El Papa mira a Rusia y a China en su sexto año

El Papa mira a Rusia y a China en su sexto año

Francisco da una importancia central a la política internacional. Con acciones y mensajes claros para América y Europa, el Pontífice aparece decidido en 2018 a ir más al oriente

AUTORIDAD. El Santo Padre impulsa la “geopolítica de la misericordia”. REUTERS AUTORIDAD. El Santo Padre impulsa la “geopolítica de la misericordia”. REUTERS
12 Marzo 2018

EL VATICANO.- Luego de un primer lustro con mediaciones, viajes y escritos que le fueron otorgando creciente autoridad en la comunidad internacional, el papa Francisco inicia mañana su sexto año como pontífice, con dos desafíos mayores: el acercamiento a China y a Rusia.

Desde su elección el 13 de marzo de 2013, el balance cuantitativo registra que Francisco escribió dos encíclicas (Lumen fidei, en 2013; y Laudato si, en 2015); y dos exhortaciones apostólicas (Evangelii gaudium, en 2013; y Amoris Laetitia, en 2016). Además, realizó 22 viajes fuera de Italia, durante los cuales visitó 33 países; y ordenó 60 cardenales.

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Embanderado en lo que el jesuita Antonio Spadaro definió como “la geopolítica de la misericordia”, ya a los pocos meses de su pontificado Jorge Bergoglio dio claves de la importancia que tendría la política internacional para su magisterio.

Su primer viaje fuera de Roma fue en julio de 2013 a Lampedusa, una isla del sur de Italia, para hacer visible la crisis de refugiados y migrantes, en especial en el Mediterráneo.

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Ese mismo año tuvo su primera mediación decisiva a nivel mundial, cuando en ocasión del G20 de San Petesburgo, en momentos en que la intervención militar estadounidense en Siria parecía inminente, Francisco le envió una carta al presidente ruso, Vladimir Putin: pidió a los líderes mundiales que buscaran “una solución pacífica mediante el diálogo y la negociación”.

La protección de los cristianos en general marca otro de los pilares de su pontificado: el ecumenismo y los avances que ha impulsado en el acercamiento del catolicismo con otras iglesias cristianas. En 2016 conmemoró los 500 años de la reforma luterana en Suecia, y en febrero de 2017 se convirtió en el primer pontífice en visitar la Iglesia anglicana de Roma.

En el ámbito internacional, su irrupción definitiva como mediador fue a fines de 2014, cuando se anunció el inicio del “deshielo” entre Cuba y EEUU, en el que la diplomacia vaticana y Bergoglio tuvieron un rol central en absoluto silencio. Nueve meses después, Francisco coronó las negociaciones con una visita a ambos países.

En 2014 pronunció también el primer discurso de lo que se considera su “trilogía sobre Europa”. En el Parlamento regional en Estrasburgo convocó a los eurodiputados a “afrontar juntos la cuestión migratoria” y les pidió “construir juntos la Europa que no gire en torno a la economía”. El segundo acto fue en mayo de 2016, cuando reconoció que sueña “con una Europa donde ser migrante no sea un delito, sino una invitación a un mayor compromiso con la dignidad de todo ser humano”.

Convertido en quizás el único dirigente capaz de reunir a los 27 jefes de Estado de un continente cada vez más heterogéneo, cerró su trilogía en mayo del año pasado, cuando les advirtió que “sin ideales Europa corre el riesgo de morir”.

Con acciones y mensajes claros para América, Medio Oriente y Europa en su primer lustro, Francisco aparece decidido en 2018 a ir más al oriente.

Escenarios complejos

Luego del encuentro de 2017 del secretario de Estado Pietro Parolin con Putin, y tras el histórico encuentro enrte Bergoglio y el patriarca ortodoxo Cirilo en La Habana en febrero de 2016, la relación entre la Santa Sede y Moscú parece haberse encaminado en sus dos carriles: el religioso y el político.

En el país más grande del mundo viven sólo 800.000 católicos... pero más de 80 millones de cristianos de la Iglesia Ortodoxa rusa, convertidos en un pilar electoral de un Putin que el domingo se encamina a una victoria amplia en las urnas.

El “caso chino” es más complejo, ya que la Santa Sede y el gigante asiático no tienen relaciones diplomáticas desde 1951, tras la revolución maoísta. Francisco no se ha cansado de expresar su voluntad de ser el primer pontífice en visitar el país, tras haberse convertido en el primero en sobrevolarlo, en 2014, un beneficio que no recibió Juan Pabo II en 1989.

Pero si bien fuentes vaticanas confirman que un principio de acuerdo para la designación de obispos es inminente (en un clima en el que los leales a Roma son denominados “clandestinos”; y los leales al gobierno chino, “patrióticos”), eso no significaría un efecto dominó inmediato que destrabe un reconocimiento diplomático mutuo y, mucho menos, que habilite un eventual viaje pontificio.

En un país en el que “apenas” hay cerca de 12 millones de católicos, el restablecimiento de relaciones sería un hecho tan importante desde lo pastoral como desde lo geopolítico.

En las próximas semanas llegará una muestra de los museos vaticanos a la Ciudad Prohibida de Beijing, y se presentará por primera vez, con acuerdo de las autoridades asiáticas, un libro sobre el papa argentino en la capital china. (Télam)

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