.

Ortega burló en 2011 la prohibición constitucional de estar en el poder más de dos mandatos y, en 2014 la eliminó directamente de la Carta Magna. La oposición denunció fraude en los comicios municipales de 2008 y en los presidenciales de 2011. De los de 2016, en los que fue reelegido, fue excluida la principal alianza opositora.

En Venezuela, el Tribunal Supremo declaró en desacato al Parlamento, controlado por la oposición, y Maduro impulsó la elección de una Asamblea Constituyente a la que se someten todos los poderes del Estado. Su elección tuvo lugar bajo acusaciones de fraude. También las elecciones regionales de octubre de 2017. Gran parte de la oposición boicoteó las municipales de diciembre de 2017 y las presidenciales de mayo.

“Maduro y Ortega han reprimido los esfuerzos de la oposición por desafiar su autoridad y han logrado mantener apoyo de un segmento de la población a través de privilegios, sobornos, amenazas y acusaciones”, apunta. “Oposiciones débiles y fracturadas, sin liderazgo y estrategia, han facilitado que se mantengan en el poder”.

Protestas y represión

La primera ola de protestas contra Maduro fue en 2014. El precio del petróleo había comenzado a desplomarse, la delincuencia y la inflación crecían y faltaban productos de la canasta básica. Murieron 43 personas. En la segunda, en 2017, murieron unas 130.

Desde que, el 18 de abril, comenzaron las protestas en Nicaragua han muerto casi 450 personas, según organizaciones de derechos humanos. Ortega cifra los muertos en 195.

En los dos países han participado fuerzas parapoliciales en la represión y se acusa a ambos Gobiernos de respaldarlas. Maduro y Ortega dicen que hay un complot liderado por Estados Unidos para derrocarlos. Ortega califica a los manifestantes como “terroristas”.

La postura internacional

Venezuela acaparó la atención de la OEA los últimos dos años, pero hasta ahora, todos los intentos por condenar a Maduro fracasaron. Estados Unidos no impuso hasta el 5 de julio sanciones contra el círculo de Ortega y su mujer, la vicepresidenta Rosario Murillo.

“Ortega aprendió de Maduro que si te niegas negociar, usas la represión y pintas a quienes protestan como parte de una conspiración imperialista, te puedes quedar. Es poco lo que puede hacer la comunidad internacional a un mandatario que se atasca en el poder”, dice David Smilde, de la Universidad de Tulane y analista de la ONG WOLA.

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