El rol de Internet en la vida de los menores

El rol de Internet en la vida de los menores

Acaba de difundirse, por la prensa nacional, un informe sobre la relación de los menores con internet, en nuestro país. Proviene del Ente Nacional de Comunicaciones, al cual está adherida la Unesco. Sus puntualizaciones contienen datos de especial interés, ya que surgieron de los aportados por Universidades, entidades públicas y asociaciones civiles, origen que les otorga obvia confiabilidad. El informe destaca las más relevantes situaciones juzgadas como de riesgo para los menores. Ellas -enumera- la enorme cantidad de tiempo que pasan “on line”; el hecho de que suben a la red una minuciosa información personal, acompañada por fotografías; la cantidad de aparatos que poseen, es decir “note book”, computadora, televisor y celular; el hecho de que niños de menos de 12 ya cuenten con un perfil en la red.

Finalmente, que duermen con el celular encendido y, para hacer sus tareas escolares, se limitan a copiar y pegar lo que encuentran en su búsqueda “on line”. Todas estas situaciones representan serios riesgos. La conexión permanente a internet, se calcula en un 70% de menores que todo el día -vía computadora o celular están en ese caso. Así, “empobrece su capital cultural y su aprendizaje”. De ese ocio con tecnología deriva que no tengan tiempo -o las desdeñen- para actividades normales: salir, conversar, ir al cine, leer, por ejemplo.

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La información y las fotografías que suben a la web y que documentan todas las actividades que realizan a lo largo de la jornada, les hace perder prácticamente aquello que constituye la vida privada de una persona. En el país, en promedio, el chico está permanentemente atento a cuatro pantallas: es un ámbito dentro del cual se maneja en soledad y sin control alguno de parte de sus padres. El hecho de que 6 de cada 10 chicos de entre 11 y 12 años tengan un perfil en las redes, los pone en ocasión de contactos desconocido para sus progenitores. En cuanto a las tareas de la escuela, todo lo que el menor pueda pescar “on line” es cortado y pegado a esos efectos. De tal manera, se empobrecen tanto el aprendizaje como el espíritu crítico, utilizando contenidos no siempre fieles. El rol de la escuela resulta entonces vulnerado seriamente, haciéndose difusa su influencia en los educandos.

Además, aunque la encuesta no los coloca -felizmente- en primer lugar, están los serios peligros de visitar, sin el conocimiento paterno, sitios que tienen contenidos inadecuados, o acordar encuentros con desconocidos. La coordinadora del estudio oficial al que nos referimos, subrayó que, sobre todo, interesa calibrar lo mucho que el menor deja de hacer a causa de esta adicción a la tecnología. En este punto, el rol de los progenitores es fundamental.

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Tienen la obligación de hablar frecuentemente con sus hijos, para inquirirles qué sitios visitaron en la web y averiguar el efecto que les produjo. Propone también que no se equipen las habitaciones de los hijos con tecnología, y que las pantallas se ubiquen en un lugar común de la casa. En ese mismo lugar, sugiere, deben cargarse también, a la noche, los celulares: no es conveniente que estén encendidos permanentemente, como en la actualidad ocurre.

El estudio que reseñamos presenta, por cierto, material más que abundante para que los progenitores empiecen a poner en el asunto la más despierta atención. Es decir, permanecer alertas a ese universo tecnológico que ha llegado para quedarse (y que no hace más que crecer) y que encierra, bien se sabe, mucho de positivo pero también mucho de negativo.

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