El gran paro de carruajes de 1913

El gran paro de carruajes de 1913

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15 Enero 2018

De Manuel Riva.-

Comenzaba 1913. Las calles tucumanas habían dejado de mostrar ese aspecto concurrido y de tránsito caótico que acostumbra tener desde hace más de 100 años. El 1 de enero los cocheros y dueños de cocherías decidieron ir a la huelga y paralizaron todos los servicios de alquiler de carruajes. El público tuvo que buscar otras alternativas y la única a la mano eran los tranvías, que se habían convertido en eléctricos apenas tres año antes.

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Nuestro diario, que festejaba su primer Año Nuevo como publicación, había informado con un breve, el mismísimo 1 de enero, que comenzaba el paro de coches de plaza.

El 3 de enero, con una gran cobertura se anunciaba “El paro general de coches de plaza” y describía que la huelga general de patrones de cocherías ha cambiado el aspecto de la ciudad, notándose escaso movimiento de vehículos y recordaba que el primero, día inicial del paro ha sido un día sin tráfico. El cronista que informaba señalaba que sólo automóviles y coches particulares giraban de un punto al otro de la ciudad. Los tranvías repletos de concurrencia. En las estaciones ni un carruaje. Los pasajeros tuvieron que trasladarse a pie, enviado sus valijas en carros. Como se ve, la medida había sido de acatamiento total y los efectos se vieron al instante. En la descripción siguiente podemos saber qué cantidad de coches hacían el servicio de alquiler: es claro que la calma tenía que ser casi completa, si faltaban de la circunvalación 320 carruajes, que es el total de vehículos matriculados para el servicio público.

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Ordenanza

El conflicto se desató porque desde la Municipalidad se dispuso un nuevo cuadro tarifario e impositivo para la actividad que fue considerado muy oneroso por parte de los propietarios. El periodista indicaba que los empresarios no se han negado a acatar resoluciones emanadas de una autoridad constituida. Se iniciaba un nuevo año y entraba en vigor una ordenanza perjudicial a sus intereses y no les convenía seguir trabajando en tales condiciones y agregaba que para ponerlos en circulación debían abonar nuevos impuestos onerosos -por el aumento de las patentes y por el precio de las paradas-, aparte de verse obligados a introducir mejoras que afectaban la cuenta de ganancias y pérdidas en un considerable porcentaje. No abonaron tales impuestos y cesó el servicio, desde que no podía efectuarse, estando impagas las contribuciones. La medida se extendió hasta el 8 de enero, cuando las partes acordaron una tregua y una revisión de la medida. El paro de coches de plaza ha terminado como debía terminar, esto es, con la promesa de la intendencia de dejar sin efecto algunas de las disposiciones que motivaron el conflicto, señalaban nuestras páginas sobre el fin de la medida. Pero el escriba esperaba que la medida beneficiara a los vecinos, que en última medida eran los más afectados por el paro. La intendencia ha permitido a los empresarios que hagan circular sus coches en las mismas condiciones en que circulaban antes del paro. Ni siguiera los trajes de los conductores son hoy más lucidos que ayer. En cuanto a las caballadas, en su mayoría inspiran lástima. Nada ha ganado pues la población con la ordenanza que motivó el paro.

El paro generó conflictos en situaciones cotidianas. A la ya nombrada de los pasajeros que llegaban en tren a Tucumán y que tenía que ir caminado a sus hoteles o residencias se sumaron los cortejos fúnebres. Hubo tres acompañamientos al cementerio del Norte y uno al del Oeste. A los primeros no asistieron carruajes, yendo los coches fúnebres solos, al último fueron algunos coches particulares.

Decisión de fin de año

La decisión de llegar al paro se tomó en la tarde del 31 de diciembre de 1912, de tal manera que el nuevo año llegó con un conflicto que se extendería por más de una semana, generando una serie de inconvenientes a los tucumanos.

Aquel conflicto aceleró la conformación del gremio de conductores de carruajes. El 2 de enero de 1913 en el local de la juventud del Partido Radical, cedido para el efecto, se reunieron los conductores de carruajes a objeto de dar bases firmes a la asociación gremial que tienen proyectada. Fue una numerosa asamblea comenzando enseguida la formación del registro de socios y poco más delante de la crónica se aclaraba que esta asociación es puramente de conductores de coches. No se admitirán empresarios ni dueños. El encuentro también sirvió para que los aurigas realizaran sus exigencias gremiales sobre sueldos. Para solicitar el aumento se tiene en cuenta, sobre todo, la carestía de la vida, y luego las exigencias de la Municipalidad, que les exije traje nuevo, cuello duro y ‘boyita’, todo lo que, para costeárselo, se necesita dinero, del que se carece con un jornal de 2 pesos diarios. Por estas razones el gremio de conductores ha resuelto presentar a los patrones un pliego de condiciones solicitando 3 pesos diarios de jornal y el 25 por ciento cuando se preste servicio después de las 10 de la noche”.

