La autodestrucción de Cambiemos

Cuesta entender que Mauricio Macri haya venido ya nueve veces a Tucumán como presidente y que sin embargo los macristas locales no hayan podido sacar provecho de semejante ventaja. La última visita del jefe de Estado, hace exactamente una semana, desnudó que por impericia o por desinterés, los referentes tucumanos de Cambiemos dejaron pasar una nueva oportunidad política.

Dos años y medio después, la alianza nacional no supo construir absolutamente nada en Tucumán. Y ese dato resulta sumamente peligroso si se tiene en cuenta que los comicios provinciales serán dentro de un año. Juan Manzur y Osvaldo Jaldo habían comenzado la gestión con incertidumbre. No sólo tenían que cuidarse de la amenaza latente que significaba la presencia de José Alperovich, sino que sus dos rivales en las urnas, José Cano y Domingo Amaya, habían sido premiados por la Rosada con dos cargos estratégicos para hacer política: el Plan Belgrano y la Subsecretaría de Vivienda. Pero ni uno ni otro logró capitalizar esas herramientas y el resultado de Cambiemos en los comicios legislativos del año pasado exacerbó todos los yerros.

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Al final, la artillería con la que parecía que se iba a posar la Nación en Tucumán sucumbió ante las internas y los desatinos de la dirigencia local. Cambiemos no logró nunca amalgamarse como una coalición dispuesta a disputar el poder y acabó nuevamente como un amontonamiento dirigencial debajo de Cano, la única figura opositora instalada. La última cita de la Legislatura sirve como muestra de la falta de brújula de este espacio. Hubo votos contradictorios entre los miembros del macrismo y ausencias injustificadas en una sesión en la que se aprobó la venta directa de acciones de la Provincia en el Banco Tucumán y se dio el primer paso al nuevo sistema electoral. El propio Cano renegó públicamente de la actuación de algunos referentes de Cambiemos en esa sesión.

Hoy, la coalición opositora deambula sin rumbo en esta provincia. Amaya camina junto a un par de legisladores, el intendente Germán Alfaro refunfuña sin titubeos contra el Presidente y Cano hace esfuerzos diarios por mantenerse cerca del círculo rojo de Olivos. En el medio, esquiva las críticas y los embates de radicales -encabezados por Silvia Elías de Pérez, de peronistas y de macristas. Al punto que ya -hastiado de las rencillas- advirtió a más de un interlocutor sobre la posibilidad de bajarse de la carrera gubernamental de 2019, consciente de que aún tiene mandato como diputado hasta 2021 y de las flaquezas con las que abordaría esa contienda.

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Con ese desorden enfrente, se entiende por qué Manzur y Jaldo se entretienen en este juego de mensajes con Alperovich. Si la anarquía en Cambiemos no se modifica, no tienen motivos para preocuparse. Hasta aquí, transitan su gestión con mucha más tranquilidad que su antecesor. El actual senador, pese a acumular un poder político inigualable, se encontraba en el recinto con las voces aisladas pero siempre incómodas de Cano y, en una primera etapa, del peronista Alejandro Sangenis. Hoy, con más de una decena de representantes en la Cámara, cuesta escuchar gritos desde Cambiemos que irriten al poder. Ayer, por caso, prácticamente no hubo reacciones desde ese espacio para sentar posición sobre la designación de una de las hijas del vicegobernador en la Junta Electoral Provincial. Todo un síntoma de la pasividad de los opositores, concentrados aún en criticar al pasado -que representa el alperovichismo- y en esquivar la vista del presente.

El último 9 de Julio, Macri se paseó por Tucumán distante de sus seguidores comarcanos. Sólo conversó algunos minutos con Cano y con el diputado Facundo Garretón antes de ingresar a un acto con jóvenes de Cambiemos de la región. No hubo foto ni arenga a los principales referentes del espacio. En rigor, Amaya, Cano, Elías de Pérez, Alfaro y Pablo Walter no mantuvieron una agenda común, apenas si se cruzaron en alguno de los actos oficiales. Algo similar ya había acontecido en la anterior visita presidencial, en abril.

Desarticulados, enojados entre sí, sin una consigna clara y con la carga de una gestión nacional que no encuentra el rumbo, los macristas tucumanos parecen empecinados en hacerle más fácil la construcción política a Manzur y a Jaldo.

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