El “tormentón” inflacionario

Las expectativas cedieron su lugar al comportamiento. Y las estadísticas se pagan con estadísticas. Una inflación elevada se va comiendo aceleradamente el salario; es la consecuencia de una economía que se movió a los tumbos durante el primer semestre del año. Junto con la devaluación, la inflación ha minado la imagen presidencial. Mauricio Macri ha decidido cambiar el discurso, con analogías meteorológicas, para describir el momento económico. Tormenta suena mejor que crisis; apreciación del dólar es menos traumático que el término devaluación. Pero el presidente necesita que el clima mejore y que los nubarrones se despejen antes de fines de año. La lluvia no debe caer en un 2019 electoral.

Aún así, el mensaje del jefe de Estado puso los pelos de punta a más de un empresario y, naturalmente, más que nervioso a cualquier trabajador. Sólo en los primeros cinco meses, el salario argentino ha caído cuatro puntos porcentuales en la comparación con la inflación. Se repite aquel axioma de que uno va por la escalera y el otro por el ascensor. Ya no es sólo la cuestión tarifaria. Los precios de los principales alimentos que componen la canasta familiar se disparan. Macri ha reconocido que la inflación de este año rondará el 30% (aquí la inquietud empresarial y hasta de los gobernadores porque eso alienta la reapertura de paritarias que, en el mejor de los casos han cerrado en torno de un 25% anual) “producto de este tormentón y el aumento del petróleo”. Sin embargo, el mandatario cree que “el año que viene va a bajar”. “En dos o tres años vamos a tener una inflación de un dígito, como nos hemos comprometido. Nos salvamos de ir al millón por ciento de inflación de Venezuela, pero todavía estamos batallando”, dijo en un mensaje pronunciado desde Córdoba.

Las estadísticas dicen, por caso, que una familia tipo necesita $ 19.601,79 (sí, ese cálculo es así de exacto para el Indec) para no ser considerada pobre. Esta cifra es equivalente a dos salarios mínimos vital y móvil en la Argentina y 2,4 veces a un haber mínimo jubilatorio. En un año, la Canasta Básica Total (CBT) se ha encarecido en casi $ 4.800. Tomando como referencia el valor de la CBT, un empleado privado registrado de Tucumán cobra hasta 1,2 veces la cifra calculada por el Indec como canasta de alimentos y los servicios esenciales para no caer en la pobreza. Un sueldo no alcanza para llegar a fin de mes.

Macri reconoció que fue un error combatir la inflación con gradualismo y que subestimó el impacto del aumento de las tarifas de los servicios en el bolsillo de los argentinos. El costo de las tarifas, en el mejor de los casos, se ha duplicado en el último año y medio. Y se prevén más aumentos. Los empresarios vaticinaron una inflación anual del 30%. De hecho, seis de cada 10 hombres de negocios consultados por el Centro de Economía Regional y Experimental (CER) habían estimado un Índice de Precios al Consumidor (IPC) por encima del 25%.

La inercia inflacionaria continúa siendo alta, y eso presenta una encrucijada: una inflación de oferta impulsada por aumentos de insumos que presiona sobre los precios y una demanda deprimida que no permite trasladarlos al consumidor, dice el reporte del CERX. El dilema de los empresarios es remarcar y, así, alimentar la retracción del consumo, o bajar la rentabilidad, para sostener sus ventas. Pero los márgenes son cada vez más estrechos. Mientras tanto, el fisco nacional sigue presionando sobre la clase media, aunque ahora ha decidido lanzar un plan de facilidades de pago para aliviar la mochila al contribuyente. En el fondo, la causa es la desaceleración de la recaudación.

Si el Gobierno logra descomprimir algunas presiones sobre precios, especialmente en materia de costos financieros, tributarios y algunos servicios, es posible que la inflación real pueda convalidar las expectativas y desacelerarse, dice el CERX. Más que nunca hay que prestar atención a la sensibilidad del mercado en materia precios y tipo de cambio para tomar decisiones económicas muy fundamentadas en la sociología del comportamiento de empresarios y consumidores, completa la visión económica del asunto. Pero a Macri lo que le preocupa es lo otro, lo político. No dominar la inflación le significará pérdida de votos a las puertas de las elecciones generales.

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