El voluntariado consolida la cohesión social

El voluntariado consolida la cohesión social

Es un brazo activo de la solidaridad, que es la adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros. Ayudar a los otros de manera desinteresada es invalorable y cuando esta acción se efectúa en forma sostenida se la denomina voluntariado, que permite, entre otras cosas, consolidar la cohesión social, como la confianza al impulsar acciones individuales y colectivas; les da la posibilidad a las personas y a las comunidades participar en su propio crecimiento. Se celebró ayer el Día Internacional del Voluntario, fecha instituida por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1985.

En nuestra edición de hoy, dedicamos un espacio a una voluntaria del Hogar San Agustín, que recibió en agosto pasado la donación de un sillón odontológico totalmente equipado. Construyó entonces un consultorio en la misma sede. El 31 de octubre, puso en marcha el consultorio dental, otro pediátrico, así como una sala de primeros auxilios y otra de espera. La experiencia se dio a conocer ayer en la XI Feria de Voluntariado Universitario del NOA, que tuvo lugar en el patio del Rectorado de la UNT. El programa de voluntariado de la casa de altos estudios se creó en 2007 y anualmente, se realiza la feria, donde todos los equipos de proyectos dan cuenta de sus experiencias, difunden sus actividades, y los resultados. Las iniciativas son evaluadas por otros voluntarios (profesores y estudiantes de la UNT).

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En nuestra provincia, son cientos los tucumanos que desarrollan acciones solidarias en forma individual o colectiva, por ejemplo, en las villas miseria, ayudando a los indigentes a organizarse en cooperativas, asistiendo a enfermos, a ancianos, a víctimas de la droga, a minusválidos, o se dedican a la promoción de la donación de órganos o de médula ósea. Hay quienes van las plazas y les leen cuentos a chicos, a pacientes en los hospitales, o que efectúan una tarea recreativa con los ancianos en los geriátricos, o velan por los mendigos que viven en la calle.

¿Cuántas personas mayores se jubilan y sus vidas se vuelven vacías por no saber cómo emplear el tiempo que les sobra? El voluntariado es, por cierto, una salida importante para volver a sentirse útiles a la sociedad. El hecho de trabajar con los otros, que viven situaciones desfavorecidas o extremas, eleva la autoestima y contribuye a experimentar la sensación de un reconocimiento que carece de precio material.

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Pero el voluntariado no solamente puede proporcionar “beneficios” a los adultos. Estimular a los niños y adolescentes a involucrarse en esta práctica solidaria los ayudará seguramente en su crecimiento espiritualmente. Por esa razón sería importante potenciar en todos los establecimientos educativos, de gestión estatal o privada, el programa nacional de Educación Solidaria, cuyo objetivo es promover la educación en la solidaridad, así como la participación comunitaria y ciudadana a través de la propuesta pedagógica del aprendizaje-servicio.

El compromiso es una de las condiciones necesarias para poder transformar una realidad. Si cada una de las personas ejercitara el voluntariado una o dos horas a la semana, posiblemente nuestra sociedad sería más humana, menos materialista, belicosa y discriminadora. “La mejor manera de encontrarse a sí mismo es perderse en el servicio al otro”, sostenía el líder hindú Mahatma Gandhi.

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