Efectos impensados

El paro tuvo efectos impensados sobre la elección del gobernador, ya que en el medio del conflicto se iba a reunir el Colegio Electoral, cosa que no ocurrió el domingo 4 de enero ya que no había vehículos para el transporte de los electores. Se suspendió. La elección se hizo posteriormente y finalmente fue electo Ernesto Padilla, que asumió en abril de 1913.

Nuestro diario acostumbraba tener “ediciones extraordinarias” que salían fuera de las ediciones normales y los excesos policiales contra los huelguistas lo merecían. En ella se decía bajo el título “La policía y los huelguistas” que había sido una intervención arbitraria y que se iba por el mal camino. En un párrafo se decía que la policía ha principiado a hacer uso de la violencia como arma eficaz para poner fin al estado de cosas que la huelga ha provocado.

La ordenanza municipal que disparó el conflicto había sido aprobada en mayo de 1912 y entraba en vigencia el primero de enero del año siguiente. En el articulado se habilitaba el servicio de carruajes de lujo pero también se disponía que el vehículo interior y exteriormente como los arneses estarán en perfecto estado de limpieza y conservación. Los caballos serán mestizos y deben ser conservados en buen estado de engorde. Las exigencias para los conductores expresaban que vestirán traje de saco negro u obscuro y sombrero galerita, orión o riflero, en verano y en día de lluvia usarán impermeable. El sombrero orion hace referencia al bombín. Los vehículos con parada tendrán placas verdes y los ambulantes tendrán placas negra y blanca. La tarifa también era parte de la ordenanza. Los costos eran dentro de los boulevares de circunvalación y avenidas macadamizadas $ 2 la primera hora y $ 1,50 las subsiguientes. El servicio en las estaciones de ferrocarril será de $ 1 hasta media hora y el viaje de ida y vuelta que no supere la hora $ 1,50. Las infracciones a la ordenanza serán penadas con $ 10 la primera vez y $ 30 las reincidencias. Las multas serán satisfechas por los dueños de los vehículos.

Por su parte, los propietarios expresaron sus críticas y al no ser escuchadas fueron al paro. En noviembre dieron a conocer su posición. En referencia a la tarifa de lujo (el aumento de $ 0,30 por hora) señalaban que equivale a unos tres pesos diarios, con lo cual no es posible llenar las exigencias; ello requiere, en primer término, aumento del salario del conductor, porque de otro modo no podría costearse su uniforme. En contra de los uniformes expresaron que por no contar con un personal fijo implica que no pueden conocer el número y las medidas del uniforme que serán necesarios. El tema de los caballos generaba conflicto porque según los propietarios las nuevas medidas obligarían a tener seis dotaciones de caballos por día y por carruaje mientras que antes eran necesarias cinco. La raza mestiza no era apta para el servicio público porque eran menos resistentes que otras. En cuanto a los ingresos expresaban que el ingreso medio por día no superaba los $ 10 y con esos ingresos se producen pérdidas en aquellos meses en que la alfalfa se compra de 40 a 60 pesos la tonelada nominal de 40 fardos y el maíz desde $ 0,70 a 1 los 10 kilos. Con las nuevas tarifas los ingresos no excederían de $ 13 y los gastos no bajarían de un 60%.

Como se ve la disputa era bastante dura y aunque las negociaciones siguieron la solución no aparecía. Las calles de la ciudad mostraban un tráfico mínimo.

Con el correr de los días los propietarios cumplieron la promesa y los caballos fueron remitidos a los potreros, con el firme propósito de no retirarlos mientras no se haya solucionado el asunto. Aunque el paro era casi total hubo algunos que intentaron salir a trabajar y recibieron las iras de los huelguistas, pero la actuación policial lo evitó. La tensión fue cediendo y las partes fueron dejando atrás sus ambiciones para lograr un acuerdo. Sin embargo, en los días posteriores hubo algunas represalias por parte de las autoridades que por fútiles pretextos se conduce detenidos a los cocheros aplicándoles fuertes multas. Pero la cosa no pasó a mayores para que volvieran a detener los carruajes como protesta.

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