Un cuento chino-argentino

Un cuento chino-argentino

Chinxi, un oriental fanático de la Selección, disfrutó en el Fan Fest del duelo entre Rusia y Arabia Saudita, que abrió la Copa

TODO UN PERSONAJE. Chinxi luce sonriente la camiseta de Argentina; atrás, su esposa Shan carga al pequeño Mulir. la gaceta / foto de leo noli (enviado especial) TODO UN PERSONAJE. Chinxi luce sonriente la camiseta de Argentina; atrás, su esposa Shan carga al pequeño Mulir. la gaceta / foto de leo noli (enviado especial)

Lionel Messi no es chino, pero el chino se siente más argentino que el Obelisco y tan rosarino como él. Messi no es chino, pero en China lo aman. Messi es magia e historia y eso, a Chinxi, el que siente haber nacido meses después de Lionel en el barrio Las Heras, le alcanza para idolatrarlo. Basta con verlo con toda la bijou de la Selección. Y el 10 en la espalda.

Chinxi no caza una en español, pero ama a la Argentina y ama a Messi por sobre todo los demás guerreros terrenales del fútbol. “Es mi ídolo”, le dice a LG Deportiva en un inglés entremezclado con pausas largas. Chinxi ha llegado al Fan Fest de Moscú con su mujer, Shan y su otra devoción, Mulir, su pequeño hijo, al que libera hasta cierto punto: tiene una especie de correa conectada con la muñeca de papá que no lo deja gambetear en la inmensa ola de gente que ya está en el limbo de la fiesta acá en las afueras de los patios de la Universidad Estatal de Moscú. Mulir no es Messi, pero a su padre le gustaría que en un futuro lo sea. Hay una cuarta persona en el grupo de argentinos nacionalizados desde el corazón (no del DNI), es una señora pasada quizás de los 50 y que tiene pinta de ser la que malcría a Chinxi en sus vicios. “Conozco Argentina por Messi”, agrega quien lleva la 10 en la espalda mientras la emperatriz, su madre en realidad, le cuida las espaldas a Mulir, al igual que Shan.

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A Chinxi le da un poco de vergüenza hacer pública su devoción por Messi. Ir con la camiseta es una cosa, pero contar que es su máximo referente, otra. Los Ray Ban dorados que lleva puestos le tapan esos ojos redondos como lunas que parecen darle una cara más jovial de lo que aparenta ser. A Chinxi le gusta el fútbol, el fútbol argentino. Todo por Messi. “Conozco a otros jugadores”, aclara. A otros argentinos. A otros cracks, compañeros de Lionel. “Agoero (por Sergio Agüero), (Ángel) Di María, (Paulo) Dybala”, enumera el amigo de una de las potenciales mundiales que se lleva de primera con Rusia. Curiosamente, a los argentinos conocidos que estuvieron y están en la liga de su país, Chinxi ni los registra. Se pasó de largo a Ezequiel Lavezzi y a Javier Mascherano, por ejemplo. “Son todas estrellas, claro que sí”, dice refiriéndose a los que sí conoce él, además de Leo, claro. Estos dos últimos, no los tiene tan en cuenta, digamos.

Mulir está inquieto, se ha enamorado del Fan Fest. Le gusta el barullo. Como decía la reina de los bajitos, Xuxa, “Hacer barullo”, entonces. Mulir está al borde de soltar el dragón interior. Su abuela sonríe al cronista de este diario y da señal de que tiene controlada a la fiera. La que menos interactúa es Shan, demasiado introvertida, aunque sí te regala grandes sonrisas y una amabilidad que no tiene desperdicio. Típica de los chinos, todos adorables, respetuosos.

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La familia de Chinxi está cerca de meterse en la marea. Es como tantas otras, una familia más de argentinos que ha llegado hasta el Fan Fest a pasarla bomba. Lo del idioma, no interesa. Sí el aliento por Messi y el resto de la Selección.

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