Colores brillantes que ocultan rostros apagados y amores en crisis

Colores brillantes que ocultan rostros apagados y amores en crisis

La película número 47 de Woody Allen se ambienta en un parque de diversiones. Trailer.

04 Enero 2018

Woody Allen vuelve a ser el maestro que, detrás de cámaras, le saca capas de pintura lustrosa a los colores más brillantes y a las caras más sonrientes para dejar al descubierto tonos apagados y rostros tristes. Lo que estaba oculto se devela de la mano de un director que toma distancia temporal del hecho bajo estudio y lo ubica en el Estados Unidos de la posguerra, donde el futuro esplendoroso que se anunciaba al mismo tiempo ocultaba una sociedad sin ilusiones. Habla del pasado, pero lo hace desde este presente y pensando en el futuro.

El entorno elegido por Allen para “La rueda de la maravilla” cristaliza en una noria de un parque de diversiones esa imagen de que los personajes siempre están dando sobre el mismo eje, que la sensación de estar en el aire termina pronto y que alguien decide cuándo deberán parar y volver a pisar el suelo firme. Cualquier referencia a estar enamorado de la persona equivocada no es casualidad.

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Todo está enmarcado por el paisaje de Coney Island, ciudad costera cercana a Nueva York que denota el inicio de su lento deterioro hasta ser una sombra de lo que fue, lo mismo que los protagonistas de la historia: la ex aspirante a actriz y madura moza resignada Ginny (Kate Winslet); su hijo con problemas de adaptación social (Jack Gore); su violento esposo Humpty (Jim Belushi); la joven y abandonada hija de este último, una desafiante Carolina (Juno Temple), y el salvavidas y aspirante a dramaturgo Mickey (Justin Timberlake), quien narra la historia, que se engarza con la llegada de la mafia al lugar.

No hay piedad ni concesiones en su relato, reforzado por la fotografía del italiano Vittorio Storaro, quien vuelve a trabajar con Allen como en “Café Society”.

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Con este filme, el número 47 de su carrera, el nombre del director volvió a sonar en la temporada de premios de Hollywood, junto con el de Winslet a mejor actriz, cuyo monólogo final es considerado uno de los puntos altos de esta producción.

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