"Lo fascinante del stand up es que pone en juego la capacidad de reírte de vos misma"

"Lo fascinante del stand up es que pone en juego la capacidad de reírte de vos misma"

En la escritura como en el stand up, Dalia Gutmann ha elegido hacer humor con las “Cosas de minas”. Hoy a las 21 presenta su libro en la plaza Urquiza, en el Mayo de las Letras. El 6 de junio vuelve a Tucumán- al Mercedes Sosa- con su unipersonal.

CONTAR EL MUNDO. “Las mujeres hasta recepcionamos el humor de otra manera”, afirma Dalia Gutmann. CONTAR EL MUNDO. “Las mujeres hasta recepcionamos el humor de otra manera”, afirma Dalia Gutmann.

“Escribimos este libro mientras hacíamos trámites, leíamos otros libros, íbamos al súper, al cine, al teatro, a la pinturería, a la ferretería, a comprar un regalo, a cambiar un regalo, viajábamos, hacíamos llamados, preparábamos algo para comer, recibíamos plomeros, gasistas, electricistas, arregladores de persianas, de pisos, de lavarropas, salíamos con amigas, hacíamos funciones de teatro, nos íbamos de gira, grabábamos un programa de tele, nos poníamos crema en las manos y arruinábamos el teclado (“¿Se murió la compu?, ¡me quiero morir!, ¿perdimos todo?”, “No, tranquila, resucitó”, “¿Habrá sido la crema?”)....”. Cualquier parecido con un día cualquiera de alguna mujer normal no es mera casualidad. Eso piensa - y expresa- Dalia Gutmann cuando explica de qué trata “Cosa de minas”, el libro que escribieron ella y Ale Bavera y que se presentará hoy a las 21 en el auditorio de la plaza Urquiza en el que se desarrolla el Mayo de las Letras. De profesión humorista, mamá de Kiara y Fede y esposa de un “colega” en el arte de hacer reír -Sebastián Wainraich- Dalia Gutmann brilla en el stand up; un género de unipersonal que, ella lo reconoce, exige ante todo “aceptarse a una misma, ser capaz de reírse de sí”.

La charla telefónica con esta cronista transcurre una mañana de jueves; y es dable imaginar que su rutina es casi la misma que ella describe en el prólogo del libro que presentará hoy. Un dato que ella aporta es que en el escritorio en el que ella está sentada hay un retrato de Niní Marshall. Todo un manifiesto acerca del humor femenino, que por estos días goza de muy buena salud, y que ella vuelca tanto en su libro como en el stand up.

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- ¿ Por qué elegiste plantarte en las “cosas de minas” para desarrollar tu carrera de comediante?

- Cuando empecé el espectáculo en 2011 -cuando la mujer no tenía el rol que tiene hoy, y que por suerte evolucionó mucho- tenía muchas ganas de contar el mundo desde los ojos de una mujer. Porque durante tantos años estábamos muy acostumbrados a medirlo todo con la vara del hombre. Cuando empecé a hacer stand up, me ha pasado que estaba con elencos de varones, con quienes siempre me llevé muy bien. Pero notaba que teníamos miradas distintas, que no nos reíamos de las mismas cosas. Me parece que las mujeres hasta recepcionamos distinto el humor.

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- ¿A ver?

- Me parece que durante mucho tiempo las mujeres fuimos como un poco engañadas. A veces, cuando compartís con mujeres y contás cosas que te pasan, cosas que sentís, te brota esta sensación de alivio de :“Ah, no soy una loca, es normal lo que me está pasando”. Y era como que la experiencia vital, eso de cómo se vive la vida, estaba evaluada por ojos masculinos. Las mujeres tenemos otras maneras de vivir la vida, de procesar las emociones; sin duda tenemos una vivencia como más “cíclica” que el hombre. Por supuesto, a todo esto lo hablo en tono de humor, no me pongo a filosofar ni a bajar línea. Las mujeres tenemos esto de “soy una desquiciada”. Y esto es visto de una mirada masculina, que nos ha influido históricamente. Aparte, siempre estuvo este recurso tan machista de que “no labures con mujeres, porque no trabajan, porque son hijas de p...”. Y me parece que lo que está pasando es que estos prejuicios empiezan a ser desterrados.

