Acosta, el alma de Atlético

Acosta, el alma de Atlético

“Bebé”, la rueda de auxilio del “Decano”, jugó 40 de los 48 partidos que disputó el equipo.

SIEMPRE LISTO. Guillermo Acosta mantuvo la regularidad más allá de la posición que ocupó en el campo de juego. Fue volante, defensor y hasta marcó goles.LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA.- SIEMPRE LISTO. Guillermo Acosta mantuvo la regularidad más allá de la posición que ocupó en el campo de juego. Fue volante, defensor y hasta marcó goles.LA GACETA / FOTO DE FRANCO VERA.-
19 Diciembre 2017

Si hay alguien que en Atlético puede contarlas a todas, ese es Guillermo Acosta, el jugador que se hizo hombre de a poco, sin quemar etapas. Viviendo y siendo protagonista de cada historia. “Bebé”, luego de ser emblema y figura de San Jorge en el Argentino A, llegó al “Decano” en julio de 2013 de la mano de Ricardo Rodríguez. Bancó la parada en tres temporadas en la Primera B Nacional y nunca tuvo que pagar derecho de piso. Le “tiraron” la camiseta; saltó a la cancha y rindió por encima de lo que todos esperaban.

Fue clave en el ascenso a Primera en 2016 y sacó un aprobado en la mayoría de los juegos con Atlético en la máxima categoría. Pero si hay un año que quedará grabado a fuego en lo más profundo de su ser fue 2017.

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Acosta estuvo presente en 40 de los 48 partidos que su equipo disputó a lo largo de lo que fue el mejor año de la historia del club. Y claro, ese hombre que se hizo desde bien abajo, que se forjó en canchas complicadas y que corrió “potreros” como pocos, se dio el gusto de escribir su nombre en la lista de jugadores que tuvieron la posibilidad de jugar copas internacionales.

En la Libertadores sólo se quedó al margen del duelo en el “Allianz Parque”, de San Pablo, cuando el “Decano” cayó 3-1 con Palmeiras y fue eliminado de la competencia. Mientras que en la Sudamericana redondeó asistencia perfecta.

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Además fue la rueda de auxilio primero para Pablo Lavallén y después para Ricardo Zielinski. Jugó de volante por derecha, doble cinco y hasta de lateral derecho. Además, se dio el gusto de convertir tres goles (a Vélez, Racing y Colón).

Sí, fue uno de los puntos más altos de un equipo que entró en la historia grande del club. Acosta se convirtió en el alma de un Atlético heroico.

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