La eterna piedra en el zapato

La eterna piedra en el zapato

SE LA DEBE. Para Jorge Sampaoli, DT de la Selección, el fútbol le debe un Mundial a Messi. Rusia 2018 puede ser el suyo. SE LA DEBE. Para Jorge Sampaoli, DT de la Selección, el fútbol le debe un Mundial a Messi. Rusia 2018 puede ser el suyo.

La sufrida clasificación a Rusia. El Boca campeón y siempre puntero. La nadadora de 17 años Delfina Pignatiello, bicampeona mundial juvenil y Olimpia de Oro. El descenso en la Copa Davis después de ganarla. La crisis sobre cómo crecer de Los Pumas. El increíble Emanuel Ginóbili. Roberto De Vicenzo que se nos fue. Lionel Messi que gana menos que Cristiano Ronaldo pero sigue siendo el mejor. Real Madrid campeón de todo. El Independiente de Ariel Holan que gana, se desarma y se rearma. Las barras bravas de siempre. La Superliga. Del Fútbol Para Todos a la TV codificada. El VAR. El doping de estado ruso. El FIFAgate. Y Colin Kaepernick, el jugador de football americano cuya protesta mostró, una vez más, que el deporte no tiene por qué permanecer ajeno a los tiempos que le toca vivir, 2017 incluido.

El deporte siempre fue político. Kaepernick, y los cientos de deportistas de Estados Unidos que se arrodillaron como él manifestaron simplemente su decisión de no ser marionetas de nadie. Si la patronal del football americano acordó con el establishment político convertir cada partido en un show de patriotismo (himno y héroes de guerra incluidos), Kaepernick y sus colegas dijeron basta.

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“Queremos a Estados Unidos -aclararon-. Pero no queremos que nuestra policía siga matando y maltratando a ciudadanos negros. Somos negros privilegiados”, dicen los deportistas, estrellas de la industria del entretenimiento, pero ante todo “somos ciudadanos y, aprovecharemos nuestra posición privilegiada para hablar por los que no tienen voz”. Desde los tiempos de Muhamad Alí que el deporte en Estados Unidos no vivía una situación así. Potenciada, claro, por el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca.

Los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en febrero para acercar a las dos Corea serán una demostración más, si hacía falta, del juego político del deporte. Ahí tendremos, además, la ausencia de una delegación oficial de Rusia, castigada por el Comité Olímpico Internacional (COI) por su doping de Estado, acaso el gran escándalo del deporte internacional en 2017. La FIFA, con el Mundial a un paso, evitó el conflicto ruso hasta donde pudo. Terminó siendo Vladimir Putin quien le ahorró el trámite, porque el presidente ruso no quiere que nada arruine su proyecto de ser reelegido en marzo. Putin echó a Vitaly Mutko, el ministro que unos días antes había sido expulsado de por vida del olimpismo y que seguía siendo la cara organizadora rusa del Mundial que comenzará en junio. La Copa, eso sí, tendrá tal vez un poco más de justicia dentro de la cancha (no polémicas). Dependerá de que la FIFA apruebe en marzo que el Mundial se juegue finalmente con el VAR. Casi todos los deportes crearon y aceptan su propio VAR. Sólo el ruido del fútbol sigue siendo capaz de generar tanta resistencia a la tecnología.

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La clasificación sufrida para llegar a Rusia fue la noticia que más espacio ocupó para el deporte argentino en 2017. En plena serie, la selección cambió técnicos y autoridades en AFA. Jamás podrá prescindir de Messi. El jueves pasado, la principal broma en el Día de los Inocentes era que Cristiano Ronaldo devolvía su Balón de Oro porque creía que “Leo” era mejor. “CR7” escuchó la broma en Abu Dhabi, donde ese mismo día la industria del deporte le dio un nuevo premio como el mejor del año. A pocos metros suyo estaba Francesco Totti, mito del fútbol italiano, retirado en 2017. “¿Quién es el mejor para usted?”, le preguntó un periodista a Totti. “Messi, pero que Cristiano no escuche”, respondió riéndose el italiano. Messi y “CR7”, los dos grandes cracks de la última década estarán en Rusia. Sí es cierto que el fútbol tiene una deuda con “Leo”, como dijo Jorge Sampaoli, ojalá el propio DT ayude a cumplirla.

La imagen de Sampaoli enfurecido por un incidente de tránsito dominó los últimos días del año. Fue un episodio desagradable y que provocó reclamos de renuncia y de indignaciones impostadas que no se escuchan para episodios mucho más graves y personajes mucho más poderosos. Lo mejor lo leí en un tuit del “Flaco” Lamadrid: “a tan pocos días de Rusia, lo que me preocupa del caso Sampaoli es que en el auto había cinco adelante y tres atrás”. Serán cuatro los defensores atrás, no tres, los que defiendan cuando el equipo esté lanzado al ataque. Así juega Sampaoli.

Pilar defensivo será Nicolás Otamendi, figura clave de Manchester City, de Pep Guardiola, mejor equipo del mundo en lo que va de la temporada. Pero siguen las dudas en dos puestos clave: el arco y el centrocampista. Arriba, claro, podrán estar “Juan” o “Pedro”. Lo que más importa es que esté Messi. En 2018 habrá también mundiales de voleibol y hockey sobre césped y hasta Juegos de la Juventud en Buenos Aires. Paso previo, dicen muchos, para las postulaciones al Mundial de 2030 (con Uruguay y Paraguay) y los Juegos Olímpicos de Verano de 2032.

¿En serio esta Argentina que no llega a fin de mes quiere hacer Mundial y Juegos casi de modo simultáneo? ¿No está todavía demasiado cerca el caso Brasil, años atrás feliz porque tenía Mundial 2014 y Juegos de Río 2016 y que hoy maldice por los desatinos de tanta fiesta? El deporte no precisa arrodillarse ante el negocio para seguir siendo fiesta colectiva. Allí está, sino, Colin Kaepernick, mi postal favorita de 2017.

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