El rompecabezas Lebbos

El juicio del crimen de Paulina Lebbos se transformó en una especie de rompecabezas. Y es uno de 100.000 piezas diminutas que comenzó a armarse siguiendo una línea. Pero de pronto, sin que nadie lo esperara, surgió otro patrón de armado. Y esta situación se produce 12 años después de haberse cometido el crimen. Llegar a la verdad absoluta será casi un milagro.

En este caso hay actores que hacen más trágica esta historia. En la última escena apareció un poderoso narcotraficante. Ya lo habían hecho un funcionario y policías acusados de alterar la escena del crimen y falsificar actas; Virginia Mercado, una supuesta amiga y su entorno que no dicen toda la verdad; el fiscal Carlos Albaca, que cajoneó el caso durante siete años; allegados y familiares del ex gobernador y actual senador José Jorge Alperovich; una delegada comunal y un legislador que terminaron dando empleo a dos sospechosos del caso; y se sumaron los integrantes de La Inimitable, la barra brava de Atlético. Este es el elenco de una pieza que, según quedó demostrado a la largo de la historia, generalmente tiene el mismo final: gana la impunidad.

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El héroe es Alberto Lebbos. El padre de la víctima que durante 12 años gritó, golpeó puertas y luchó para que se esclareciera el homicidio de su hija. Pero su capacidad de asombro no tiene límites. Fueron muy pocas las audiencias en las que se lo observó salir tranquilo. Se fue masticando bronca. Reniega por todo el tiempo que se perdió, por las cosas que no se hicieron y por cómo se intentó tapar un crimen. Eso sí, aún no puede entender qué hay detrás de la muerte de Paulina. Sí sabe que es importante y que roza a gente con poder. Sin embargo, no pierde las esperanzas de que se sepa la verdad.

Contactos peligrosos

Alperovich no puede estar tranquilo por la nueva línea de investigación que surgió. En principio, esa teoría despega a sus hijos Gabriel y Daniel Alperovich, y a Sergio Kaleñuk -el hijo de su mano derecha, el fallecido Alberto Kaleñuk-, protagonistas de la llamada pista de los “hijos del poder”. Pero hay otros nombres por los que deberá responder. En la causa aparece que Daniel Paz, un hombre que trabajó para él y al que impuso como tesorero de su amado Atlético, habría mantenido conversaciones con el celular de Macarena Bordato, la misma que está sospechada de haber mantenido contactos con las hermanas Mercado, con el único imputado del homicidio y con Walter “Chichilo” Acevedo, uno de los líderes de La Inimitable. Un tal Herrera, que lo habría acompañado a todos lados cuando era gobernador y que aparece mencionado en una causa por la entrega irregular de casas del IPV y postulado a ser jefe de la Policía, también habría tenido contactos con la mujer que se hizo famosa por protagonizar en 2016 un escándalo en el aeropuerto.

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Políticos afines al actual senador también quedaron fuera de juego. Roberto Gómez, el acusado del crimen, en 2007 fue nombrado por la delegada comunal Carla Martín, pero nunca le fijó la tarea que debía realizar. El imputado reconoció que la funcionaria alperovichista lo convocó porque en su pueblo no había un electricista y que necesitaba a alguien que mantuviera el alumbrado público. Rosa Augier y su esposo, Juan “Pinki” Rojas, también afines al ex gobernador, ayudaron a César Soto, ex pareja de Paulina, otorgándole un cargo en la Legislatura. En ese tiempo, Soto asumió el rol de querellante en la causa, quitándole ese papel a su ex suegro. Nunca hizo mucho para colaborar con la investigación que Albaca tenía guardada bajo cuatro llaves. Jamás se imaginó que Alberto Lebbos no sólo volvería a ser querellante, sino que lograría que el caso llegara a juicio.

El fútbol metió la cola

En la historia más reciente de nuestra provincia hubo dos casos emblemáticos. La desaparición de María de Los Ángeles Verón y el crimen de Paulina. Y en ambos hechos fueron investigados los miembros de las barras bravas de San Martín y de Atlético. ¿Por qué siempre se sospechaba de ellos? Porque durante años recibieron los favores de los políticos de turno a cambio de apoyo y de protección. Rubén “La Chancha”y Ángel “El Mono” Ale, que manejaban las tribunas de La Ciudadela, estuvieron vinculados al menemismo y siempre caminaron de la mano del mirandismo. Los integrantes de La Inimitable también crecieron bajo las alas del ex gobernador Julio Miranda y terminaron afianzándose con el alperovichismo.

Ambos grupos, a pesar de no haber estado nunca imputados, cayeron en desgracia. “La Chancha” y “El Mono”, entre otras personas vinculadas al “Santo”, fueron condenados por liderar una asociación ilícita que se dedicaba a lavar activos provenientes de delitos como la prostitución. Lo del Clan Acevedo es diferente. En el juicio se ventiló la versión que a la familia se le ofreció $1 millón para que se hicieran cargo del crimen. Ellos desmintieron esa versión, pero en los últimos seis meses fallecieron Guillermo “Kim Acevedo” Ramos, Dardo “Pelao” Acevedo (ambos mencionados en la causa) y Walter Acevedo, hijo de “Chichilo”. También llegaron los problemas para otros miembros. Sergio “Chupete” Acevedo y Gustavo “El Gordo” González, después de 15 y 10 años, afrontan juicios por homicidios en causas que estaban muy cerca de prescribirse.

En medio de esta maraña de datos y nuevos indicios, si se confirma esta línea investigativa, este tribunal no podrá condenar o absolver a los nuevos acusados. Podría ordenar una nueva investigación para que se confirme o descarte esa teoría. El caso volvería a manos de un fiscal (puede ser Diego López Ávila u otro) para que empiece a trabajar de cero y, una vez que reúna las pruebas, solicitar un nuevo juicio. Con seguridad esos pasos tardarán años en cumplirse. Por eso algunos aseguran que la pista narco podría ser una estrategia para garantizar la impunidad de los que cometieron el crimen. Las fichas del rompecabezas están, al menos, dadas vueltas. Ahora hay que ver si se las podrá unir de una vez por todas.

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