Cuando la pasión por el fútbol se vuelve peligrosa

Cuando la pasión por el fútbol se vuelve peligrosa

El fútbol es capaz de despertar pasiones que en ocasiones se vuelven incontrolables. Una simple charla de café entre amigos puede desembocar en un conflicto que pone fin una relación amistosa de muchos años. El festejo de un gol en el lugar menos indicado es motivo de una discusión entre desconocidos que puede llegar incluso a la agresión. Un cruce de barras bravas es tan peligroso que en ocasiones culmina con alguna víctima fatal. La violencia suele ser moneda corrientes en los estadios argentinos. Más difícil será la tarea si los que encienden la mecha son los propios protagonistas como sucedió en las últimas semanas. Por eso es necesario hacer un pausa para calmar los ánimos y tener un momento de reflexión.

Los errores arbitrales existieron siempre. Antes tenían menos repercusión porque no había 20 cámaras de televisión en los estadios captando cada movimiento de los protagonistas. Las polémicas forman parte del fútbol y hasta campeonatos del mundo se definieron a partir de un fallo equivocado. Pero lo que se vive en el fútbol argentino desde hace algunas semanas alcanzó el pico máximo de tensión. Fue tal la dimensión que algunos responsabilizaron de lo que sucede al presidente, Mauricio Macri. Un argumento sin base sustentable que roza lo absurdo.

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Es cierto que Macri es hincha de Boca y presidió la institución durante varios años antes de lanzarse a la vida política. También es común que invite a personalidades del ambiente a compartir una comida en la Casa Rosada o en la Quinta de Olivos. Lo hizo en su momento con el técnico de la Selección, Jorge Sampaoli, y en medio de un clima de ebullición, almorzó con el entrenador “xeneize” Guillermos Barros Schelotto. En otro momento, el encuentro hubiese sido una simple anécdota. Pero con todo lo que se está viviendo, fue un motivo más para apuntarle al presidente de los argentinos.

Si bien no hay nada malo en que ambos se reúnan, hubiese sido mejor postergarla para otro momento por todo lo que se había generado en los estadios de San Lorenzo, primero, y en el de River, después. Ambas hinchas insultaron a Macri y lo acusaron de usar sus influencias para que los árbitros favorezcan al actual líder de la Superliga. La polémica no comenzó en las tribunas de San Lorenzo ni en las de River. Su origen hay que buscarlo dentro de un campo de juego. Marcelo Gallardo fue el primero en tirar la piedra. El técnico perdió los estribos luego de la traumática eliminación en las semifinales de la Libertadores del año pasado ante Lanús. El segundo capítulo lo protagonizó durante la pretemporada. Dijo que River debía tener “la guardia alma” para cuidarse del poder (desde Macri hasta el titular de la AFA, Claudio Tapia, ambos reconocidos hinchas “xeniezes”) que favorecía a Boca. A pocos días de la definición de la Supercopa Argentina que protagonizarán Boca y River en Mendoza. El clima se volvió peligroso. El vicepresidente de Boca, Rodolfo Ferrari lanzó un temerosos presagio. “Esto puede terminar en una tragedia”, dijo.

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En los últimos días aparecieron los presidente de ambos clubes para vestirse de bomberos y tratar de apagar el fuego. Daniel Angelici dijo que los Boca-River “hay que disfrutarlo”. D’Onofrio aclaró que acusar a Macri de los errores de los árbitros es una locura. ¿Y si cada uno se ocupa de resolver sus problemas y deja en paz al fútbol? Algunos, ya le hicieron bastante daño.

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