Messi debe ser parte de un equipo

Messi debe ser parte de un equipo

17 Junio 2018

Las empresas suelen ser como los vestuarios de un estadio de fútbol. Hay charlas técnicas, el CEO/DT da indicaciones sobre cómo los jugadores/empleados deben moverse en el terreno de juego/laboral en busca del mejor resultado. Y aquí, tal vez, radique la ansiedad o el gran karma argentino: el resultadismo.

Toda organización tiene un Lionel Messi en su plantel, pero no todos los jefes tienen la capacidad de ubicarlo de tal manera de que alcance la meta: el gol de la victoria. Como dice Leonardo Piccioli, ex CEO de Staples Latam y hoy convertido en speaker y escritor especializado en Liderazgo, valores y cambio tecnológico, “hay algo que los argentinos tenemos que corregir para posicionarnos en la tabla global: dejar de ser cortoplacistas”.

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El gran DT; el aprendiz

Piccioli sostiene que la gran mayoría de las veces se busca ganar el partido con un Messi en la cancha. Sin embargo, usando esa analogía futbolera, un líder debe propiciar la formación de un equipo, que sea efectivo a la hora de obtener los resultados. “A los argentinos nos apasiona el fútbol; tenemos los mejores jugadores y, aun así, muchas veces nos va mal. Entonces, el dilema es si solo vale ganar o formar buenos equipos. Allí mismo está la respuesta: pensar en el largo plazo”, puntualiza el economista en su charla con LA GACETA.

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Piccioli, que disertó en Tucumán en el marco del 1° Summit de Recursos Humanos organizado por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), sostiene que los grandes equipos laborales eligen a un líder que no prometa o que diga que tiene respuestas a todo. “El líder ideal es aquel que contesta no sé”, acota. ¿Por qué? ¿Qué es lo que marca la diferencia? “Generalmente, indica el experto, hay dos actitudes que puede asumir un líder: el de un experto o el de una posición de aprendiz. El experto tal vez lo sepa todo, pero tiene un defecto: no es capaz de aprender. El aprendiz, en tanto, tiene una capacidad permanente de observación”.

Pero, a la vez, debe incrementar su dosis de humildad y un gran sentido de la comunicación para construir confianza.

En su libro “Soy solo”, Historias honestas de Liderazgo, Piccioli indica que, en su visión del management, un líder o CEO que está en la cima de la compañía generalmente es el que toma menos decisiones (cuanto más alto está en la pirámide), pero son las más difíciles. En el equipo debe alumbrar el disenso, porque hay que tener presente que nunca todos estarán de acuerdo con sus decisiones.

“En consecuencia, dejar a todos contentos puede ser sólo consecuencia de una gestión integral”, sostiene. En ese proceso, el feedback puede ser duro, pero necesario cuando se busca el cambio hacia los resultados que se procuran conseguir. El líder imagina la estrategia, abrirá el juego, pidiendo opiniones a sus colaboradores y luego decidirá. El especialista acota que “no hay que dejar de ser humano para liderar, sino ser más humano”.

Charlas de vestuario

Uno de los grandes problemas que se manifiesta en toda empresa son los rumores, las reuniones secretas y las decisiones poco explicadas. De su experiencia en Staples, Piccioli cuenta que se diseñó un plan para alcanzar mayores niveles de transparencia interna, de tal modo de generar buenos hábitos de conducta en el personal, eliminando la incertidumbre. “Salvo excepciones, las reuniones tenían que ser conocidas por otros, con persianas americanas abiertas en la mayoría de los casos; también las decisiones debían ser explicadas, aun cuando fueran difíciles”, agrega.

El rival se llama crisis

Reinventarse, en vez de paralizarse. Esa es otra clave del liderazgo genuino. Pero, ¿qué sucede cuando se presenta una crisis? Piccioli indica que, cada 10 o 12 años, los empresarios o los emprendedores padecen los argentinazos. Y en esos ciclos cambiantes de la economía, el factor sorpresa desaparece. ¿Qué hacer? “Probablemente ahorrar –explica-. Y no hablo sólo del dinero, sino de un plan para no estar expuestos al síndrome del pato negro, el que proclama que, sabiendo que se viene la crisis, no hacemos nada al respecto. De allí la necesidad de pensar en el largo plazo”.

Porque, a su criterio, tener el foco en el corto plazo hace que se discuta todo el tiempo y no se resuelva nada. La incomodidad en la zona de confort y la reinvención permamente es el signo de estos tiempos.

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