- ¿Has encontrado que el stand up es tu continente?

- Me pone muy feliz haber nacido en esta época. Porque si hubiera nacido 30 años antes, el stand up todavía no estaba desarrollado, y sin duda es mi lenguaje, es el espacio ideal para expresar lo que pienso.

- Para hacer humor hay que animarse ¿Cuándo empezó la mujer a expresarse con humor?...

- Mirá, enfrente mío tengo un retrato de Niní Marshall. Siempre estuvo. Pero depende de cuánto autorizás que penetre en tu vida la mirada del otro; o cuánto te importa más lo que pensás vos que lo que piense el otro de vos. Lo que pasa es que las mujeres durante años fuimos criadas culturalmente para ser muy femeninas, lo que te pone en un lugar muy pasivo: la mujer delicada que no dice malas palabras... y esto te aleja del humor absolutamente. Me parece que el humor tiene que ver con lo visceral, con lo auténtico, con permitirte ponerte en ridículo. Lo que me fascina del stand up, además, es, justamente, que es uno de los pocos lenguajes en los que lo gracioso es todo aquello que la gente quiere disimular, ocultar, pero que una se encarga de visibilizar. Como que el stand up lo muestra, y una se relaja, porque dice: ¡ ah, bueno, a todos nos pasa esto!

- Es como la caricatura llevada a escena, la exacerbación de aquello que otros hubieran ocultado...

- Así es, es la caricatura de uno mismo. Es como: “yo te voy a blanquear todo lo que otros no quieren que se note”.

-¿ Por qué prende el humor ?

- Yo creo que en los últimos años cada vez se vive con más verdad. Por ejemplo, en otras épocas tal vez uno mantenía un matrimonio a toda costa; esto de la mirada del otro todo el tiempo, del “qué van a decir si se enteran que nos separamos”. Miles de mentiras, creo que se vive con más verdad la sexualidad, las vocaciones. Y me parece que el stand va por esta línea, a subirse en algo de ser más verdadero, a exponerse; y lo que me fascinó del stand up desde la primera vez que lo vi fue esta capacidad de reírse de uno mismo, que habla mucho de una aceptación personal que es hermosa.

- ¿Qué se necesita para hacer stand up?

- La aceptación es importantísima. Aceptar quién esos, quién no sos, bancarte todo lo que es políticamente incorrecto de vos; pero creo que tiene que tener mucha aceptación y una gran capacidad de reírse de sí mismo. A mí me costó un montón, y todavía estoy aprendiendo. Pero me pasó que tardé en empezar a divertirme de verdad. Una va pasando por la vida en distintas búsquedas; y a veces no la estás pasando bien. Pero yo sabía que había algo vocacional muy fuerte. Yo empecé a hacer stand up en el 2004, y recién en el 2011 sentí que empezaba a pasarla bien.

- ¿Hasta qué punto esto de apuntar tanto al público femenino no agita la brecha con los hombres?

- No, en el caso de “Cosa de minas” no. Los hombres dicen: “no voy a ir porque me va a destrozar”. Pero es un show en el que me río mucho de las cosas que me pasan por ser mujer; y los hombres que van no se sienten atacados, porque la ven a la mujer desde otro lugar.

- ¿Cuántos “se animan” a ir?

- Un 15%, estimo. Al comienzo se preguntan: ¿qué hago acá? Pero después se les pasa. ¿Viste eso de cuando estamos entre minas, y lloramos, nos reímos, hablamos nuestro lenguajes, pasamos por todas las emociones ? Es como una charla entre amigas. Entonces, cuando termino el show se van un poco asombrados de todas las cosas que nos pasan a las mujeres, y que ellos nunca habían tomado en cuenta. Y que es lo que le pasa a la compañera que tienen al lado.

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